El barco ha encallado en una fila interminable de rocas. Como sospechaba la tripulación, Casper no tiene ni la menor idea de cómo manejar el navío del capitán holandés. Con las notas de Unchained melody de fondo, el fantasma de Canterville no ve cómo salir airoso de la situación, nadie le ha explicado cómo funciona un torno de alfarero y mientras abraza a la chica, le angustia el miedo a no dar la talla. Exhausto de tanto mover muebles y dar portazos misteriosos sin ser visto, el espectro de Abraham Lincoln se rompe la cabeza para descubrir cómo hacer de poltergeist en la pantalla del televisor. Paradójicamente, su sustituto en la Casa Blanca no consigue llamar la atención y se aburre desesperadamente. Por algún motivo, resulta normal ver a un jinete sin cabeza en el sillón presidencial.
Nadie recuerda quien tuvo la idea de los intercambios para dar un nuevo impulso a su vida fantasmal, pero está claro es que probar cosas nuevas no ha resultado tan excitante como esperaban. Es lo que pasa cuando contratas con agencias de bajo coste, piensa con resignación Freddy Krueger. Le ha tocado hacer de fantasma de Elvis cuando todo el mundo sabe que es una leyenda urbana. Lo peor es que, encima, en Graceland le han cobrado entrada.