Allí donde no existe un precedente no se pueden concebir alternativas a las condiciones existentes
Gerda Lerner
Hasta el 18 de mayor tenemos la suerte de poder sumergirnos en la ciudad de Murcia en el proyecto fotográfico Vulnerables de Silvia Marte. La muestra se encuentra en el Museo Hidráulico Molinos del Río. Puedes visitarla por tu cuenta y también acudir a las sesiones guiadas que la propia fotógrafa está organizando.
A lo largo de ocho años Silvia Marte ha rumiado este proyecto y durante otros 3 ha recogido testimonios de mujeres que han sido víctimas de violencia obstétrica. Esta exposición se compone de 46 fotografías de mujeres que han querido mostrar y compartir su vulnerabilidad a través de los retratos que la artista visual murciana ha ido realizando.
Como casi todo lo que rodea a las vivencias encarnadas de las mujeres, todavía hay gran silencio entorno a este particular tipo de violencia, empezando por su negación y continuando por su completo desconocimiento. Se entiende por violencia obstétrica:
cualquier conducta, por acción u omisión, realizadas por profesionales de la salud y que afectan al cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, como el trato deshumanizado, la medicalización injustificada y la patologización de procesos que son naturales. Incide en los procesos de salud sexual y reproductiva, siendo física, psicológica, verbal, institucional y simbólica. No hablamos de un término nuevo, aunque si más presente en nuestra sociedad gracias a la voz de las mujeres y profesionales implicadas.
La violencia obstétrica es un concepto en disputa, puesto que parte de la comunidad médica se niega a admitirlo como tal. Sin ir más lejos la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) señalaba que el término le parecía inadecuado por su significado jurídico doloroso. Por otro lado, Dunja Mijatović, comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, señalaba en un informe elaborado tras visitar España su preocupación sobre cómo los estereotipos de género afectan a las mujeres en la atención sanitaria durante el embarazo y el parto. Respecto a la Región de Murcia, Silvia Marte señala que “dos de cada tres mujeres han sufrido violencia obstétrica” situando a la Región a la cabeza en el número de víctimas del país.
Como suele ocurrir con las conductas machistas se niega la mayor. Así, lo que se hace es recurrir a negarla aludiendo una supuesta confrontación entre profesiones sanitarios y mujeres. Es muy viejo el argumento de no atender a quienes señalan que están siendo violentadas. Solo falta que nos vuelvan a decir que estamos locas…
Podemos hacernos cargo de ese dolor, hablar de él y como sociedad avanzar hacia una mayor sensibilidad en este asunto. En todas las familias hay historias de violencia obstétrica, son historias de terror, atroces y terribles. Algunas jamás se comparten porque quienes la sufren no desean revivir el dolor de nuevo, pero jamás lo olvidan y eso tiene un impacto tremendo en la salud mental de las mujeres que la padecen y en la relación que, en consecuencia, se establece con la criatura.
En otras ocasiones estos relatos se reducen a las paredes de casa, se cuentan en las cocinas mientras tu madre, tu tía, tu abuela, tus amigas…te cuentan por lo que pasaron mujeres que conocen o lo que le sucedió a ellas mismas. Son historias que hacen que algo dentro se te rompa, a poco que tengas empatía, porque no es una cuestión de tener útero, es una cuestión de derechos humanos además de trato digno en situaciones de vulnerabilidad absoluta.
Un elemento común recorre todas estas historias, en todas ellas el personal sanitario asumió que no eran personas adultas, se las infantilizó y se las violentó. Es un patrón típico del pensamiento patriarcal, asumir que las mujeres no poseen agencia, ni criterio y que por lo tanto hablar con ellas o incluso informarlas es innecesario. No es una sorpresa que muchas de ellas cuenten que se las trató como un trozo de carne, es un proceso de deshumanización al que si le sumamos los recortes en sanidad pública y el fuerte impacto de los estereotipos de género de algunos de los mal llamados profesionales sanitarios, hace que muchas mujeres estén vendidas a prácticas vejatorias. Y esto no quiere decir que todo el personal sanitario sea así, sino que estructuralmente hay determinadas prácticas y conductas a revisar.
En este contexto, el diálogo que posibilita Vulnerables es el de un relato transformador hacia las mujeres que han sufrido esta violencia, puesto que son ellas quienes nos transmiten sus historias de dolor. La fotógrafa murciana se ha convertido en una mediadora entre el espacio privado para lanzar estos relatos al espacio público.
Vulnerables también funciona como un efecto-espejo hacia quienes nos sumergimos en soledad a la exposición, porque sus miradas, sus gestos, sus cuerpos, sus heridas y cicatrices son un cuestionamiento hacia un sistema sanitario asentado en unas prácticas médicas patriarcales caducas. Son ellas quienes han transitado el dolor y han regresado para contarlo, para visibilizarlo y para que la conversación sobre esta violencia posibilite, en un futuro cercano su erradicación y, de forma más inmediata, una mayor sensibilización social sobre sus efectos.
Hace unos días Silvia Marte anunciaba en redes que el cartel de la exposición había sido vandalizado en la puerta de su estudio, La Cámara Roja. Igualmente había recibido amenazas de un señor que decía que no iba a consentir que esos cuerpos estuvieran expuestos.
El trabajo de Silvia Marte con Vulnerables es una acción feminista en sí misma. Visibilizar la violencia obstétrica a través del relato de las mujeres que la han sufrido devuelve su imagen a un espacio político. Marte ha logrado transformar historias de violencia en un grito coral. Por eso el cartel de la exposición ha sido vandalizado, porque cuando los cuerpos de las mujeres ocupan espacio para transformar activan la furia patriarcal.
No deberíamos dejar de hablar de esta maravilla de exposición y trabajo inacabado. Porque Vulnerables es una exposición pero es mucho más, porque faltan muchas y de igual manera, porque abre un horizonte esperanzador para las que estuvieron, pero también, por todas las que vendrán.
Silvia Marte ha logrado con Vulnerables abrir las ventanas a lugares muy oscuros en los que habitaba la tristeza que viene después del dolor. Abrazar la vulnerabilidad que somos puede que sea uno de los aprendizajes más humanas que la fotógrafa Silvia Marte le ha regalado a la ciudad. Sigamos hablando de este proyecto que es un sostén a la herida colectiva de la violencia obstétrica.
*fotografías: Silvia Marte