Julia Margaret Cameron nació en Calcuta, en 1815. A los cuarenta y ocho años, su hija le regaló una cámara de fotos construida en madera. Ahí comenzó todo. Transformó la carbonera de su casa de campo en cuarto oscuro y el gallinero, en estudio. La falta de nitidez fue su sello artístico. Ese desenfoque intencionado dio un carácter poético a su trabajo. Los críticos de su tiempo se centraron en la falta de técnica y la ridiculizaron, pero ella no dudó en presumir de talento. Retrató a familiares y amigos, a figuras relevantes relacionadas con el arte, la ciencia o la literatura, alejándose de los cánones, transgrediendo las normas. Por ello, la ciudad de Arles la homenajea en sus Encuentros de Fotografía, en el marco de un concurso cuyo tema es “Retrato[s] de mujer[es]”. Émilienne, artista visual y fotógrafa, no quiere perder la oportunidad de participar en el prestigioso festival, ya que podría llegar a exponer en la ciudad, además de recibir una beca. Su proyecto, titulado “Una mujer perfecta”, consistirá en encontrar a heroínas de la vida diaria, para exhibir el defecto, la fragilidad, su punto crítico y esa imposibilidad de perfección.
La protagonista de “Se busca mujer perfecta” (2016) tiene alrededor de cuarenta años, es madre, está divorciada y tiene que aceptar trabajos que no la satisfacen lo suficiente, pues los reportajes de boda, las orlas de fin de curso y las entrevistas esporádicas que le consigue un amigo no forman parte de su conjunto de aspiraciones. Ella, independiente y ajena a las convenciones sociales, sigue condicionada por las experiencias que sus padres le proporcionaron durante la infancia. Estos, actores ambos, ofrecieron a la pequeña Émilienne una vida nómada, de gira en gira, en un mundo de adultos donde tenía la libertad de hacer lo que se le antojara, sin que sus progenitores la echaran mucho de menos; excepto cuando tenía que actuar en el número de “la maleta andante” y su presencia era ineludible. “Yo quería que cada día de mi existencia fuera un baile”[1]BEREST, Anne. 2016. Se busca mujer perfecta. Barcelona: Reservoir Books, p. 19, pero le resulta muy complicado no dejarse llevar por ese instinto salvaje que la invade e impulsa a avanzar entre traspiés y pasos en falso.
El punto de partida será su amiga Julie, una chica ejemplar, que nunca tiene ojeras, ni canas, ni dice una mala palabra. A partir de esa primera foto, vendrán Marie, Alizée, Francesca, Zelda, Jenane, Mademoiselle, Yuko, Maryame, Victoria, Maud, Nana, Véronique y… Georgia. Cada una, a su manera, le entregará una pieza de ese puzle en el que Émilienne ha puesto toda su esperanza, aunque el resultado sea difícil de digerir. La “santa” que mitiga su soledad a través de la fragilidad de otro, la adolescente fascinada por la práctica del monopatín, la artista que desea morir joven, los consejos de una tía y su empeño en no hacer regalos, una belleza deteriorada por el abuso, la que no quiere parecerse al hombre y vende una imagen femenina distorsionada, el síndrome de París, lo exótico de los acentos, la fascinación que provoca aquella cuyas decisiones no se discuten, “Les amies de Place Blanche” y Christer Strömholm, ¿a qué huele Venecia?, despertar al día siguiente en la habitación de una mujer.
Anne Berest (Francia, 1979), actriz y escritora, nos regala con esta novela un billete hacia un paraíso incierto, donde nos perderemos en el tortuoso camino de la tiranía del aspecto físico y las apariencias, de la complejidad del ser humano y de sus empeños en trascender. Las niñas sueñan con ser Ulises y no Penélope; porque resulta muy aburrido hacer y deshacer un sudario día y noche, mientras tu marido se entretiene durante veinte años con aventuras singulares. Claro, que has de pagar un precio considerable y aceptar el reto de ser como una navaja suiza; sí, una herramienta multiusos que incluye cuchillo, destornillador, tijera, lima, abrebotellas… y plegable, pues el decoro y la fachada siguen siendo muy importantes.
En un tono divertido y fresco, la autora hace un retrato contemporáneo de la realidad e incide en esa eterna indagación en la identidad. “Es necesario que el modelo te dé algo que en principio no está dispuesto a dar”[2]Ibíd., p. 34 y eso es también lo que haremos los lectores, rascar la superficie para llegar al núcleo. Tal y como mencionó ella misma en una de sus últimas entrevistas, la misión de un libro es transformarnos; pero, para que acontezca este milagro, el contenido debe tocarnos. No sería extraño que “Se busca mujer perfecta” llegue a reunir opiniones y reseñas de muy diversa índole, pues ciertas cuestiones generan rechazo en la actualidad, debido a los clichés que repetimos a diario y a la redundante publicación de obras con esta temática.
Sin embargo, no hay atisbo de adoctrinamiento o mordacidad en sus páginas; simplemente, su narrativa nos conduce hacia voces y vidas.
Anne Berest estudió Literatura, vive y trabaja en París. Fundó y dirigió durante cinco años la revista Carnets du Rondpoint. Colaboró en 2008 con Édouard Baer en la adaptación y puesta en escena del texto teatral “Un pedigree”, de Patrick Modiano; y durante 2011 fue columnista en el Journal du dimanche. En 2010 se estrenó en el ámbito literario con “La fille de son père”, con la que obtuvo varios reconocimientos en su país. “Les patriarches” (2012) fue finalista del Premio Reanudot y del Flore. En 2014 se editó su biografía sobre la autora de “Buenos días, tristeza”, “Sagan 1954”. Al año siguiente, junto a Audrey Diwan, Caroline de Maigret y Sophie Mas, escribió un ensayo titulado “How to be Parisian”. Más tarde, su hermana Claire y ella recrearon la vida de uno de sus antepasados en “Gabriële” (2017). “Se busca mujer perfecta” fue la primera obra que se tradujo a nuestra lengua y, recientemente, ha visto la luz “La postal” (2022), que ha recibido una cálida acogida y habla también de una historia real acerca de su familia. Como actriz, ha intervenido en la película “Declaración de guerra” (2011), y ha coescrito los guiones de “Que d’amour (2013) y “Corazones valientes” (2022). También, aparece en “ADN: la raíz del amor” (2020).
¿Encontrará Émilienne el ideal perseguido en las distintas versiones de la mujer moderna?, ¿seremos nosotros capaces de aceptar la imperfección como sinónimo de autenticidad?
Título: Se busca mujer perfecta |
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