Llegan los días vacíos. Los días de estar solo, sin ninguna ocupación, sentado en las plazas, mirando a los barberos y a los adivinos, a los masajistas y a las parejas paseando en ciclomotores. Llegan días como éstos y no hay nada que uno pueda hacer con ellos. Se amontonan sin remedio. A dejar entonces que pasen estos días y luego otros, hasta recuperar la actividad, los registros, los pedidos, las visitas, los encuentros, el trabajo.
Primero me digo:
Ahora el trabajo lo es todo,
y enseguida:
No es suficiente.
Ray Loriga, Tokio ya no nos quiere
¿Qué valor tienen tus recuerdos? ¿Qué papel desempeñan en la persona que eres? ¿Qué estarías dispuestx a dar para olvidar aquellos más dolorosos? ¿Y qué estarías dispuestx a hacer para prolongar aquellos más felices y placenteros?
Loriga narra en su novela Tokio ya no nos quiere la historia de un traficante de una nueva droga capaz de borrar los recuerdos, nuestro protagonista viaja por todo el mundo ofreciendo a sus clientes la capacidad de olvidar el pasado. Una suculenta oferta para pasar página y empezar de nuevo, para poder continuar como si nada, para evitar un encuentro directo con el dolor. Tokio, Berlín, Madrid o Arizona son algunas de las muchas ciudades que visitará durante su viaje.
El olvido que proporciona el compuesto químico en cuestión se encarga de que conceptos como la memoria y el recuerdo ya no tengan sentido. Lugares vacíos, constantes no-lugares aeropuertos, estaciones, autopistas, habitaciones de hotel… aparecen como dosis individuales de espacios colectivos genéricos. Y en medio de grandes ciudades sin vida, la necesidad del olvido se hace palpable a lo largo de la novela. ¿Por qué el olvido es tan duro, por qué algunos recuerdos se quedan enquistados en nuestra memoria para siempre? ¿Cómo superar un trauma, una ruptura, una muerte? Aunque la fórmula es casi perfecta a través de esta sofisticada droga, algo falla, continúo buscando entre las páginas cómo acabará esta aventura…
Cuando el cielo se oscureció y aunque no eran más que nubes, tuve la sensación de que todo se terminaba y la sensación de haber sentido lo mismo un millón de veces antes
Lo comparto 🙂
Vaya, suena algo triste, pero me han entrado ganas de leerlo.
Hola, soy Cantabella, sólo unas palabras para agradecer vuestro interés en mi obra para acompañar este artículo. Un saludo.
Hola Cantabella! En todo caso, muchas gracias a ti, porque son unas obras geniales. Enhorabuena por la exposición del Almudí que finalizó hace poco. Cuando quieras comunícanos nuevas exposiciones y hacemos un post-evento en el blog. Un saludo 🙂