Nicolás Jarque Alegre nació en 1977 en Albuixech (Valencia). Diplomado en Relaciones Laborales, ejerce de contable y sus microrrelatos han sido publicados en diversas revistas y recopilaciones como “DeAntología: la logia del microrrelato” de la editorial Talentura (2013), Lectures d´ailleurs de la Universidad de Poitiers (2013), “Despojos del ReC” (2014), “Ballenas en Hormigueros” de la editorial Ojo de Pez (2014) y , pertenecientes al colectivo Valencia Escribe, “Buffet libre” (2015), “El tiempo y la vida” (2016) y “Relatos con banda sonora” (2017). Más letras y relatos de Nicolás Jarque en su blog
“Las miradas miopes” publicada por la Editorial Enkuadres y que hoy nos trae a Amanece Metrópolis, es su primer libro en solitario.
*Empecemos por lo más visual: la portada de tu libro es de las que quedan grabadas en la retina ¿ese delfín tiene algún significado especial para ti?
La portada del libro es autoría del artista Mr. Trazo y no he tenido nada que ver en ella, por eso me gusta tanto esa conexión que creo que se ha conseguido entre portada y microrrelatos. El delfín para mí me retrotrae a la infancia y a esos juegos veraniegos dentro de piscinas y playas que actualizados a ahora me pueden llevar a cuando en muchas ocasiones me siento delante del ordenador a escribir.
*En el epígrafe del libro incluyes una cita de Benedetti “No quiero que me vendan sueños ajenos sino sencillamente que se cumplan los míos” ¿Era tu sueño publicar tu propio libro o quizá hay sueños escondidos en estos cuentos borrosos?
Más que un sueño, que lo es, publicar me ha permitido disfrutar de experiencias aparejadas con la salida de mi primer libro al mercado y las que me quedan, espero. Y sí, Las miradas miopes claro que recoge más sueños. ¿Cuáles? Prefiero que los lectores los descubran.
*¿Qué es para ti el microrrelato y por qué escogiste este género en concreto como medio de expresión?
Si nos ponemos poéticos, un microrrelato es una miniatura cerrada en una botella que vista desde fuera nos puede trasladar a París, Nueva York o Madrid, pero que realmente ocupa un espacio mínimo. Más dogmáticos, un microrrelato es un texto narrativo escrito en prosa donde el autor presenta una historia que muchas veces requiere la complicidad o participación de los lectores para resolverla. Escribo microrrelatos porque es la mejor forma que he encontrado hasta la fecha para manifestar mis inquietudes de una forma literaria y, principalmente, porque me parece un reto componer un microrrelato como si de una pieza de orfebre se tratase
* Siempre cuentas que naciste por accidente ¿crees que ese modo precipitado de llegar a la vida ha marcado tu mirada al mundo?
Quiero pensar que mi madre me transmitió la emoción del momento cuando a los ocho meses de gestación sufrimos ese aparatoso accidente que a punto estuvo de matarnos y que precipitó mi nacimiento y valorar así la fortuna que tuvimos. Así que seguramente mi visión del mundo viene marcada por ese día.
*Tus relatos rezuman visceralidad. ¿Es la pasión un filtro que usas habitualmente al escribir?
Sin pasión no podría vivir y mucho menos escribir. El día que pierda la pasión que me entierren vivo o me encierren en una celda sin llave porque no seré yo.
* Personalmente he descubierto latiendo entre estas páginas a un Nicolás que disecciona el corazón enamorado. ¿Crees que el amor mueve el mundo?
Lo mueve y lo detiene. El amor, y no solo el romántico, endulza la vida y el desamor la amarga. Así que querámonos mucho y todos los días.
* El libro está dividido en tres partes (Ceguera de amor, Ojo por ojo e Hipermetropía). ¿Son tres piezas del mismo puzle?
Sí, o esa fue mi intención al dividirlos de esta forma, siempre con el denominador común de la miopía.
* ¿La distorsión del enamoramiento, celos y venganzas (la catarsis) y la claridad de la percepción real por fin?
Así es, además me parece que lo has resumido de manera perfecta, mucho mejor que yo. Nuestra visión deteriorada puede transitar por estos elementos y por otros, pero principalmente por estos, y así quise reflejarlo.
*En muchos de tus relatos se perciben pinceladas y tintes cinematográficos ¿reconoces el cine como referencia en tu escritura?
El cine es primo hermano de la literatura y, como tal, se retroalimentan constantemente de un sentido al otro. La música u otras artes escénicas también, por lo tanto en mi caso creo que se trata de un acto natural.
* Por último, ¿qué tipo de gafas recomendaría Nicolás Jarque a la gente que aprecia de verdad para mirar la vida?
Las gafas de la naturalidad, pues con ellas todas las virtudes relucen y los defectos son menos defectos.
Déjame que, para despedirme, agradezca esta entrevista tan afinada, que no solo me ha divertido sino que me ha obligado a rebuscar en lo más hondo de mi interior. Y por supuesto, mil gracias por el espacio dedicado en Amanece Metrópolis, una publicación que va creciendo exponencialmente en cada nuevo número.
Gracias por tu tiempo, Nicolás, y mucha suerte con el libro.
A continuación os dejamos para disfrutar aquí algunos relatos incluidos en Las miradas miopes, que puede adquirirse a través de la editorial Enkuadres, del correo njarque77@gmail.com o en la librería Ramón Llull de Valencia.
EL INFILTRADO
Otra vez la ve despedirse con el brazo a través del retrovisor y entrar en su portal mientras avanza lentamente con el coche. Enciende la radio. Suena una balada de Joe Cocker, o se le parece. Tararea el estribillo, se le nublan los ojos, calla. Se siente culpable. En su cabeza —como ayer, anteayer o hace dos semanas—, se vuelve a reproducir la misma promesa: «Mañana la detengo y la llevo a comisaria».
EL TENIENTE PATTERSON
No pudo seguir adelante sin ella y se detuvo en plena marcha. Nosotros con él. Con lágrimas en los ojos, se desprendió de su fusil, del casco y de la placa del ejército. A Charlie le entregó su petaca de Jack Daniel´s, a Joe los cigarrillos de liar, a Tom la munición. Se abrazó a cada uno de nosotros, susurrándonos perdón y desertó allí mismo. Lo vimos partir hacia los campos de arroz de los que huíamos. Siendo sus hombres, por un momento, dudamos si seguirle, detenerlo por traición o dispararle para hacerle un favor.
DESENAMORÁNDOSE
Hoy, se cumplen cinco años, cuatro meses, tres semanas y dos días desde que la olvidé.
INTOLERANCIA
Empezó a rechazar la leche, el queso, la mantequilla, los yogures hasta que, sin saber por qué, un día se encontró incendiando la granja de su vecino.
MUSA
Escribí con soltura tres buenas líneas mientras ella se movía por el salón con una gran maleta, escupiendo palabras que yo no entendía. Así que me obligó a observarla, en silencio. La vi descolgar el cuadro de sirenas. Con él entre las manos, me miró de soslayo y sonrió con desprecio. Luego abrió la maleta. La plantó en el suelo e introdujo el cuadro, junto al diccionario de sinónimos, los discos de Serrat, las películas de Buñuel, Cien años de soledad, la colección de mariposas enamoradas y, finalmente, esta historia bien dobladita cuyo final desconozco.
DULCE VENGANZA
Habíamos bebido mucho, relampagueaba en el cielo encapotado y la orquesta Casablanca no era el grupo de rock que nos habían vendido. Ni siquiera el cantante lucía patillas. El colmo llegó cuando se bajaron del escenario por miedo a la tormenta que se avecinaba. Nos negamos a pagarles lo acordado. Ellos bramaron. Éramos cerca de doscientos paisanos contra cinco músicos enclenques. Una verdadera banda de rock nos hubiese destrozado el pueblo, ellos no. Visto que no iban a cobrar, se miraron entre ellos y empezaron a entonar la canción del verano. A pie, salieron del pueblo, detrás nuestras mujeres hipnotizadas.