En este mes de marzo nos visita en nuestra metrópolis la autora de microficción Patricia Nasello. Nació en Córdoba, Argentina, país donde aún está radicada. Tiene un máster en Escritura Creativa por la Universidad de Salamanca (USAL, España) y es contadora pública por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC, Argentina).
Ha publicado los libros de microrrelatos Nosotros somos eternos (Macedonia Ediciones, Argentina, 2016), Una mujer vuelta al revés (Macedonia Ediciones, Argentina, 2017) y Qué buen disfraz de leona (Ed. Micrópolis, Perú, 2019). También una antología personal, Está rugiendo otra vez (Quarks Ediciones, Perú, 2020) y una micronovela, Acabemos con ellos de una vez (Ed. Alción, 2019).
Ha participado en antologías, periódicos y revistas culturales en Argentina, México, España, Perú, Rumania, Chile y Bolivia. Algunos de sus trabajos han sido traducidos al francés, italiano, rumano e inglés. Administra la antología digital Piedra y nido V.V. A.A. minificciones, forma parte de Tusca Editoras —editorial artesanal dedicada en exclusividad a la publicación de minificción — y codirige el ciclo “La minificción en la voz de sus autoras y autores”.
Patricia ha tenido la amabilidad de compartir con los lectores de Amanece Metrópolis un microrrelato de cada uno de sus libros, así como el comienzo de su micronovela:
Montería
Nuestra tragedia comenzó tres meses atrás, el día del santo patrono, cuando las jaurías aumentaron su ferocidad. Antes sólo debíamos cuidar a los niños, dejarlos en la calle sin custodia era exponerlos a una amenaza fatal, pero ahora sólo los adultos jóvenes y sanos pueden aventurarse fuera de sus hogares, en grupo y armados. Llevamos noventa y cuatro días de un espanto al que nadie sabe cómo nombrar.
Nuestras bajas son numerosas, tanto por enfrentamiento directo como por el colapso del sistema: es difícil conseguir remedios y pronto comenzará a matarnos el hambre. Nosotros también matamos, pero allí donde cae uno de ellos, parece que dos, cinco, diez, brotaran en su lugar.
Los más viejos afirman que hubo un tiempo en que las dos especies convivimos en paz. Flaco consuelo nos ofrece el conocimiento.
Este sitio nos ha debilitado hasta ponernos al borde del exterminio. El enemigo, cada vez más numeroso, patrulla nuestras calles sin descanso.
De Nosotros somos eternos (2016)
La herida
Cuando el tío amaneció acuchillado en el callejón del otro barrio, nadie se sorprendió.
—Algún usurero se habrá cansado de esperarlo —decían.
—Por fin mi hija va a levantar cabeza —replicaba el abuelo.
La tía, pobre, se quedó con la cabeza gacha porque en cuanto volvimos del entierro, comenzó a vomitar apuestas, billetes de lotería, barajas, dados. El abuelo se asustó.
—En cuanto se saque toda esa porquería de encima estará bien —lo tranquilizaron.
Se equivocaban porque después, entre arcadas cada vez mas dolorosas, despedía besos, cartas de amor, jazmines. Se puso muy flaquita. Y débil, apenas se le escuchaba la voz.
Ahora ya no habla y la última vez que fui al baño, salía ella tapándose la boca con un pañuelo. Lo escondió dentro del puño. Quiso disimular pero yo lo había visto: estaba lleno de sangre.
De Una mujer vuelta al revés (2017)
Venganza
Despechado ante la indiferencia de ella, el domador ordena a sus leones que ataquen. La maga, con sumo placer, hace de cada fiera un amante.
De Que buen disfraz de leona (2019)
I – Fuera de casa
Sin nada que nos distraiga o estorbe, nos damos a la tarea de dividir la superficie helada que ahora habitamos de acuerdo a las posesiones que cada cual trajo consigo. La lucha para hacernos con una cuota de poder dentro de esta nueva jerarquía de mando que comienza a esbozarse es encarnizada.
Por lo demás, es cierto que pocos logramos subir a la nave y alejarnos antes de aquel enfrentamiento que hiciera de la Tierra una roca inhabitable. Si alguien anhela lo perdido disimula: no hay colonizador que se permita el lujo de la nostalgia.
Primer capítulo de la micronovela Acabemos con ellos de una vez (2019)