“En mi cabeza, entre mis caderas, dentro” (2023) fue la obra que me acercó formalmente a la malagueña Presina Pereiro, pues ya la conocía de antes, gracias a los martes que, de manera virtual, asisto a la Tertulia de Justo Sotelo. Desde el inicio, se fue forjando en mí una admiración paulatina, puesto que sus comentarios siempre dejaban un poso de conocimiento y humanidad. No obstante, su poemario me llevó de la mano hacia senderos propios desconocidos o, tal vez, poco explorados. Y si un autor consigue eso, nunca tengo dudas: es un artista.
Poco después, Presina me habló de su novela “Larga será la noche” (2023), publicada por Ediciones del Genal y presentada hace unos meses en su ciudad. Teniendo en cuenta que entre sus escenarios principales se encuentra el Valle de la Serena (Badajoz), uno de sus deseos era aproximarla a este lugar, enclave de uno de los intereses de la Alemania de los años treinta del siglo pasado. Las minas de wolframio y los planes que se gestaron para el desarrollo de la política expansionista nazi fueron decisivos en un período turbulento, donde la II República Española se hallaba amenazada por la sombra de un golpe de estado.
La escritora andaluza estudió Filosofía y Letras en la UMA. Cursó estudios de doctorado y se ha dedicado a la investigación histórica, becada por el Centro Superior de Investigaciones Científicas. Comprometida con el feminismo, y cofundadora de la Asociación de Estudios Históricos para la Mujer y de la Asociación para la Imagen Pública de la Mujer, entre otras, siempre ha intervenido en movimientos sociales y culturales. Pertenece a la Sociedad Andaluza de Escritores y su trayectoria literaria se extiende a diferentes ámbitos, desde artículos de investigación histórica, hasta poesía, relato, ensayo y novela. Entre sus poemarios, además del mencionado anteriormente, destacamos “Arde Prometeo” y “No he venido a ver el cielo” (2022); pero son numerosos los títulos en otros géneros, como “No dejes de buscarme” (2016), “Crónicas del mal amor” y “El otro lado del cristal” (2017), “Pasar haciendo caminos” (2019), “Del color de la tierra y las uvas” (2017), “El sol está a 23° 27’ ” y “El viaje de un poeta a Nueva York” (2018), “Planeta 50/50” y “La huella de su cuerpo en el sofá” (del mismo año), y “El leviatán del génesis” (2022).
Centrándonos en “Larga será la noche”, aparte del riguroso ejercicio de documentación histórica que realiza Presina, su estilo es impecable y la trama de su argumento no tiene ninguna fisura. Logra que las circunstancias de cada personaje no nos sean ajenas, que cada toma de decisiones ejerza sobre nosotros una inquietud progresiva, asfixiante; como el cerco de los acontecimientos sobrevenidos en una época oscura, difícil de enterrar, aunque diluida ya en estos tiempos en que creemos que nada de aquello puede volver a repetirse.
En una España convertida en un campo de pruebas de los sistemas bélicos nazis, donde la figura de Franco va esbozándose y mitificándose como caudillo –tocado por la baraka-, la república se agota entre rencores y descontentos. Los negocios también tienen ideología y las colaboraciones entre el futuro gobierno español y el movimiento nacionalsocialista alemán se van consolidando. El primero necesita apoyo; el segundo, wolframio. “Algo se derrumba sin que nada cambie”[1]PEREIRO, Presina. 2023. Larga será la noche. Málaga: Ediciones del Genal, p. 175, al menos, al principio y aparentemente. La Ruta de la Plata, cuajada de minas, se presenta como un nuevo paraíso hacia la prosperidad del vecino europeo. En Extremadura, Higuera de la Serena, Valencia de las Torres, Quintana… son sólo algunos de los pueblos donde la miseria hunde sus uñas con saña y campa a sus anchas. El contrabando, cruzando la raya de Portugal, es una alternativa insuficiente. Mineros muertos, familias destrozadas. El bolo siempre se lo llevan otros, pero la supervivencia es más apremiante que la conciencia.
En este tablero de ajedrez es imposible ser el rey.
Los peones poseen dos opciones: aceptar la limitación de sus movimientos o fantasear con llegar a ser la reina. En cualquier caso, hay que saber escoger el camino adecuado, pues en todos los laberintos existen minotauros. Subsistir en entornos hostiles, a veces, implica la aceptación de principios no compartidos. Fortalecer Alemania, ése era el objetivo que movía a Heinrich, Wilhelm y Norma en su juventud. Ahora, ese triángulo lo constituyen vértices maltrechos. Sus vidas han cambiado, los secretos guardados y la intuición que se desarrolla con la madurez se han transformado en acritud. Ya no son los mismos. Heinrich está marcado por los cánones y la obcecación que le ofrecen las estructuras de un partido que se dibuja perfecto. Wilhelm, uniformado frente al espejo y señalado como pieza importante para la intermediación en un proyecto sólido de imperialismo y ambición, siente remordimientos y teme al porvenir, sin renunciar a participar en ese engranaje imparable que puede salpicarlo de gloria. Ambos son dos caras de una misma moneda. Norma no permanece al margen, pero la culpa y la incredulidad ante las evidencias que su madre le enuncia, la paralizan, la mortifican en una red que, cada vez, se pega más a su cuerpo. Es judía y no podrá ocultarlo por mucho tiempo.
El brillo de Berlín es un privilegio para unos cuantos. Negros, gitanos, comunistas, judíos… serán excluidos del gran proyecto. “Nos han privado del honor, del orgullo, de la identidad”[2]Ibíd., p. 236 y, poco a poco, los atisbos serán hechos. El sueño de la Nueva Alemania les dará náuseas, su patrimonio financiará la guerra. La Ley para la Protección de la Sangre y el Honor de los Alemanes proscribirá matrimonios y relaciones sexuales para impedir el mestizaje y debilitar la pureza de la raza. Mientras, no sólo se desmorona una nación, sino familias enteras, enfrentadas por ideas, por realidades paralelas difíciles de plasmar en el día a día. Vivir exige no parar y el ser humano puede cometer muchos errores ante tanta urgencia.
Resulta complejo abarcar en una reseña la multitud de mensajes que Presina Pereiro arroja en cada frase, expresión, dato, palabra. Por ello, lo mejor es que el lector por sí mismo tropiece con ellos.
Presina me regaló su novela. Me la hizo llegar por correo. Para mí fue un gesto entrañable, que amplifica aún más el aprecio que siento por ella. Ojalá yo hubiera podido ayudarla a encontrar alguna librería o sala cultural donde presentarla en La Comarca de la Serena, y que un pedacito de ella se quedara en “mi tierra”. Puede que, antes o después, todo surja de manera espontánea y ese día, después del acto, esta magnífica escritora me firme su libro.
Título: Larga será la noche |
---|
|