Está dispuesta a tirar la casa por la ventana, por eso hoy sí le deja su carmín, y hasta el colorete; e intenta que no la vea morderse el labio desesperada cuando la pequeña desatiende sus consejos de que las mujeres guapas, en realidad, parece que no van maquilladas. Bajan a la calle, pasean. En la tienda, la chiquilla se encapricha de una camiseta escotada, y aunque aún no tiene pecho, su madre abre el bolso, aparta la desesperación, los papeles del divorcio, la pena y de debajo de la culpabilidad cuando por fin lo encuentra, saca el monedero y paga.
Buena reflexión sobre «El arte de educar «. Con pocas, pero concisas palabras nos muestra la tan corriente situación de sustituir , a golpe de minedero, el necesario papel de una maternidad y paternidad responsable
Hola Montserrat. Como bien dices, educar no es fácil. Hay muchos padres y madres que se preocupan por rodear a sus hijos de los valores que creen correctos y están dispuestos a pagar el precio que ello conlleva (tiempo, esfuerzo, atención, cariño, límites…) y otros que introducen excepciones que simplifican la ecuación. En cualquier caso, mucha suerte a ambos. Un abrazo y gracias por comentar.