La Ley 10/1998, de 21 de abril, sobre Residuos, obliga a los municipios con una población superior a 5.000 habitantes a instaurar sistemas de recogida selectiva de residuos. Eso significa que disponemos de tres formas de deshacernos de nuestros sobrantes: la tradicional recogida de basuras, los ya más que familiares contenedores de colores y los llamados Puntos Limpios. Estos últimos, son lugares a los que puedes acudir para abandonar todo aquello que no encaja en las otras dos formas de recogida. Lo raro, lo extraño, lo que ha dejado ser útil y lo que estorba.
Cualquiera que haya acudido a un Punto Limpio a soltar lastre, habrá experimentado una satisfacción inesperada la primera vez, deseada el resto de ocasiones. A pesar de lo gratificante, no es fácil tomar la decisión y mucho menos ejecutarla, especialmente para las almas nostálgicas. Los objetos que envejecen a nuestro lado están llenos de experiencias, cambian su color y su olor con el paso del tiempo, tienen cicatrices, están llenos de recuerdos y secretos. Se trata del viejo «ay, si estas paredes hablaran». Cuando alguien quiere dejar de oír cómo murmuran las paredes las silencia con una mano de pintura, sepultando los viejos relatos capa tras capa. Son esos estratos que vemos destripados cuando derriban una vivienda. En los bordes de los pequeños pedazos afloran los colores y los papeles pintados, como una exhumación involuntaria. Pero los objetos no, los objetos requieren otro esfuerzo que no es de brocha gorda o grúa: te acompañan felizmente un tiempo hasta que la indiferencia lo inunda todo, después pasas a su lado mirando de soslayo e ignorando la evidencia: «tengo que sacarlo de mi vida». Esta etapa puede durar días o años, sólo los cielos lo saben, y mejor que no hablen.
En Los Puntos Limpios todo está clasificado, puedes aparcar tu coche coche a pie de contenedor (puedes hasta no apagar el motor), el personal es amabilísimo; descargas y abandonas el lugar sin mirar atrás. Sabes que lo has hecho bien y que eres una buena ciudadana. A lo mejor, mientras conduces hacia un nuevo horizonte, fantaseas con un reciclaje digno para tu objeto querido o, tal vez, con una sádica trituración inmediata sin posibilidad de reconocimiento ni reutilización. No seré yo quien le reproche a una hermana la sed de venganza.
Ahora bien, maldigo a quienes, en un alarde de irresponsabilidad ciudadana, dejan lo que ya no quieren donde no corresponde. Hablo de los escombros tirados en la calle cerca de un grupo de contenedores sorprendidos: un colchón raído mirando fijamente al amable color azul que tiembla de miedo, una vajilla suplicando pegamento al radiante color amarillo, un televisor desorientado que espera que el despistado color verde vuelva a encenderlo. Los contenedores están educados para recoger, propiciar un espacio para una terapia de grupo exprés y ya, no les pidáis más. Además, estas prácticas ponen en peligro a quienes creen poder reparar lo irremediablemente averiado y se ven tentadas a llevárselo a casa. A tope con la economía circular, pero que vengan ya reparados, que una ya tiene bastante con lo suyo.
Me pregunto qué pasará en las poblaciones de menos de 5.000 habitantes, sin Puntos Limpios a los que acudir o cómo lo harán las que no tengan medio de transporte para poder echar el trasto y llevarlo. Sí, es un servicio público, puedes llamar y que desaparezca, pero no es tan sencillo: tienes que encontrar el momento de llamar sin que te oiga y disimular hasta que venga el camión. ¿Y si resulta que vienen y luego es más grande de lo que pensaban y no hay espacio para él? ¿Y si te reprochan que no es tal y como lo describiste y que no cumple con la normativa de recogida? ¿Y si te exigen que tienes que desmontarlo tú misma antes de que se lo lleven? Se pueden dar situaciones realmente dramáticas, imagina que quieres deshacerte de un frigorífico: cada vez que lo tocas te da una pequeña descarga eléctrica, no conserva bien los alimentos y tiene un olor que, por más que lo limpias, no desaparece. Lo detestas, pero no puedes comprarte otro.
Solicito formalmente más Puntos Limpios cercanos a cualquier hogar con el objetivo de que todos los hogares queden libres de basura. Y que las diosas nos protejan.