¿Quién no puede hablar de cambio climático en estos momentos, después de lo que ha sucedido en Valencia, lo que puede suceder en otras zonas de España y en otros muchos países del mundo?
El cambio climático, debido a la concentración en la atmosfera de gases de efecto invernadero, es un problema mundial de extrema importancia. Este fenómeno producido por la quema de combustibles fósiles conduce a una elevación de la temperatura de la superficie de la tierra, del aire y el agua lo cual tiene numerosas y muy complejas consecuencias.
Los especialistas no se cansan de repetir que si no hay un cambio radical por parte de la comunidad internacional, el cambio climático puede poner en peligro la vida en el planeta Tierra a generaciones futuras.
Muy importante es tomar conciencia de que el cambio climático es debido a la acción de la especie humana y por tanto solo ella puede corregirlo. Dos importantes gases de efecto invernadero son el dióxido y el metano, con una diferencia: mientras el dióxido de carbono permanece en la atmosfera cien años o más, el metano lo hace entre diez y quince años.
EL sha de Persia, el actual Irán, uno de los auténticos «reyes del petróleo», en unas declaraciones hechas a finales de 1972 a la prensa de Viena dijo: «La capacidad de explotación del petróleo de Irán se explota al máximo. Los vendedores de todas partes intentan obtener más petróleo a cualquier precio. Opino que debe aumentarse el precio del petróleo para obtener dos fines: establecer una relación justa entre los precios del petróleo y de bienes industriales, por un lado, y, por otro, demostrar al mundo que el petróleo es demasiado precioso y caro para que se emplee en calefacciones y automóviles. Debería reservarse para la industria petroquímica. Para las demás formas de empleo, que se haga uso de otras energías».
¿Existen alternativas al consumo de combustibles fósiles? Mientras que el carbón y el petróleo se queman y no es posible recuperarlos, la energía potencial que posee el agua de un pantano, por ejemplo, se recupera nuevamente mediante un ciclo de todos conocidos. El agua se evapora y forma las nubes, que dan lugar a la lluvia, que al caer vuelve a llenar el pantano. De esta forma, la energía potencial perdida por el agua y transformada en energía eléctrica en una Central, se recupera y el ciclo vuelve a repetirse. Además, en el aprovechamiento de la energía hidráulica no surgen los problemas de contaminación que se presentan en el carbón y el petróleo.
¿Quién es, en último extremo, el que proporciona al agua la energía potencial que se ha transformado en energía eléctrica? La respuesta es fácil: El Sol al producir la evaporación del agua y formar las nubes.
Siguiendo el mismo razonamiento, cabría preguntar, también, quién ha proporcionado al carbón o al petróleo la energía que poseen. La respuesta es la misma: El Sol, pero, en este caso, ha necesitado para ello miles de años.
No es extraño que los científicos hayan pensado en la posibilidad de aprovechar la energía inagotable del Sol.
Ahora es necesario que lleguemos al convencimiento de que no es solo la ciencia la que puede resolver todos los problemas humanos; el único capaz de resolverlos es el mismo Hombre. Así el problema de aprovechamiento de la energía solar no es tanto un problema científico y técnico como humano. Nuestro planeta contiene gran cantidad de energía, pero hay dificultades, no de orden científico, sino político, para aprovecharla.
Decía Max Born, Premio Nobel de Física, que la ciencia distingue entre lo posible y lo imposible, pero la razón debe distinguir entre lo la sensato y lo insensato.
Jean Tirole. Premio Nobel de Economía 2015, en el capítulo «El desafío climático» (2017: 2017,2052), de su libro Economía del bien común, señala que «a pesar de la acumulación de pruebas científicas sobre el papel de la especie humana en el cambio climático la movilidad internacional sobre este tema es, en la práctica, decepcionante».
Este economista indica que «en economía el cambio climático se presenta como un problema de bien común». A este respecto, conviene recordar que son bienes comunes de la humanidad, aquellos bienes, algunos de ellos recursos naturales renovables, de los que podemos disfrutar todos, inclusos las generaciones venideras, pero que, sin embargo, no pertenecen a nadie. El aire es un bien común, lo mismo que el agua, los recursos marinos, las semillas, la belleza de un paisaje, etcétera. Todos ellos son afectados por el cambio climático. Sin embargo para el actual sistema económico-social son mercancías.
En el capítulo citado, Tirole analiza las razones del fracaso de todos los intentos realizados para hacer frente al cambio climático a través de protocolos o acuerdos entre naciones soberanas. Señala que «se trata de un problema mundial que ha demostrado que no puede ser resuelto en el marco de las naciones-Estado».
Jeremy Rifkin, uno de los sociólogos más populares de nuestro tiempo, en su libro El Green New Deal Global. Por qué la civilización de los combustibles fósiles colapsará en torno a 2028 y el audaz plan económico para salvar la vida en la Tierra (2019, Paidos) apela a las características del verdadero ser humano (empático, social y solidario) nunca aceptadas por el actual sistema económico-social.