Las abejas, las termitas y las hormigas son insectos que viven en colonias sumamente organizadas y que guardan alimentos para épocas de carestía. Funcionan de manera muy efectiva trabajando en conjunto y cooperación y donde cada individuo tiene roles muy definidos desde que está dentro del huevo.
El hombre desde tiempos inmemoriales se ha aprovechado del trabajo de estas criaturas. Es más que conocida la llamada apicultura, al punto de llegar a criar a las abejas con el solo fin de recolectar su miel y otros productos adicionales como son la jalea real (con lo que se alimenta exclusivamente a la reina) el propóleo (el medicamento de múltiples usos y antibiótico de amplio espectro para las abejas) y la cera de sus panales.
Lo que no es muy conocido es que en ciertas partes del mundo también a las hormigas se las priva del producto de su arduo trabajo. En medio del continente africano, existe un país llamado Chad en el que millones de sus habitantes se encuentran en crisis permanente de hambre desde hace quién sabe cuántos años.
Para lograr darles algo de comer a sus hijos, las mujeres chadianas se unen en tríos y salen a primerísima hora de la mañana a buscar granos en las llanuras desérticas que rodean al desierto del Sahara.
Se autodenominan “termitières” y tras seguir el camino de las hormigas hasta sus nidos, una excava, la otra recoge con una pala y la última le quita la tierra con un cernidor de esparto a las semillas que los laboriosos insectos han recolectado, cuidando que no se pierda ni uno solo de estos preciados alimentos.
En un buen día estas abnegadas madres logran reunir unos 2 kilos y medio de semillas que luego muelen para preparar una masa con algo de agua y si hay suerte un poco de aceite, aderezarla con sal y así alimentar a sus numerosos hijos, que se encuentran ya al borde de la desnutrición.
Puede parecernos increíble, pero esta es una tristísima realidad para muchísimas personas, aunque no lo difundan ni mencionen la televisión o la radio o no sea jamás titular en los periódicos y ni siquiera figure en las noticias diarias de Internet.
Así que la próxima vez que se le ocurra invertir su valiosísimo tiempo en quejarse por tonterías, valore todo lo que tiene en vez de añorar lo que no posee. Y dedíquese a disfrutar de la vida, porque el solo hecho de saber que no dependerá de robarle comida a las hormigas para sobrevivir, debería bastar para hacerle sonreír al menos una vez por día.
Usted qué opina ¿esto TAMBIÉN es cultura?
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