Recuerdos, instantes y soplos de vida es lo que vio pasar por su lado, sin esperarlos e incluso le pareció que casi sin disfrutarlos. Ahora que veía que el tiempo se esfumaba rápidamente necesitaba vivir de nuevo o rememorarlos como si fuera el propio acto.
Ahí, en su aparente tranquilidad y alegría, los posos del pasado se depositaban en su alma, para bien y para mal, y ella sonriente solo quería pasar momentos. Disfrutar un poco más de todo aquello que le había hecho sonreir: un paseo por la montaña, una caricia de soslayo, un beso encontradizo, todo lo que no costara pero que no tuviera precio.
Momentos pasados, eran solo momentos pero que se dibujaban como si fueran presentes, fueron reales y seguirán siendo reales, pues existe algo llamado recuerdo que habita ahí donde menos uno se lo espera. Eso es lo que ella anhelaba que la mente y la imaginación jugara con su vida, dándole vitalidad en algún que otro día que no hubiera recuerdos.
Realmente ella solo quería recuerdos, incluir en un rincón de su cuerpo momentos que le evocaran felicidad: una entrada de cine, un folleto de un museo, un tríptico de un teatro, información de sus días pasados.
¿Pero todo eso en verdad era realidad?