JET LAG
El domingo a las 2, hora española, ella fue a buscarlo al aeropuerto. Apareció en bermudas, sin afeitar, con el sueño cambiado por el desfase horario y unas ojeras tan profundas como el charco que acababa de cruzar. Se besaron como se besan las parejas que llevan mucho tiempo juntas. Estaba agotado y él le pidió que lo llevase a casa. Ella le aconsejó que se mantuviese despierto para evitar el jet lag, pero nada más llegar, bajó las persianas y se metió en la cama. Cuando se despertó, ella ya había cenado. Mientras se ponían al día, él se tomó un café con tostadas. Luego hicieron el amor con la pasión de los amantes que no saben si volverán a verse. Ella se quedó dormida y él, como no podía conciliar el sueño, permaneció escribiendo hasta el amanecer. Cuando ella se levantó, él ya se había acostado y no quiso despertarlo. Desde entonces, viven alojados en diferentes husos horarios, compartiendo baño y
colchón. Hay días que coinciden en la ducha y hacen el amor con premura adolescente. Otros, simplemente se dejan mensajes de amor pegados en el nevera.
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