Seguimos empeñados en que Karla Sofía Gascón pida perdón. ¿Y si no tenemos que perdonarle nada?
El mundo parece seguir empeñado en que Karla Sofía Gascón pida perdón (a estas alturas, por seguir existiendo). ¿Y si no tiene que pedir perdón por nada? ¿Cuántas veces ha pedido perdón la Iglesia, Trump o el Islam, por ser homófobos, machistas o transfóbicos? ¿Alguien los ha cancelado? Que yo sepa serlo forma parte de su propia existencia, pedir perdón por aquello de lo que están orgullosos de ser no entra dentro de sus planes. En su universo, Karla Sofía Gascón ni si quiera existiría. Y tiene tanto derecho como ellos a no pedir perdón.
Sin embargo, el mundo espera que pida perdón para así validar su culpa, pero la llamamos ególatra y prepotente por negarse a hacerlo. ¿Qué ejemplo de moralidad somos nosotros? ¿Tú? Tú, que te crees menos xenófobo e islamofóbico que ella, por no haberlo escrito en un tweet.
Si Karla Sofía Gascón sintió un día la necesidad de odiar una religión o fanatismo, el o la que fuera, por homofobia, transfobia, terrorismo o cualquier forma de odio y violencia, lo hizo y hasta comprenderán por qué. De forma impulsiva y errática, probablemente sí, pero desde aquí reivindico su derecho, y el de todas las mujeres, a perder las formas. Basta ya de buenismo.
Porque si Karla Sofía Gascón no pide perdón, igual es porque no quiere pedirlo. Que pida perdón si sus palabras han ofendido a alguien públicamente, no quiere decir que pida perdón por pensar o haber pensado de esa manera. Porque está en su puto derecho de hacerlo, por más que te joda. Por lo menos se mantiene fiel a su verdad, sin intentar lavar su imagen o tratar de ser ejemplar con una estrategia barata, así se empeñen en silenciar su postura. Mucho menos hipócrita que la tuya, a decir verdad.
¿Cuántos de los que la linchan a diario en redes sociales desde hace años le pedirán perdón a ella?
Roman Polanski violó a una niña de 13 años, por poner uno de los cientos de ejemplos que tiene el cine; en Afganistán las mujeres no pueden mostrar la cara ni hablar en público, y sufren violaciones constantes; y la Iglesia está infectada de casos de abuso sexual a niños (¿cuántos de ellos cometidos por una mujer?, me pregunto). Pero seguimos hablando sobre si Karla Sofía Gascón es más o menos racista. Nos creemos Dios, pero somos la santa Inquisición.
Espero poder celebrar muchos más éxitos de Karla Sofía Gascón y que su voz sea un altavoz para la injusticia social. No se puede acabar con el odio con más odio. En eso le damos toda la razón. Pero viene bien odiar de vez en cuando para resarcirse.
Porque muchas más mujeres encuentren su camino, gracias Karla. Gracias Emilia Pérez.