La crítica literaria se ha movido generalmente en la tendencia decidida, y a menudo productiva, de leer los textos de su canon como si hubieran sido elaborados para ser alegorías de argumentos o motivos filosóficos. De hecho muchos de nosotros leemos como si nuestra principal tarea fuese rescatar proposiciones de las complejas formas literarias. Sin embargo, como ha señalado Gumbrecht, tal trabajo alegórico no llega nunca a concretar el papel en la producción de inmediatez histórica que las obras literarias u otras obras desempeñan. No permite percibir en qué medida los textos, como realidades significativas, pero sobre todo materiales, afectan a sus lectores tanto física como emocionalmente. En este sentido, cuando leemos Con el agua al cuello de Markaris, la trama, el argumento, pasa a un segundo plano, cobrando importancia, la Stimmung, que refiere a la dimensión que envuelve materialmente al lector, el estado de ánimo que nos circunda de profunda crisis económica y social, que se hace presente a cada paso que el detective Jaritos da en su investigación por las tumultuosas calles de una trágica Atenas. Es algo que llena a los textos de vida, porque en ellos se identifica una atmósfera dotada de presencia, que incluso “nos toca desde dentro”, al tiempo que por ello, precisamente pone de manifiesto el estado de ánimo de una época. La nuestra, como vio Koselleck destapa un uso inflacionario del término crisis extendido a casi todos los ámbitos de la vida.
Crisis, para el gran historiador alemán, indicaba inseguridad, sufrimiento y prueba ,y remitía a un futuro desconocido cuyas condiciones previas no podían aclararse lo suficiente. Quizá esa es la cuestión, ya no podemos aclararnos lo suficiente. todo aquél que se ha topado con alguna de las innumerables películas dedicadas al fenómeno zombie, tan de actualidad en estos años, reconoce con rapidez la atmósfera pre-apocalíptica que las acompaña. No es causal que Diary of the Dead de Georges A. Romero producida en el año en que se inició la crisis tome como punto de partida, como peculiar determinación hacia el mundo, la recurrente cita del alcohólico profesor a la Historia de dos ciudades de Charles Dickens: “Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos”. Las últimas palabras de Debra, la protagonista, después de contemplar un vídeo en el que le vuelan la cabeza a una mujer atada a un árbol por su propio cabello reflejaban quizá la disposición de un mundo que todavía podía presentar al menos una expectativa: «¿Valemos la pena como para ser salvados?… díganmelo ustedes». Sin embargo, de Romero a Kirkman el estado de ánimo ha cambiado. La atmósfera ya es nauseabunda, irrespirable. La sociedad que conocemos se cae día a día. Se ha dejado de tener la sensación de que el futuro está abierto y todas las instituciones que la respaldaban yacen en las cunetas. Así, cuando se aterriza en The Walking Dead: «El mundo que conocemos ya no existe”. Es un mundo gobernado por los muertos. Tanto que al concluir la segunda temporada (2011-2012) ya estamos convencidos de que: «this is not a democracy anymore!». La prisión al fondo-el campo más bien, que tal y como dijo Agamben se ha convertido en el paradigma biopolítico de nuestro tiempo- se destapa como localización dislocante, como matriz oculta de la política en la que vivimos.
La Stimmung se revela por tanto, como el estado de ánimo, como la atmósfera intangible que unifica las expectativas, lo valores, la miradas, los sonidos…De hecho, en el plano léxico, está relacionado con Stimme (voz) y con el verbo stimmen (“afinar un instrumento”). Se presenta por tanto, como una realidad física, aunque invisible, que como la música, por su condición material afecta y rodea a nuestro cuerpo. Cuando leemos en busca de la Stimmung, cuando oímos en busca de la Stimmung, descubrimos que desata en nosotros un ligero contacto de nuestro cuerpo con el mundo de un determinado momento histórico. Pensemos, por ejemplo en Cómo hacer crac de Nacho Vegas. Allí, la franqueza es el tono favorito, el más expresivo. La frustración es ahora definitiva. El canto folk y minimalista de Vegas revela el crac como Stimmung de nuestro tiempo. Si bien es verdad que Vegas advierte con “seriedad” que se trata de iniciar una “nueva vida”, pronto se descubre como un horizonte de expectativas cerrado. «En la calle se hace un gran silencio, pero si escuchas bien oirás un crac. En toda España sólo suena un crac. En occidente sólo se oye un crac […] una multitud haciendo crac…», concluye Vegas. Habrá que estar al tanto de ese rumor…
Gracias a Amanece Metropolis por dejarme compartir esta primera cuartilla de los ‘Diarios de Freder’. Seguimos en: ‘Zonas fronterizas. Filosofía y postcolonialismo’, d.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=ER-56cEvgqs
Bienvenido David, no podría ser mejor el estreno y muchas gracias por colaborar con nosotros. Contigo damos un salto de calidad. Ya estamos esperando la segunda cuartilla de ‘Diarios de Freder’.
Abrazos, j.
Gracias Juan, no es para tanto 😉 Nos leemos. Abrazos, d.
[…] escuchar continuamente debates sobre qué teoría económica se debería aplicar para salir de la crisis. Las dos principales fuentes de este debate tienen nombre propios Keynes y Hayek. Un par de […]