Cuarenta y ocho horas y el talento para crear «Una novela francesa»
De pequeños, la mayoría hemos querido dedicarnos a la arqueología, aunque el arrebato haya durado apenas unas semanas; estudiar el arte y la antigüedad, a través de unos restos encontrados por casualidad o a propósito de ciertos indicios. ¿Quién no ha soñado con parecerse a Indiana Jones y con hallar el Arca de la Alianza […]
La isla hundida: Verne o una bella traición
Ensayo sobre VERNE, Jules: La esfinge de los hielos. Akal, Madrid, 2008. Cada uno tiene su Verne particular. De hecho, para los de mayor edad, el escritor francés se llamó siempre Julio, aunque mucho más tarde comprendimos que los nombres propios no se traducen, que no pueden expropiarse a otra lengua. Jacques Derrida, que estaba […]
La última vez que vi París
Así debo empezar, con una confesión elocuente. La última vez que vi París nadie supo que me había ido . Por supuesto me perdí, con fluidez, en el lugar, con toda la elocuencia a la que acostumbro. Digamos que siempre hay una cierta elocuencia –perderse- en recorrer un lugar. Dos raíces muy parecidas, loqu y […]
Cioran (casi) en silencio
Lo que estoy tratando de bosquejar está en presencia de lo que quisiera nombrar como silencio vertiginoso y por eso espero que mis propias palabras se inclinen del lado correcto. Dicho de otro modo, pensar otra manera de pesar, o sea, el pienso del silencio, su peso. Si hay algo que me preocupa es tener […]
Sin aliento, un parloteo: notas sobre des Forêts
Quizá porque habría que leer más allá de lo escrito si queremos comprender una sola palabra. Es un barro fértil, entonces, el de la escritura. Las flores de la retórica crecen en este barro fértil, lleno de conchas y fósiles. Este lodo fértil de la imaginación es el fermento de la lectura. Lo que quisiera intentar encontrar en el punto ciego de la lectura de des Forêts es una especie de lectura/s sin la violencia de la dialéctica, el remache silencioso y la meditación tácita de un ensueño alejado del ruido y la furia que nada significan. Leer El Charlatán, como leer, en general, cualquier texto que constituya por sí solo un pequeño peirón en los caminos del pensar, es sumergirse en las profundidades de un abajo que también está más allá, la inmersión para siempre suspendida, el instante desde entonces siempre pendiente, pero es el único otro mundo posible (no hay mundo postrero o antes del mundo, solo hay lo contrario, el interior, lo íntimo, de este mundo).