Un campesino ara su campo cuando se da de bruces con una cara que le mira desde una tumba poco profunda. Así es como Citizen X (Chris Gerolmo, 1995) presenta la obra de uno de los primeros asesinos en serie documentados de Rusia, Andrei Chikatilo.
El cuerpo es entregado a Viktor Burakov (Stephen Rea), el nuevo experto forense de la región soviética. Burakov rápidamente determina que, pese a que el cuerpo fue encontrado en un campo, dicha persona murió en el bosque. Inmediatamente ordena a su asistente, Federenko, peinar el bosque en busca de pruebas. Cuatro horas más tarde, vuelve con siete cuerpos más. Todos menores. Después de pasar toda la noche realizando autopsias a las jóvenes víctimas, es evidente que se trata de la obra de un asesino en serie. Viktor informa sus hallazgos a un Comité (formado por los políticos y líderes militares) y no sólo se burlan de la idea de un posible asesino en serie ruso («un fenómeno occidental», dicen los torvos dirigentes rojos), sino que también niegan las solicitudes de Burakov para tener más hombres, computadoras, ayuda del FBI y publicidad.
El Jefe inmediato de Viktor, el coronel Fetisov (Donald Sutherland, extraordinario en su ambiguo papel), explica por qué las solicitudes no serán aceptadas y ofrece ya la primera y triste mirada hacia el pensamiento del partido comunista. Sin embargo, será él, en última instancia, quien ofrezca su ayuda a Burakov. El cambio en su actitud queda patente tras una conversación que él y Fetisov tienen, en la que el forense le llega a decir: «un hombre es aquello por lo que lucha». «Yo no lucho por nada», responde el coronel. «Lo sé», le espeta Viktor. Magnífica dialéctica la de estos pequeños David contra el enorme Goliat ruso.
Citizen X, sobriamente dirigida por Chris Gerolmo —que había sido guionista de esa inmensa obra de arte que fue Arde Mississippi (1990)— es un docudrama, un thriller, una feroz crítica política que supone un envenenado dardo a aquellos que todavía aspiran a ver la Unión Soviética y el comunismo como un paraíso, y no como la podredumbre burocrática y perversa que en realidad fue. La búsqueda de Chikatilo fueron ocho años de infierno y bucracia política para Viktor Burakov.
Lo cierto es que de 1982 a 1990, a lo largo de 500 millas al sur de Moscú, Andrei Chikatilo asesinó a más de 50 personas, hombres y mujeres, la mayoría menores de 17 años. Gerolmo muestra los esfuerzos incansables del detective Burakov para capturar al asesino en serie. Trabajar sin herramientas avanzadas de detección moderna, tendrá también que luchar contra la burocracia atrincherada del régimen soviético, que todavía estaba moviéndose hacia la Perestroika. El papel de funcionario comunista, interpretado por el veterano Joss Ackland, es un ejemplo clarísimo y un perfecto retrato de ese Politburó atorado en su propia indigencia moral y política.
Pero es que Citizen X —rodada, por cierto, en Hungría— es una película que se juega todas las cartas a un guión que no da tregua y a un plantel de buenas interpretaciones: la mirada melancólica de Stephen Rea coloca las piezas para un retrato abrumador del detective tranquilo cuya obsesión con el caso amenaza con causarle un colapso nervioso. El asesino que plasma Jeffrey DeMunn es terriblemente escalofriante, aunque sólo sea por constituir lo ordinario: un desgraciado con desviaciones sexuales. Astuto pero sin duda ordinario.
Por supuesto, Donald Sutherland como un exasperado aliado en la Comisión de investigación y la joya de la corona —casi un cameo— esto es, Max von Sydow como experto en psiquiatría anormal que compila para Burakov un perfil de «Ciudadano X» del posible asesino. Dirigiendo su propio guión, basado en el libro de Robert Cullen The Killer Department (1993), Chris Gerolmo tira abajo cualquier atisbo de sensacionalismo barato, mientras que, por otra parte, dado que se atiene a los hechos y los muestra sin ambages, resulta totalmente escalofriante.
El tiránico gobierno ruso de entonces nunca publicó los asesinatos. Incluso cuando detuvieron a Chikatilo en 1984, se le soltó debido a lo que ahora se describe como un sistema de medicina forense inepto. Gerolmo quiso hacer la película porque estaba intrigado con la relación entre el detective ruso Viktor Burakov y su jefe, el coronel Fetisov. Seis meses después de la caída de la Unión Soviética, Chikatilo fue capturado, juzgado y ejecutado. Citizen X es una extraordinaria película acerca de las relaciones con la burocracia de la Unión Soviética y su propio colapso. Entre todo, también hay espacio para los valores y el heroísmo. Como último dato, las palabras de Gerolmo sobre su reunión con el Chikatilo real, poco antes de ser ejecutado: «uno de las peores momentos[…] era un monstruo[…] Lo último que dijo es que mató a todas esas personas debido a la plaga del comunismo en todo el mundo y ahora que el comunismo se había acabado, todo lo que necesitaba era una pequeña casa y un jardín y no hacer daño a nadie jamás».
El terror de lo ordinario, la absurdidad del asesinato… cualquier humano podría convertirse en un monstruo. Esa es la abyección de nuestro presente, pasado y, ojalá me equivocase, también futuro.
Ficha técnica
Muy buen analisis de esta pequeña obra de arte.