Comentario a GINZBURG, Carlo: En el taller de Dante. Cuatro ensayos. La Cebra/Palinodia, Santiago de Chile, 2021.
He elegido este título como una renuncia. No es el que deseo. A decir verdad el preferido hubiera sido «Ginzburg a prueba», puesto que su escritura es un experimento abierto. Uno en el que las preguntas se plantean con una especie de imaginación retrospectiva, de tal manera que lo que cada uno de sus libros confirma, y aquí sólo podremos referirnos a unos pocos dada la naturaleza de mi ensayo, es siempre, según el autor, algo diferente de lo que creímos que confirmaba. La prueba existe pero parece un objetivo móvil, en cierto modo inalcanzable. De esta manera podemos decir con idéntica justeza que es la lectura de Carlo Ginzburg la que nos pone a nosotros mismos a prueba.
Basta con tomar las palabras de inicio, en esta publicación reciente del autor (2021), y que es una colección de ensayos también relativamente nuevos, puesto que el más antiguo es del año 2007 y el más cercano de 2017, para percibir hasta qué punto está cuajado su discurso de perspectivas o lados: «He señalado en varias ocasiones que ser italiano está ligado, ante todo, al privilegio de poder leer la Comedia de Dante en mi lengua materna. Esta afirmación nada tiene que ver con la idea de una «identidad nacional»: entidad ficticia utilizada, hoy más que nunca, como instrumento político para rechazar a seres humanos mediante la construcción de muros, reales o metafóricos. La italianidad no existe, pero sí existe la lengua italiana, nacida del «vulgar ilustre» teorizado y practicado por Dante. La Comedia es, como cualquier texto, traducible: lo que implica, en comparación con el original, una ganancia (la adquisición de lectoras y lectores de otro modo inalcanzables) y una pérdida. Y, sin embargo, incluso para un lector italiano, la lengua de Dante se encuentra, al mismo tiempo, cerca y lejos.»[1]GINZBURG, Carlo: En el taller de Dante. Cuatro ensayos. La Cebra/Palinodia, Santiago de Chile, 2021, p. 7. (En adelante citado meramente con el número de página entre paréntesis dentro del texto).
Sin embargo, a la primera renuncia, la del título, he de acumular otra. No voy a hacer una historia de eso que se llama la microhistoria, y que aparece ligado por lo menos a los primeros trabajos de Carlo Ginzburg. Quien quiera saber sobre ello, bien sea por su interés en la historiografía o como epistemólogo, puede hallar importantes monografías en castellano. La más monumental de ellas es Cómo se escribe la Microhistoria (2000) de Justo Serna y Anaclet Pons,[2]SERNA, Justo y PONS, Anaclet: Cómo se escribe la Microhistoria. Cátedra/Universitat de València, Madrid, 2000. y que de alguna manera vienen a resumir ambos diecinueve años más tarde, sin que pueda colegir mayor enriquecimiento que el que se sigue, esta vez, de la colaboración directa del historiador italiano. Especialmente interesante es su encuentro con Marco Boarelli, en el que vemos hasta qué punto, y sobre todo por lo que concierne a la prueba histórica, se entrecruzan lo teórico (la oposición a una imagen hipernarrativista de la historiografía como la de Hayden White) y lo personal (el proceso y condena de su amigo el activista de la izquierda operaia Adriano Sofri), sus propios recuerdos de Elsa Morante, quien fue a su vez muy amiga de su madre, la escritora Natalia Ginzburg, pero sin ignorar un aspecto tan importante, en la actividad documental, como el del extrañamiento o el rechazo de una inmediatez que es imposible y de la que resultan mendaces sus prestigios, como ya preveía la dramaturgia del extrañamiento en Bertolt Brecht. La empatía, dice Ginzburg, es una palabra detestable, pues resulta mentirosa. Es la compasión la que sí puede tener contenido real.[3]GINZBURG, Carlo: Historia y Microhistoria, en SERNA, Justo y PONS, Anaclet: Microshistoria. Las narraciones de Carlo Ginzburg. Comares, Granada, 2019, p. 151. Esta entrevista, que comienza con el problema de la prueba, termina con el redescubrimiento actual de la casuística, que aunque vinculado hoy a la bioética, Ginzburg rastrea hasta la cuestión más antigua y pregnante de la relación de la excepción y la regla, de acuerdo con el brillante pleonasmo de Edoardo Gredi, el de lo excepcional normal, que sirve para comprender su propio trabajo. Uno de los últimos libros más importantes del propio Ginzburg está dedicado a la tensión entre la regla y la excepción en Machiavelli, que viene subrayada en el centro de su obra por la palabra nondimanco, relativamente arcaica y llamativa, con respecto al nondimeno, no obstante, mucho más frecuente.[4]GINZBURG, Carlo: Nondimanco. Machiavelli, Pascal. Adelphi, Milano, 2018, p. 148. Y si alguien estuviese interesado en una historia de la microhistoria, así como en su impacto latinoamericano, bien puede servirse de una monografía de Carlos Antonio Aguirre Rojas.[5]AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio: Microhistoria italiana. Modo de empleo. Montesinos, Barcelona, 2014.
Así, seguiré un acercamiento algo oblicuo, uno que probablemente no disgustaría al propio Ginzburg, a quien imagino fatigado de tener que comenzar siempre por el principio, puesto que su aventura ya anda en la segunda mitad, y muchas de las cosas que contaron en ese principio ahora lo hacen menos o, sobre todo, ya lo hacen de otra manera, de acuerdo a otros hallazgos e intereses. No es casualidad el que haya comenzado poniendo entre paréntesis la identidad, sometiéndola a análisis. Esto también va de su lado, con la resonancia proustiana que quien más quien menos, ya habrá determinado en el título decidido, después de algunas renuncias. Carlo Ginzburg sabe a qué pueden saber a veces las grandes palabras de identidad. Por ejemplo a las leyes raciales decretadas por Benito Mussolini. Saben a la persecución de los judíos italianos, incluso a la muerte de su padre Leone Ginzburg en la prisión romana de Regina Coeli, bajo el mando de la Gestapo. Y de ahí la mención que vendrá inmediatamente después: «En un capítulo inolvidable de Si esto es un hombre, Primo Levi describió los ecos que despierta el canto de Ulises (Inferno XXVI) recordado en el infierno de Auschwitz. La capacidad comunicativa de gran parte del poema de Dante es altísima -aunque esté ligado a una cultura y a una sociedad muy lejanas de la nuestra.» (p. 8). Ya vemos entonces que el de la distancia es un término problemático, como que ningún otro parece más susceptible de la equivocidad política, o al menos esto es lo que podríamos deducir de un hermoso libro suyo, que toma como pretexto a la mirada de Pinocchio, y a partir de allí rastrea posiciones borradas (Feyerabend), erróneas (Simone Weil acerca de los judíos) o del todo sorprendentes, por ejemplo la repetición de Juan Pablo II, en su peregrinación a la Sinagoga de Roma en 1986. Pues Juan Pablo II se refiere a los judíos como los hermanos mayores de los cristianos. Lo que Ginzburg demuestra, ya sea con la intención de redimir de alguna manera un fragmento de la tradición paulina, o por un mero lapsus, es que el Papa se apoya en uno de los textos fundacionales del antijudaísmo cristiano para buscar la reconciliación con los judíos. La expresión «hermanos mayores» procede de Romanos 9:12, que a su vez se hace eco de Génesis 25:23, por la que el menor Jacob había comprado la primogenitura al mayor, Esaú, por un plato de lentejas: «Pablo aplica la profecía a la relación entre judíos y gentiles convertidos al cristianismo: «el mayor servirá al pequeño», esto es, los judíos (Esaú) estarán sometidos a los gentiles convertidos al cristianismo (Jacob). El verbo utilizado en la Vulgata de san Jerónimo es serviet; el verbo del original griego, douleusei, todavía es más duro y tiene (como se aprecia en la voz doulos) una connotación de esclavitud degradante. Para sellar el sentido de la expresión «el mayor servirá al pequeño», Pablo puso inmediatamente a continuación otra cita, las palabras que atribuye al Señor el profeta Malaquías: «He amado a Jacob y he odiado a Esaú.» Durante dos milenios, el odio cristiano a los judíos, considerados representantes de la letra contra el espíritu y de la carne contra el espíritu, halló su legitimación en esta página de Pablo, judío converso. Si hay algún texto fundador del antijudaísmo cristiano es éste.»[6]GINZBURG, Carlo: Ojazos de madera. Nueve reflexiones sobre la distancia. Península, Barcelona, 2000, p. 224.
El infierno de Dante es un lager, una mazmorra, y ésa es la cercanía con la que todavía nos golpea. Confieso que hace tiempo me propuse una lectura comparada de Dante, en la que convivían Primo Levi, Silvio Pellico encarcelado como carbonario u Ósip Mandelstam encerrado en la gran prisión soviética. Aceptemos que ese lado, que comparto, es el que explica además cierto juicio sobre el canto XLV sobre la usura de Ezra Pound («este célebre poema que encuentro enfático y aburrido» (p. 69)), juicio que en lo literario no comparto en absoluto, aunque es obvio que el tema de la usura pudo servir a repugnantes discursos de odio antisemita. A esta cuestión dedica el segundo de los ensayos, que es un comentario a los cantos XIV XVII de Inferno, en los que halla el punto ciego (Blind Spot) de Dante, aunque persigue su genealogía en Aristóteles, a quien Dante probablemente no leyó, y en santo Tomás de Aquino, a quien con seguridad sí que leyó (p. 65). Este lado, el de Ginzburg, lo veremos aparecer un poco por todas partes, como una de las líneas indiciarias esenciales. Por ejemplo de muchas maneras en el Il filo e le tracce del 2006, en las objeciones al tratamiento que hace, el por lo demás estimadísimo Peter Brown, de San Esteban y la conversión de los judíos de Mallorca bajo la fórmula Verus Israel. Aunque los textos más importantes en esta dirección sean los dedicados a los repugnantes Protocolos de Sión, o de cómo la refinada parábola política de Maurice Joly, el Diálogo en los infiernos entre Machiavelli y Montesquieu, mutaría en un libelo espantable. Y casi sin solución de continuidad, como para que el lector no pueda evadir la conexión, Ginzburg incorpora Unus testis, dedicado a Primo Levi. El punto de partida es ahora la matanza de los judíos en el poblado provenzal de La Baume, el 16 de mayo de 1384, con un solo superviviente, de nombre Dayas Quinoni que había marchado a Avignon diez días antes, convocado por la reina Juana, y había escrito una memoria del dramático acontecimiento en unas pocas líneas escritas en un ejemplar de la Torah. Esta mínima noticia le sirve a Ginzburg para desmontar el principio jurídico unus testis, nullus testis, un solo testigo es un testigo nulo, en su transformación mecánica a la investigación histórica. Aunque esto es sólo el disparadero para enfrentarse de nuevo al escepticismo relativista de Hayden White, al revisionismo de Faurisson, y a la conexión de estas distorsiones cognitivas con el subjetivismo del filósofo fascista Giovanni Gentile.[7]GINZBURG, Carlo: Il filo e le tracce. Vero falso finto. Feltrinelli, Milano, 2006.
La parte más conocida de la obra de Carlo Ginzburg, aquella por la que renuncié a comenzar, tiene que ver con la perspectiva de los vencidos, de los perseguidos o excluidos, de allí su prevención hacia la identidad simple que recordábamos de manera indiciaria. Su primer trabajo es I benandanti de 1965, en el que, siguiendo la rica trayectoria etnográfica de Ernesto de Martino, un muy joven historiador desentierra en los archivos inquisitoriales del Friuli entre el 1500 y el 1600 nada menos que toda una cultura de conventículos y batallas nocturnas relacionadas con los ritmos de la vida agraria, que además parece extenderse un poco por toda Europa, y en la que son señalados con poderes mágicos los nacidos con la envoltura de la camisa amniótica, o como en otras formas de chamanismo se habla de una comunicación de los espíritus con cuerpos de animales.[8]GINZBURG, Carlo: I benandanti. Adelphi, Milano, 2020. Estas creencias serían sepultadas o reconvertidas bajo la gran construcción del sabat y de la brujería convencional, a la que Ginzburg dedicó otro libro importante, pero sin perder de vista este sustrato primitivo.[9]GINZBURG, Carlo: Historia nocturna. Las raíces antropológicas del relato. Península, Barcelona, 2003. En cualquier caso, está claro que el investigador es muy consciente de la relevancia que posee ese descubrimiento y profundiza con Bruce Lincoln en las similitudes y diferencias con un proceso por licantropía a un tal Thiess en 1691 en Letonia.[10]GINZBURG, Carlo y LINCOLN, Bruce: Il vecchio Thiess.Un lupo mannaro baltico tra caso e comparazione. Officina Libraria, Roma, 2022. Volverá a aparecer en el último de los ensayos de Mitos, emblemas, indicios, en el que a pesar de haber tomado a Freud como una de las referencias de su paradigma indiciario, junto a Sherlock Holmes y al especialista en atribución de autoría pictórica Morelli, muestra hasta qué punto el médico vienés resulta incapacitado para escuchar al llamado «hombre de los lobos», puesto que todas las respuestas están ya propuestas por el psicoanalista antes de las preguntas. De nuevo, la edición de esta colección de ensayos no tiene nada de casual, puesto que se abre con el examen de un proceso por brujería en Módena en 1519, con procedimientos no muy diferentes a los del examen freudiano.[11]GINZBURG, Carlo: Mitos, emblemas, indicios. Morfología e historia. Gedisa, Barcelona, 1989. Este interés por el problema del juicio no es independiente del llamado caso Sofri, en el que un amigo suyo, Adriano Sofri, es acusado y condenado por la muerte del comisario Calabresi el 17 de mayo de 1972, a su vez responsable de la «muerte accidental» del anarquista Pinelli, quien tenía que declarar sobre la matanza en Piazza Fontana. Al lector de hoy tal vez le resulten indiferentes estas historias de los años de plomo, pero no habría de ser así puesto que la verdad puede ser fabricada y alterada más allá de cualquier presunción de inocencia en función de la razón de Estado, como demuestra minuciosamente Ginzburg.[12]GINZBURG, Carlo: El juez y el historiador. Consideraciones al margen del caso Sofri. Anaya/Mario Muchnick, Madrid, 1993. A ese sesgo de los perdedores, capaz de desenterrar lo sepultado por el olvido, se debe el libro más famoso de Ginzburg y uno de los más populares publicados nunca bajo el marchamo de la historia. Me refiero a El queso y los gusanos. No es fácil revivir, ahora que la edad nos ha hecho un poco más tibios, la fascinante sorpresa que supuso hace cuarenta años para quien escribe estas líneas, entonces todavía un joven estudiante de Filosofía, leer esa nada inhibida crítica al irracionalismo estetizante de Michel Foucault, quien por aquellas fechas era un verdadero fetiche para muchos de nosotros.[13]GINZBURG, Carlo: El queso y los gusanos. El cosmos, según un molinero del siglo XVI. Muchnik, Barcelona, 1982, p.19. Todavía hoy este es uno de los caballos de batalla más aguerridos del profesor, quien desmonta en sus celebradas conferencias de Jerusalén una perversión ciceroniana de la retórica de Aristóteles, como mero efecto persuasivo y ya no como una herramienta de la prueba y la persecución de la verdad. Entre los adversarios contaría, entre otros, con el ya mencionado Hayden White, con Barthes, Foucault o Nietzsche.[14]GINZBURG, Carlo: Rapports de force. Histoire, rhétorique, preuve. Hautes Études/Gallimard/Seuil, Paris, 2003. Aunque como Perry Anderson recuerda, tal vez Ginzburg prefiera hablar de evidencias. Eso es lo que nos devuelve en este libro inolvidable, la evidencia de que un molinero de Montereale (Friuli), Domenico Scandella, apodado Menocchio, era capaz de sostener una Weltanschauung tan coherente como provocativa frente al sujeto supuesto saber representado por el Santo Oficio. Y toma para ello imágenes cosmológicas sorprendentes, intuiciones utópicas y rupturas carnavalescas como las que pone en circulación Mijail Bajtin. Mundo contra mundo, nada más lejos de los éxtasis de la agrafía a los que parece reducir Foucault todo lo que queda fuera de la retícula del poder.
Volviendo, y ya apuntando al final, a El taller de Dante, el primero de los cuatro ensayos plantea el problema de la autenticidad a propósito de la Epístola a Cangrande, tradicionalmente atribuida a Dante (p. 15), lo que le sirve para retomar el procedimiento de Morelli, del que se hará eco hasta el propio Freud, por cuanto que supone una atención diferente, desviada, igual que el psicoanálisis mismo, «Giovanni Morelli sostuvo hace mucho tiempo que para identificar al autor de una pintura debemos centrarnos en detalles marginales y anómalos, no en elementos generalizados y estereotipados.» (p. 39). La prueba como atribución es un aspecto fundamental en la carrera de Ginzburg, tan ligada a la pintura, como se sigue de su estudio iconográfico del retrato del bufón Gonella de Jean Fouquet[15]GINZBURG, Carlo: Jean Fouquet. Ritratto del buffone Gonella. Franco Cosimo Panini, Modena, 1996., y que él pondrá en relación con el joven Piero della Francesca, al que dedica uno de sus más enigmáticos libros, sobre todo por el alto tecnicismo de lo que parece un volantazo académico, aunque luego haya tenido que volver muchas veces al mismo para intentar una justificación retrospectiva.[16]GINZBURG, Carlo: Pesquisa sobre Piero. Muchnik, Barcelona, 1984. Este es un aspecto que hace todavía más sugestivo el trabajo de este historiador, capaz de examinar toda suerte de documentos, escritos o no, buscando la morfología, porque como escribe, siguiendo a Arnaldo Momigliano, otro de sus reconocidos maestros, en La lettera uccide, otra brillante colección reciente de ensayos, el historiador transfiere lo que sobrevive de un mundo que no sobrevive, transforma los documentos en huellas de una vida desaparecida.[17]GINZBURG, Carlo: La lettera uccide. Adelphi, Milano, 2021, p. 32. Encantos, encantes de la biblioteca virtual de un anticuario, en la que el historiador se mueve como pez en el agua y con los que seduce al lector. Siempre en busca de la rareza, de lo que desmonta una imagen demasiado convencional y la replantea, para lo que se requiere una lectura cuidadosa, preparada para lo extraño. Eso es lo que nosotros mismos hemos descubierto, es verdad que muy tarde, a decir verdad con cuarenta y ocho años de retraso, en un libro fantástico dedicado al examen del Beneficio di Cristo, un texto religioso del siglo XVI, moderadamente popular dada su naturaleza, y perseguido por razones de entrada incongruentes, dado que en algunos tramos del mismo parece defender un optimismo pelagianista de la naturaleza humana, mientras que en otros apoya un pesimismo agustiniano e incluso un cierto calvinismo. Dos manos, dos autores, dos voces que Ginzburg, Adriano Prosperi y un grupo de alumnos, universitarios y de la Escuela Normal, descubrirán juntos, mostrando entre otras cosas que la efervescencia teológica del comienzo de la Reforma era mucho mayor de la previsto.[18]GINZBURG, Carlo y PROSPERI, Adriano: Giochi di pazienza. Un seminario sul Beneficio di Cristo. Quodlibet, Macerata, 2020. En el tercero de los ensayos de En el taller de Dante se estudia el influjo que produjo sobre el poeta de la Comedia el hallazgo agustiniano de la lectura silenciosa gracias a Ambrosio de Milán, mientras que el cuarto supone un verdadero homenaje a Erich Auerbach, otro judío, otro perseguido, lector finísimo de Dante y de casi todo, que se merecería otro momento, ya que éste se ha acabado, aunque lo haga con dos o tres libros más que deberían ser comentados. Valgan estas palabras como un modesto reclamo de lectura de este historiador exquisito, cuyas pesquisas nos resultan tan sugestivas y tortuosas como las que hallamos en algunas de las mejores páginas de Leonardo Sciascia. A veces la realidad es una cosa terrible y muy literaria.
Título: En el taller de Dante. Cuatro ensayos |
---|
|
Referencias
↑1 | GINZBURG, Carlo: En el taller de Dante. Cuatro ensayos. La Cebra/Palinodia, Santiago de Chile, 2021, p. 7. (En adelante citado meramente con el número de página entre paréntesis dentro del texto). |
---|---|
↑2 | SERNA, Justo y PONS, Anaclet: Cómo se escribe la Microhistoria. Cátedra/Universitat de València, Madrid, 2000. |
↑3 | GINZBURG, Carlo: Historia y Microhistoria, en SERNA, Justo y PONS, Anaclet: Microshistoria. Las narraciones de Carlo Ginzburg. Comares, Granada, 2019, p. 151. |
↑4 | GINZBURG, Carlo: Nondimanco. Machiavelli, Pascal. Adelphi, Milano, 2018, p. 148. |
↑5 | AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio: Microhistoria italiana. Modo de empleo. Montesinos, Barcelona, 2014. |
↑6 | GINZBURG, Carlo: Ojazos de madera. Nueve reflexiones sobre la distancia. Península, Barcelona, 2000, p. 224. |
↑7 | GINZBURG, Carlo: Il filo e le tracce. Vero falso finto. Feltrinelli, Milano, 2006. |
↑8 | GINZBURG, Carlo: I benandanti. Adelphi, Milano, 2020. |
↑9 | GINZBURG, Carlo: Historia nocturna. Las raíces antropológicas del relato. Península, Barcelona, 2003. |
↑10 | GINZBURG, Carlo y LINCOLN, Bruce: Il vecchio Thiess.Un lupo mannaro baltico tra caso e comparazione. Officina Libraria, Roma, 2022. |
↑11 | GINZBURG, Carlo: Mitos, emblemas, indicios. Morfología e historia. Gedisa, Barcelona, 1989. |
↑12 | GINZBURG, Carlo: El juez y el historiador. Consideraciones al margen del caso Sofri. Anaya/Mario Muchnick, Madrid, 1993. |
↑13 | GINZBURG, Carlo: El queso y los gusanos. El cosmos, según un molinero del siglo XVI. Muchnik, Barcelona, 1982, p.19. |
↑14 | GINZBURG, Carlo: Rapports de force. Histoire, rhétorique, preuve. Hautes Études/Gallimard/Seuil, Paris, 2003. |
↑15 | GINZBURG, Carlo: Jean Fouquet. Ritratto del buffone Gonella. Franco Cosimo Panini, Modena, 1996. |
↑16 | GINZBURG, Carlo: Pesquisa sobre Piero. Muchnik, Barcelona, 1984. |
↑17 | GINZBURG, Carlo: La lettera uccide. Adelphi, Milano, 2021, p. 32. |
↑18 | GINZBURG, Carlo y PROSPERI, Adriano: Giochi di pazienza. Un seminario sul Beneficio di Cristo. Quodlibet, Macerata, 2020. |