Como de costumbre el doctor colmó sus expectativas con esa profusa atención que testimoniaba su fruncido entrecejo, su camisa escrupulosamente abotonada, el impecable nudo de la corbata y ese nervioso garabatear con el que había tomado notas mientras él hablaba.
–Los sueños son como los bailes de máscaras –empezó diciendo –.Nadie es quien aparenta ser.
Lucas compuso una media sonrisa de incomprensión.
–Le pondré un ejemplo –continuó –. El abad asesinado que aparecía en su sueño nos señala su rechazo inconsciente a la boda en ciernes con… ¿María se llama su futura esposa?
Asintió con la cabeza.
–El pulpo representa los obstáculos que ha encontrado durante los preparativos. Sin duda, el tiburón volador en realidad es alguien por quien se siente amenazado; probablemente el exnovio de María.
–¿Y el buitre? –preguntó.
El psicólogo se llevó la punta del lápiz a la barbilla y se quedó pensativo durante unos segundos.
–No lo sé –contestó al fin –.Esa máscara era realmente buena. Déjeme que lo apunte para revisarlo durante la sesión de la semana que viene.
Volvió al crucigrama que disimulaba dentro de su libreta. Incauto, que se deja estafar fácilmente. Ocho letras : «pardillo».
–Por hoy hemos terminado –sonrió – Si pasa al mostrador mi secretaría le cobrará, señor Lucas.
Como siempre, al despedirlo, desplegó sus brazos para darle un afectuoso achuchón.