Piensa el viejo que lo único que le queda por hacer es ordenar lo que ha sido su vida. Hasta ahora no se había preocupado de ello, había tiempo suficiente. Pero el tiempo por delante ya no es el que era, así que lleva semanas clasificando las viejas fotografías, catalogándolas por fechas, personajes, viajes, celebraciones… Les pone un número y las describe en un listado, así seguirán teniendo valor para sus hijos y nietos cuando él desaparezca. Ha ordenado también los documentos importantes y ha recopilado minuciosamente todos los escritos que ha producido a lo largo de los años, organizándolos en archivadores debidamente etiquetados.
Concluida la tarea, toma asiento en su sillón y durante un buen rato contempla satisfecho el resultado. De pronto, se levanta y desordena todos los escritos, rompe en mil pedazos el listado donde describe cada fotografía y esparce por la casa las hojas de los documentos importantes. Sonríe el viejo mientras piensa que lo único que le queda por hacer es ordenar lo que ha sido su vida.