En el continuo debate que mantienen los literatos sobre la buena literatura rara vez salen reconocidos autores superventas. Debieron transcurrir cincuenta novelas para que a Stephen King (Maine, 1947) le quitaran la etiqueta de escritor de folletín con la publicación de 22/11/63. A pesar de ello, y tal y como ha reconocido el escritor Antonio Orejudo, «King es un autor que vende un número de ejemplares que a mí me gustaría vender y que, sin embargo, no entra nunca a formar parte de las conversaciones de los escritores cuando hablamos de alta literatura».
Al margen de cualquier debate, la novela que publicó en 2011 le valió el reconocimiento por parte de la crítica como autor de culto. Una novela poliédrica, en cuanto a géneros y tramas, sobre un viaje al pasado para evitar el asesinato de John F. Kennedy. Otro superventas, sí. Pero también una novela atípica en su trayectoria, con la que se abre a nuevos lectores.
Stephen King lleva y llevará siempre el sobrenombre de maestro del terror. El grueso de su obra son novelas terroríficas, aunque hay excepciones de éxito fuera del género como la serie Las cuatro estaciones; o el manual de escritura y de memorias Mientras escribo (2001) y del que el año pasado se ha publicado una nueva edición. Pero la materia que verdaderamente domina con maestría es el suspense. Suspense, sobre todo en esta novela. En la que hace un alarde de oficio y experiencia demostrando, también fuera del terror, ser uno de los mejores narradores de la literatura norteamericana.
Varias novelas dentro de una novela
Jake Epping, profesor de literatura en un instituto de Maine, tiene la oportunidad de viajar al pasado a través de una puerta de la despensa del diner de su amigo Al Templeton. Esa especie de madriguera de conejo dirige siempre al mismo lugar, del mismo día en 1958. Templeton convencerá a Epping de que atraviese la puerta y llegue hasta 1963 para impedir el asesinato de JFK, convencido de que evitando la muerte del presidente se producirá un efecto dominó y salvarán millones de vida.
Reconocida por Los Angeles Times como la mejor novela de intriga de 2011 y la mejor novela sobre viajes en el tiempo desde H.G. Wells según The New York Times Book Review. Pero 22/11/63 va mucho más allá de los viajes en el tiempo, o del asesinato de Kennedy. Es una novela disruptiva dentro de la trayectoria de Stephen King porque se desmarca del terror para crear una historia social de drama y suspense, con manifiesto carácter ecléctico. A primera vista se la cataloga de ciencia-ficción, pero tan pronto nos encontramos ante una novela histórica como romántica –porque también hay una historia de amor que llega a rivalizar por el protagonismo del argumento–, espionaje, thriller, suspense… Todo cosido a través de diferentes sub-tramas que bien podrían cada una de ellas sostener su propia novela.
22/11/63 es un retrato político-social de finales de los 50 y principios de los 60 comparado con la época actual (2011), que se atreve con la crítica a la América puritana pero sin aleccionar. Un tiempo recreado con descripciones muy visuales y al detalle, a través de la cotidianidad de sus locales, ropas, comidas, coches, apuntando, incluso, el precio de los productos. Un tiempo que King recuerda con nostalgia, convirtiéndola también en una novela sobre la historia reciente de Estados Unidos.
La gran obra de King
Coherente y verosímil en todos sus aspectos. Una historia redonda, de aristas trabajadas con un desenlace que no defrauda a pesar de las muchas expectativas que se crea el lector al tratarse de un hecho real e histórico.
En efecto, es su primera novela basada en hechos reales, donde se entremezclan personajes ficticios y reales. Pero no es la primera historia que se ha escrito sobre, o alrededor del asesinato de Kennedy. King demuestra oficio y experiencia en este aspecto. Apoyado en la teoría de la navaja de Ockham, a la que hace referencia en la novela y sostiene que «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta», huye de teorías conspiratorias para centrarse en la versión oficial –en la que Lee H. Oswald es el único asesino–, lo que le permite concentrarse en el desarrollo de la trama y favorecer la historia.
22/11/63 será posiblemente la gran obra, la novela más magistral de King. Como muchas otras del autor, adaptada a la pantalla en forma de serie. Un libro escrito con el ímpetu de abordar un acontecimiento que lo cambió todo, en palabras del propio autor: «el 11-S de nuestra época». Y una historia sobre los años 60 escrita, al mismo tiempo, con nostalgia, y oficio.
Título: 22/11/63 |
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[…] y con más de 35 años de carrera, que la crítica se rindió ante él con la publicación de 22/11/63. Sin embargo, en el año 2000 ya había publicado un libro que se convirtió en uno de los más […]
[…] y con más de 35 años de carrera, que la crítica se rindió ante él con la publicación de 22/11/63. Sin embargo, en el año 2000 ya había publicado un libro que se convirtió en uno de los más […]
Hola. Acabo de terminar de leerlo y sólo puedo decir que Stephen King es un retorcido enfermo mental, por no seguir añadiendo adjetivos calificativos. No sé qué es lo que esperaba del final del libro, pero es demasiado agridulce. ¡Claro que me gustó el final! Y el resto del libro, pero me dejó muy mal sabor de boca. Creo que consiguió que me metiera de lleno en el libro, con esa redacción en primera persona como si tu mejor amigo te estuviera contando una historia que le sucedió. Quería llegar al final, ver cómo terminaba todo y a la vez no quería pasar a la siguiente página. No quería seguir leyendo lo obstinado que era el pasado. Al final, me ha dejado un sabor a tristeza, más que a alegría. Para qué negarlo, alguna lagrimilla también he soltado. Sólo con Relámpagos de de Dean R Koontz me pasó algo similar, siendo un libro mucho más corto. Lo mismo es que me meto de lleno en la trama…
La verdad es que, bien pensado, también me dejó cierta sensación de tristeza o melancolía. Te mete tanto en la historia que, como bien dices, es como si fuera la historia de un amigo o algo que afecta a uno mismo. Con pocos libros he tenido esa sensación. De verdad ha sido como un viaje al pasado. Y al terminar el libro he tenido la misma sensación como cuando vuelves de vacaciones, que cuesta un poco volver a la realidad.
Gracias por tu comentario Ikarus.