Queridas y queridos lectores os voy a confesar algo: descubrir lo que es descubrir a Graham Greene lo hice viajando a su país. Un día de noviembre de hace ya un buen pico de años, iba yo caminando por la ciudad de Exeter, al suroeste de Inglaterra, con un viento tan frio que te pelaba la piel y todo lo que se le cruzara por su camino, cuando entré buscando refugio al calor de una de las innumerables tiendas de libros de segunda mano. Ocurrió un pequeño milagro: cogí por primera vez su novela Viajes con mi tía. En mi Facultad de Filosofía y Letras, mi profesor de inglés nos mandó leernos su libro The end of the affair y fue un viaje como lector que no me apasionó mucho, la verdad. Sin embargo tuvo que ser algunos años después cuando por primera vez conocí a un escritor completamente diferente: con un enorme sentido del humor y con una capacidad narrativa que podría dejar tumbada a una isla llena de loros y de los grandes. Yo creo que incluso con un libro que cuente una historia triste, uno debe de estar entretenido y cuando leemos historias tan amenas, llenas de sentido del humor y a la vez con una lección de vida, como decía el profesor John Keating del Club de los Poetas Muertos, entonces es un libro clásico que no se te va a olvidar en la vida. El brillantísimo Graham Greene (Berkhamsted, Inglaterra 1904- Vevey, Suiza, 1991) destacó por sus obras maestras como El poder y la gloria, en la que se nos ofrece un viaje al catolicismo y la intransigencia a través del atormentado, por su conciencia católica y por el hecho de ser padre de una hija, el cura mejicano José, o El tercer hombre en la que nos narra viajes de espías y confusiones en la Viena fragmentada de los años 50 a través del escritor de novelas baratas Rollo Martins. Sin embargo en la narración de esta serie de viajes con Henry Pulling, un empleado de banca retirado e ilusionado con cuidar sus dalías y su tía Augusta, una exprostituta de lujo y exitosa en el mundo del espectáculo, nos muestra su verdadera maestría en el arte de contar y provocarte la risa y a veces la carcajada. Es difícil que un libro se haga ameno, esa es la verdad y aquí tenemos a un contador de historias que seguro disfrutó enormemente compartiendo sus ideas y vivencias con nosotros los lectores.
¿Hay acaso una forma mejor de vivir el día a día como viajar? ¿Y si no se puede por un motivo u otro, hay algo de malo en viajar leyendo a un escritor? Viajar es vivir y vivir el presente cien por cien. ¿O no? Responded ustedes. No me digáis la respuesta porque parece que la estoy escuchando. Invito a recordar a este maestro en el arte de escribir y háganlo con esta novela Viajes con mi tía, que a través de la web se puede conseguir. No me atrevo a prometer diversión con su lectura pero yo la buscaría porque desde su primera página ya se nos muestra el mejor Graham Greene, el escritor viajero.