Festival de San Sebastián 2023
Érase una vez un extraño, no tan lejano, país en el que se hacían esmeradas versiones de las máximas expresiones de su cultura para que sus gentes disfrutaran o aprendieran de ello, todo lo cual quedó ya muy lejos, obvio, ahora sería innecesario, vivimos tiempos mejores, estamos a otras cosas mucho más importantes, tenemos San Google, tenemos Instagram, tenemos Twitter o X (yo que sé ya…) tenemos nuevas inquietudes, nuevos anhelos, no sé si mejores…
Y en aquellos tiempos lejanos se estrenaban películas como “El espíritu de la colmena” o “El sur”
Eran días felices.
El cineasta Víctor Erice (Karrantza, Bizkaia. 1940) recibirá un Premio Donostia en la 71ª edición del Festival de San Sebastián. La gala de entrega tendrá lugar el viernes 29 de septiembre en el Teatro Victoria Eugenia, donde se proyectará su última película, Cerrar los ojos / Close Your Eyes, 50 años después de la Concha de Oro a su primer largometraje en solitario, El espíritu de la colmena.
Y el que esto escribe, el día que nos dieron la clave para poder acceder a reservar los pases de todo el festival, la primera película que seleccione fue “Cerrar los ojos”, la última película de Víctor Erice. No quería quedarme sin ver en primicia su último trabajo.
En realidad, estoy mintiendo (un poco nada más) la de Erice fue la segunda selección.
La primera fue Kimitachi wa dô ikiru ka (El niño y la garza) del maestro Hayao Miyazaki.
La primera película que ví en el cine del Hayao Miyazaki fue «El viaje de Chihiro». Y no me gustó. Yo era otra persona, mucho más joven, adrenalítico en muchos aspectos, en busca de estímulos audiovisuales más potentes
Quería que todas las películas fueran The Fight Club.
Pero la vida siempre te pone en tu sitio (vaya frase más manida, lo sé) y llegaron mis dos hijas para poner patas arriba todos mis mantras.
La revelación llegó cuando vi por tercera vez el inicio de Totoro. Totoro era una película inconclusa para mí, la empezaba a ver y nunca pasaba de la mitad del metraje por diferentes motivos externos a la película, un día era preparar la cena, el otro duchar a la pequeña, etc…
Y fue esa tercer visionado el que cambió todo, de repente seguir el periplo en busca de la hermana perdida me rompió algo por dentro. Qué sería de ellas cuando nosotros ya no estemos…
Una alarma inesperada resonó en mi cerebro en un tono agudo casi insoportable. Soy Padre, dependen de mi para todo ahora.
En la película de Miyazaki la madre está ausente por enfermedad (como la propia madre del director japonés lo estuvo muchos años) y es el padre el ancla de las niñas. Cuida, repara, ama sin condiciones.
Vamos que me puse a llorar como una magdalena…y la niña a mi lado me abrazaba.
Luego llegó Ponyo y esa travesía en Barco en busca del padre y otra llorera…
Y SI. En mi casa se viven intensamente las películas del estudio Ghibli.
Al poco de las llorera volví por fin a El viaje de Chihiro, esta vez acompañado de mis dos hijas, y la disfruté, vaya si la disfruté!!
Y también se convirtió en una de las películas favoritas de mi hija mayor, ya hemos quedado en ir toda la familia a ver la última de Miyazaki (el japonés ya es uno más de la familia) en cuanto se estrene comercialmente.
Con todos estos antecedentes mi viaje este año al festival de San Sebastián ya esta amortizado.
De la sección oficial como suele ser habitual solo se «salvaran» cuatro o cinco películas, pero con «Las Perlas» diarias todo es más llevadero.
La pregunta que me hago en esta edición del festival es:
¿Serán mis expectativas con Miyazaki demasiado altas?
En mi cronograma tengo dispuestas cinco películas al día, en alguna me dormiré, en otras reiré (espero que en más de una) y en otras lloraré ( espero que no se asusten mucho mis compañeros de butaca).
Y mi visionado final será Erice.
A priori, ¿Qué más se puede pedir?