Para mí esta semana en Donosti es como una burbuja. Solo existe el cine.
Todas las salas están siempre llenas, la gente guarda un escrupuloso silencio en las proyecciones, se aplaude al final.
Pero todos sabemos que es un espejismo.
El cine como le conocíamos está cambiando. Estamos ya instalados en una nueva realidad y hay que asumirla con naturalidad.
Datos.
Las salas de cine de EEUU parecen haberse estabilizado en el número de estrenos que presentan cada año: menos de 500, casi la mitad que antes de la pandemia. Este hecho irrefutable trae Inevitablemente como consecuencia que cualquier película de presupuesto medio desaparezca de las salas. Lo que antes era el cine para adultos.
Ha habido un cambio de modelo.
Un cambio de modelo que coincide, no por casualidad, con el inevitable final de la ”Peak TV”.
Peak TV es el nombre que utilizó en 2015 John Landgraf, presidente del canal de televisión estadounidense FX, para referirse, entre otras cosas, a la etapa de crecimiento sostenido en la producción de contenidos audiovisuales y su variedad. En agosto de 2022 Landgraf (también considerado como “uno de los oráculos de la televisión”), predijo que ése sería el año en el que se alcanzaría el techo en la producción televisiva. Acertó.
Estamos ante un cambio en el paradigma del audiovisual y los festivales de cine son una maquinaria pesada y obsoleta que se plantean empezar a incluir series de televisión en la sección oficial, ¡pero ahora ya a concurso!
Pero bueno…hablemos del festival.
El largometraje O corno / The Rye Horn (España-Portugal-Bélgica), dirigido por la donostiarra Jaione Camborda, ha ganado la Concha de Oro de la 71ª edición del Festival de San Sebastián.
Qué decir de O corno…en sus primeros tensos minutos de metraje se muestra el rostro de una mujer mientras esta de parto, la cámara siempre muy cercana a este rostro incide en el dolor, la angustia, el sufrimiento. El patriarcado aparece para dar consuelo a la parturienta (como si hiciera falta…) y sigue el dolor. Mientras se desarrollaba esta escena en el Kursaal hubo un desmayo, se paró la proyección y evacuaron a la persona afectada. Si lo que buscaba la directora era incomodar, lo logró.
Por otra parte, la escena no enseña nada nuevo ni especialmente incómodo, después de asistir en directo al parto de mis dos hijas les puedo asegurar que la realidad siempre supera a la ficción. Después de este impactante inicio ya intuimos que la película no iba a dejar a nadie indiferente.
El film tiene una narrativa circular. Empieza con un parto (en el lado izquierdo del encuadre) y termina de la misma manera con otro alumbramiento (esta vez en el lado derecho de la pantalla). Los dos momentos se interpelan, las dos miradas se cruzan y María (una inmensa Janet Novás), nos guía en una historia de sororidad.
Película corpórea, muy física. O corno es una historia de mujeres en una época difícil en España.
En palabras de la directora:
“Si ahora están ganando muchos premios en festivales y hay películas muy buenas hechas por mujeres es porque antes no se nos dejaba hacerlas, no se nos estaba dando la oportunidad”
Por cuarto año consecutivo, la Concha de Oro ha sido conquistada por una mujer después de Dasatskisi / Beginning (Dea Kulumbegashvili, 2020), Crai nou / Blue Moon (Alina Grigore, 2021) y Los reyes del mundo / The Kings of the World (Laura Mora, 2022). Además, O Corno es la primera película procedente del programa Ikusmira Berriak, coorganizado por el Festival de San Sebastián, Tabakalera y Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE), que consigue el máximo galardón de la Sección Oficial.
¿Es O corno una merecida Concha de Oro?
Sí, pero, …
Ahora hablemos de mi favorita.
La mejor película de la sección oficial para mí fue Un amor de Isabel Coixet. La directora de Barcelona ha logrado su mejor film desde Elegy.
Natalia (Laia Costa al nivel que acostumbra) es una traductora que acaba de trasladarse a una casa, casi en ruinas, situada en un pequeño pueblo. El primer día de lluvia aparecen las goteras y Andreas, “el alemán” (Hovik Keuchkerian, grande en todos los sentidos), uno de sus vecinos, le recomienda reparar todo el techo porque el daño es estructural.
Un amor, adaptación fílmica de la novela homónima de Sara Mesa, se presenta como un retrato obsesivo y físico del deseo femenino.
La asunción casi literal del argumento de la novela de Mesa nos muestra a una Natalia que trata de huir de una realidad que la atosiga por unos problemas propios del típico pijo-progre del primer mundo (este “hueco” en el guión de la película es el único “pero” que se le puede poner al film). Sus decisiones pueden parecer arbitrarias, el resorte dramático no es otro que un intercambio de sexo por bricolaje, pero se entienden mejor si uno analiza las lógicas de poder (masculinas) que intervienen y que Natalia ha naturalizado, pero a quien le importan estas arbitrariedades…
En definitiva, Coixet nos muestra un acto de liberación. Y lo hace homenajeando Beau travail
La película está rodada en un formato de pantalla reducido (4:3) y justo al final del baile de la escena final la pantalla se abre a 16:9.
La libertad.
La gran película de la sección oficial.
Y ahora hablemos de mi otra gran favorita de la sección oficial.
La Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista recayó en esta edición ex aequo en Marcelo Subiotto y en Tatsuya Fuji por sus respectivos papeles en Puan, de Alché y Naishtat, y Great Absence (Japón), de Kei Chika-ura.
Y es Puan la otra gran película de la sección más importante del festival.
Comedia militante y cine de resistencia.
¿Qué es eso?
Es el cine que intenta frenar a personajes como este descerebrado.
La inesperada muerte del titular de la cátedra de filosofía de la UBA es el inicio arbitrario de la trama. El principal aspirante a ocupar el puesto vacante es Marcelo Pena (genial Marcelo Subiotto), veterano profesor y mano derecha del difunto. Brillante profesor, pero falto de ese necesario narcisismo para aspirar a ser el “titular”.
Sin embargo, el sorpresivo regreso de Rafael Sojarchuk (también genial Leonardo Sbaraglia), prestigioso docente emigrado a tierras alemanas y pareja de una popular actriz televisiva (cualquier paralelismo con la realidad española es mera coincidencia) se le aparece como un obstáculo insalvable para ocupar esa plaza que parecía suya.
El duelo entre ambos constituye la columna vertebral sobre la que ir armando una película que ama la literatura y ama a los buenos profesores.
De fondo, la venta por lotes de Argentina al capitalismo más deshumanizado se evidencia en esos profesores que se interrogan sobre si les han ingresado unas nóminas que nunca llegan, en la especulación inmobiliaria, en la creación de colectividades para hacer frente a la explotación laboral, en los dólares que vuelan.
El viaje de Pena (el apellido del personaje es magnífico) en la película es una llamada a tomar conciencia sobre la situación del país.
Así llegamos a la emocionante secuencia final en la que Pena entona «Niebla en el riachuelo» en las alturas de La Paz para cerrar su transformación cantando aquello que no pudo cantar ni en el funeral de su amigo ni en la función escolar de su hijo.
Este film sería un gran programa doble con Argentina, 1985.
Cuando el personaje de Marcelo Pena está esperando su turno para defender su idoneidad como titular, lo hace sentado frente a un gran cartel recordando a los “desaparecidos” en la dictadura argentina. Y esa espera alegórica es también nuestra espera.
¿Dónde están los desaparecidos? ¿Dónde están Los Oesterheld?
Mi nombre es Elsa Sánchez de Oesterheld y soy la mujer de Héctor Germán Oesterheld, famoso en el mundo por haber escrito la historieta de El Eternauta. En la época trágica de este país desaparecieron a mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos, otro yerno que no conocí, y dos nietos que estaban en la panza. Diez personas desaparecidas en mi familia. Pero prefiero recordar los años en los que fui feliz.
La familia Oesterheld no fue la única de esa época que sufrió una casi total extinción, pero sí fue la más emblemática. Y para mi Oesterheld es sinónimo de “El Eternauta” la aventura del héroe colectivo. Este cómic es considerado hoy la mejor historieta de ciencia ficción escrita en español. Y su creador, el más grande narrador de aventuras que Argentina haya alumbrado en toda su historia.
La serie de televisión ya está en marcha y Juan Salvo solo podía ser interpretado por un actor…
Y nuestro “Marcelo Pena” también estará.