El cine es una experiencia estética vigente en la cotidianidad de los seres humanos, bien como reflejo de fenómenos sociales o como recuerdo, o simplemente como tema. Con ello entra en consideración de las experiencias psíquicas y camina más allá de lo racional, alejándose considerablemente de la oralidad del lenguaje, sin prescindir de este totalmente. Las películas tienen una autonomía en sí mismas que como espectadores, críticos o analistas no se puede vulnerar. Si así sucediera, nos alejaríamos de las premisas sagradas del director o directora, lo que constituiría un mal punto de partida.
Centroamérica es la región geográfica comprendida entre América del Norte y América del Sur, compuesta por siete países independientes: Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. La variedad de sus propuestas artísticas es heterogénea y abundante. Desde el Instituto Cáder de Arte Centroamericano (ICAC) del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se trabaja para conseguir la difusión e investigación de dicho arte y sus diásporas, contando con una dimensión infraestructural que contribuye a dar soporte al trabajo realizado por los artistas multifacéticos.
Comisariado por Patricio Majano, los días 19, 20, 21, 26, 27 y 28 de junio ha tenido lugar la muestra de cine y video dedicada a El Salvador: “Los reyes de la página roja. Otras visiones de Centroamérica”, donde violencia, diáspora e hibridación cultural de la región son protagonistas de las producciones.

El documental de Marcela Zamora, “Los ofendidos” (2016), y la ficción documental de Brenda Vanegas, “Todos los peces” (2022), son la apuesta de la programación junto a una serie de miradas de cortometrajistas salvadoreños.
Con la película de Marcela Zamora hacemos una lectura concreta de los hechos que se contemplan. Me pregunto, por una parte, ¿dónde los miramos? Y, por otra, ¿A dónde queremos llegar? El contexto donde se desarrolla la propuesta exige una mirada hacia la historicidad del país, El Salvador. El tratamiento de la sociedad salvadoreña en la época de la guerra (1980 hasta 1992). 12 años transcurrieron antes de los tan mencionados acuerdos de Paz (16 de enero de 1992) que pusieron fin a los conflictos armados internos en aras de promover la democratización de la zona. Dando unas notas importantes para entender el momento político que se vivía en el país, Marcela Zamora hace una propuesta donde no se vulnera la honestidad de lo narrado, corroborado esto por los documentos gráficos de la infamia, las entrevistas a los encarcelados, invadidos en cuerpo y alma, con las impagables imágenes de su padre Rubén Zamora, político y activista social. Pero, en “Los ofendidos”, ¿Qué hay?, por encima de todo, interés por contar la verdad. Los síntomas que deja sentir la directora van arrojando el intento por sanar el dolor de los protagonistas y caminar hacia la conciliación entre las distintas posturas políticas. En el proceso de sanación inevitablemente nos encontramos con los torturadores y los torturados con la distancia del tiempo transcurrido. ¿Cómo evolucionar frente a “Los ofendidos”? En un momento estamos desconcertados por lo que se nos cuenta, un drama brutal que, por otra parte, se repite en reiteradas ocasiones en el contexto geográfico de Centroamérica. Avanzamos en el tiempo del argumento observando cómo se nos cuenta y se nos ofrecen imágenes de la extradición de Carlos Eugenio Vides Casanova. En una secuencia demoledora vemos a una de las mujeres víctima de torturas, abusada e inducida al aborto de un bebé de ocho meses, dando lugar a una serie de significaciones claramente denunciantes del horror. ¿Se acerca a nuestro mundo? El peso de los acontecimientos es de tal calado que resulta imposible sentir lo que se nos dice sin salir tocados. Esta escritura fílmica nos permite entender. No es posible separar la historia de lo que la imagen escupe, dando lugar a pensar que la conexión externa tiene mucho que ver con el mundo interno de quien ha dirigido la película; la lógica causal de lo que vemos refuerza la lógica de lo vivido.

Una muestra muy significativa de cortometrajes nos desbordo en emociones por su versatilidad y multifacéticas propuestas. Se exhibieron los trabajos de Lucy Tomasino. “Piel y cicatriz” (2022) donde contemplamos los cuerpos fluir libres en consonancia con las aguas, Gabriela Novoa. “Pulsión” (2017) con su trabajo experimental da muestras de libertad nuevamente a través de las performances realizadas por actrices en torno a la danza con fuego y hielo como cómplices. Denisse Griselda Reyes “Variations” (2021-2025) participa con un cortometraje donde muestra la introspección y la mirada a su propia vida como reflejo de espejo que muestra vivencias y dotan a la pieza llena de archivos, cosas y expresiones performáticas de un onirismo y una magia pudiendo sentir sus raíces salvadoreñas. Domingo Castillo Flores, Patricia M. Hernández, Natalia C. Zuluaga). CISMA / SCHISM “Public Display of Professionalism” (2018) pusieron la nota de color ácido y el ritmo trepidante a unas imágenes convulsas representativas del espíritu enérgico y creativo de la juventud. Elyla. “Prayer for Tending Death” [“Una oración para acompañar a la muerte”] (2024) y Elyla y Milton Guillén. “Torita encuetada” (2023), dos trabajos donde la incursión de lo distinto, lo que trasgrede lo clásico, lo vulnerable, logra dar una lección de lenguaje fílmico de altura. Acompañados de vestuarios, bandas sonoras, luces y puesta en escena obligadamente libres, asistimos a una propuesta inteligente, contraventora y plena de interrogantes. Si el lenguaje fílmico se expresa con los objetos, las cosas, y de manera relacional, estos dos cortometrajes son un ejemplo magnífico de lo que es el cine, imágenes en movimiento que crean procesos de significación. ¡Una pasada absoluta!

Finalmente, la muestra concluyó con la proyección y el debate de la película “Todos los peces” (2022) dirigida por Brenda Vanegas. Para empezar a pensar cómo funciona esta película nos planteamos cómo actúan las herramientas tecnológicas que soportan a la misma. La película se acerca a la realidad a través del uso concreto de objetivos y, con ello, se nos impone una forma concreta de mirar y desde ahí nos cuestionamos el sentido de esta. Como espectadores le estamos demandando claridad y credibilidad, dos características que se cumplen. En su recorrido, la directora nos muestra, a través de panorámicas, planos secuencia, voz en off el argumento, entramos en conexión con el entramado de “Todos los peces”. Es entendible y creíble al mismo tiempo. Yo me creo el momento narrativo que estoy contemplando porque se sustenta desde un punto emocional que Brenda Vanegas tiene interiorizado con vivencias de su propia vida o la de quienes la han rodeado, con ello se nos hace verosímil. Viajamos hacia una serie de conclusiones propias de cada espectador desde la subjetividad a la que se somete por sí mismo. Previamente aceptamos como válidas las siguientes premisas: En la historia las mujeres casi niñas son violentadas y tienen hijos de manera continuada y, el paso del tiempo no corrige las actitudes de relacionamiento entre los adultos varones con las mismas. Porque en el transcurrir de toda la película la directora no rompe lo admisible de esta, sino que va corroborando todo aquello que presentimos sin remedio, aunque internamente nos revelemos. Nuestra apariencia de pasividad ante la pantalla se rompe ante las decisiones que Brenda Vanegas toma, me explico. La protagonista de la película está enfocada visualmente en cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua, y por ello nos asombramos ante este posible mundo. Por ejemplo, cuando asistimos al incendio provocado por la protagonista contamos con una serie de significantes en el hecho de que este se produzca, asumiendo el revulsivo, la denuncia, la impotencia y muchísimas más cosas que nos están mostrando o que nos oculta el encuadre, pero que laten fuera de campo. Brenda Vanegas consigue un equilibro armónico entre lo narrado – voz en off – y, lo estético que vemos a través de las imágenes que concilia y consigue la obtención de significados sin que los mismos desdibujen la idea inicial de la película. Podemos entender los sentimientos de la protagonista, las circunstancias, adversas y difíciles de su vida y, todo lo que le rodea. Ese lago que tiene vida propia y donde está tan viva me atrevo a augurar más que pisando la tierra. Por ello, la película es un ejercicio de belleza-denuncia y apuesta por la vida por encima de todo.