
Ciencia ficción. A la mayoría les vendrán a las mientes Darth Vader, el señor Spock, el xenomorfo de Alien e incluso Neo jugando al limbo con unas cuantas balas. Mientras que a los que nos pirra la literatura de este género seremos más pedantes y evocaremos a Ray Bradbury, Philip K. Dick, Arthur C. Clarke, Stanislaw Lem, Ursula K. Le Guin, J. G. Ballard… y aquellos que alardeen por encima de sus capacidades, a Asimov. Pero en quien nos vamos a centrar en esta ocasión es en Brian Aldiss (al que imperdonablemente desconocía hasta ahora). Un autor complejo por varios motivos, pero que finalmente logró crear una obra maestra con su trilogía Heliconia. Aunque la novela con la que llegó a destacar fue Los superjuguetes duran todo el verano, en la que se basa la película A. I. Inteligencia Artificial de Spielberg. Otra cosa que no sabía. Y me da igual, pues no es una película que aprecie. Yo quiero hablar de Heliconia: Primavera, primera parte de la trilogía, porque la perspectiva que me ha abierto su lectura me ha hecho amar aún más este género. Amor debido a los planteamientos filosóficos que se nos presentan a través de futuribles, pero que son reflejo de lo que hemos sido y somos como civilización. Y en el caso de este libro nos encontramos con un ejemplo de la mayor exquisitez, pues se trata de una historia que ilustra maravillosamente la dialéctica histórica de Hegel.
Un relato que nos hace cobrar conciencia de lo raquítica que es la crónica del ser humano.
Y vamos a ver por qué. Heliconia es el nombre de un planeta habitado por seres humanos, fauna terrícola y las especies originales de este mundo. Pero, lejos de encontrarnos con una civilización avanzada, al inicio se nos muestra una tierra helada en la que la raza humana subsiste dividida en pueblos bárbaros sin tecnología alguna. Pueblos que luchan entre sí y contra los phagors, la otra raza dominante. Caza, comercio, esclavismo, milicia y religión estructuran las diversas poblaciones. Y, sobre todo, la tradición. Tradición a la que pertenecen las leyendas de tiempos pasados que comprenden toda la historia conocida. Tras esta presentación, la historia se centra en una generación de miembros de una comunidad bárbara asentada en las ruinas de una civilización anterior más desarrollada. Una generación que experimenta un cambio climático en el que las temperaturas aumentan y con ello cambia todo el ecosistema. Y este periodo de bonanza climatológica coincide con las inquietudes de un grupo de mujeres de la comunidad. Aquí surge la dialéctica de Hegel. Mientras unas se interesan por descubrir qué ocurrió en el pasado, otras trabajan para comprender que está ocurriendo ahora. De este modo se nos va mostrando poco a poco la particular mecánica que rige el planeta. Porque Heliconia pertenece a un sistema binario en el que la rotación sobre la estrella más cercana equivale a 1.42 años terrestres, mientras que la vuelta en torno a la estrella mayor equivale a 2592 años. Ya solo tenemos que imaginar como son las estaciones de ese «gran año» y lo que ha podido ocurrir en el pasado. Puestos en situación, aquí va mi texto favorito del libro:
Esto os digo a todos. En el pasado, en el remoto pasado, ocurrió cierto desastre. Fue tan completo que nadie puede entender ahora en qué consistió ni cómo llegó a producirse. Solo sabemos que trajo un frío y una oscuridad perdurables. Tratáis de vivir lo mejor posible. Está bien, está bien; vivid bien, amaos los unos a los otros, sed amables. Pero no pretendáis que ese desastre nada tiene que ver con vosotros. Puede haber ocurrido hace largo tiempo; pero infecta cada día de nuestras vidas. Nos envejece, nos desgasta, nos devora, arranca de nosotros a nuestros hijos. No solo nos hace ignorantes, sino también enamorados de nuestra ignorancia. Estamos enfermos de ignorancia.
El ciclo estacional de Heliconia trae grandes cambios de los que todos se benefician, pero no todos se sienten confiados con la primavera. Es la búsqueda de respuestas de los personajes que componen esa minoría la que nos va ofreciendo más información acerca de ese pasado ignoto anterior a la fría oscuridad que conocían. Una historia que mantiene al lector enganchado a ese descubrimiento progresivo y a las subtramas personales de los diversos protagonistas. También con algunos textos escritos en cursiva cuyo contenido no voy a revelar para no fastidiar la pequeña sorpresa que ofrece la primera vez que el narrador hace una de estas aclaraciones.
Pero este libro solo es una presentación de lo que está por suceder, pues las nuevas oportunidades vienen de la mano de terribles amenazas. Y el final de la primera parte de la trilogía nos deja al borde de una crisis inminente. Por lo que estoy deseando comenzar con el segundo libro, Heliconia: Verano, reeditado por Minotauro a principios de este mes. Y sin duda quiero hacerlo mientras aún tengo fresco lo recién leído. Probablemente surjan acontecimientos que centren la historia en una nueva trama sin mucha continuidad con lo anterior, pero me muero por saber que pasa. Porque lo que realmente me ha fascinado es cómo los personajes del libro, al descubrir la luz que les ofrece ser conscientes de que hay mucho más de lo que conocen, arrostran su ignorancia cada uno a su manera en base a aquello que consideran más importante para dar sentido al nuevo mundo que se les presenta. Un futuro que es a la vez pasado, pues la mecánica celeste de Heliconia hace que su historia sea cíclica. Así que aún está por ver que les ofrece de nuevo esta vuelta a los habitantes del lejano mundo con dos soles. ¿Se harán las cosas de otra manera o se repetirán los hechos de las antiguas leyendas? ¿Será posible alcanzar un progreso duradero o el invierno devolverá todo atrás en el tiempo? ¿Qué significan realmente pasado, presente y futuro en Heliconia?
Todo esto y mucho más en su librería más cercana. Disfruten de la primavera.
| Título: Heliconia: Primavera |
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