Si vienes a leer este artículo tras ver la vista previa de la primera foto con la portada del disco «Sólo me has rozado», significa que los 30 ya no los cumples. Si vienes porque tienes curiosidad por saber quién es Miren Iza, quédate, que seguro que lo agradecerás.
Descubrí a Tulsa en la época en la que solía comprarme discos de la discográfica Subterfuge (Tulsa, Fon Román, Sterlin, Cycle o Najwa Nimri entre otros y por supuestísimo Marlango.. de quienes me hice fan desde que los descubrí estando en bachillerato. Los escuché en la radio de casualidad y me enamoraron, luego los vi en la tele y entonces supe que la cantante era Leonor Watling, de quien estaba enamorada desde los 13 años -sin todavía saberlo-, pero eso ahora es otra historia.
Hoy quiero hablaros de Tulsa, Miren Iza, que me conquistó con canciones como «Estúpida» o «Seguramente me lo merezco» (esta última puede que sea la canción que más veces he cantado en mi vida mientras conduzco). Las dos pertenecen al disco «Sólo me has rozado», del 2007.
«Seguramente me lo merezco» me parece directa, dolorosa y claramente efectista. A mí personalmente siempre me llamó la atención y me gusta mucho su registro de voz. Con ese juego de frecuencia al repetir «ver» de la frase «y tú no me quieres ver» y cómo sube con su voz (aunque no lo hago con los acordes) cuando continúa con «me he quedado dormida mientras leías, y ya no sé si estoy muerta o viva.»
Por entonces escuchaba sus letras y creía que si alguien cantaba aquello es que quizá le pasaba lo mismo a muchas más personas de las que creía: «Me dices casi en serio que me quieres matar. Yo te digo que lo entiendo y que a mí me pasaría igual.»
Se le notaba la influencia de uno de los cantantes con quien compartíamos pasión: Nick Cave -que no confundamos con Nick Drake, de quien soy exageradamente fan también-, esa oscuridad venía de Cave. Por entonces Tulsa se clasificó como indie, porque aquel grupo de gente peculiar -al que yo pertenecía-, fan de toda esta música que algunos consideraban inclasificable por ser una mezcla entre folk, rock, casi country, e incluso yéndose a lo fácil, algunos denominaban pop, pero acabó designándose indie.
Y allí estábamos todos los indies, fans de este tipo de música, que parecía que sólo nos entendíamos entre nosotros, con nuestras zapatillas converse o vans, pantalones de pitillo, camisetas de manga corta encima de camisetas de manga larga, camisas de cuadros, y por supuesto nuestras camisetas eran de los grandes, como The Velvet Underground, Radiohead, The Smiths, los Ramones (yo esta no la tenía, pero era la típica, la del estereotipo total), que cuando salíamos a tomar algo y veíamos a alguien con nuestras pintas, ya sabíamos que al menos tendríamos en común los gustos musicales. Era el «match» de la época. Aunque en los festivales alternativos éramos todos copias.
En realidad yo sigo teniendo los mismos gustos y mi estilo sigue siendo casi el mismo. Pero me hace gracia recordar todo aquello. Tendemos a querer etiquetar todo, y quizá Tulsa no tiene por qué ser indie, y puede ser simplemente «el estilo de Tulsa».
Y para quien no la conociera, estuvo nominada a los Grammy Latinos como artista revelación y a los MTV European Music Awards como mejor artista emergente. De ahí que me refiera a ella como la artista infravalorada. Sus letras poseen frases demoledoras. Te ayuda a convertir en palabras aquello que no sabemos expresar de ninguna otra manera. Tiene una capacidad asombrosa de convertir sentimientos tan costumbristas como lo es el amor, el dolor, la esperanza, o la alegría entre otros, en algo totalmente tuyo, como si fueras tú quien lo siente. Y su voz es extrañamente particular, como si cantara sin esfuerzo pero en realidad haciendo virguerías, al igual que en sus riffs, porque Miren es una gran cantautora y compositora.
En su álbum «Espera la pálida», del 2009, tiene canciones que podrían considerarse un credo como «A tus brazos». El pasado septiembre me trasladé a Cartagena para verla por fin en directo por primera vez. Compré entradas en segunda fila porque en primera no quedaban. Soy de las que siempre quieren estar en primera fila en los conciertos para no perderme ningún detalle, porque desde tan cerca se pueden ver detalles concretos, como cuando Miren suspiró antes de comenzar a cantar esta canción, quizá por la carga emocional.
En el 2015 publicó «La calma chicha», donde cambió el sonido, quizá al introducir más sintetizadores. En este álbum había grandes canciones como «Oda al amor efímero», una de esas canciones que poseen frases que te revuelven, demoledoras como me refería a ellas anteriormente; porque muchos de sus temas se identifican por esa sensación de no poder más pero aun así continuar: «Podría pasarme la vida lamiéndome las heridas y aún no cicatrizarían. Mejor me levanto y salgo de este estéril letargo. Y vuelvo a empezar, a empezar a creer que hay alguna opción de ganar.»
Esa misma canción inspiró a Jonás Trueba para su película “Los exiliados románticos”, película que Jonás fue creando mientras la rodaba y contó con Tulsa para todas las canciones de la banda sonora. Me pareció algo súper especial porque para Jonás Trueba, la banda sonora es casi un personaje más en sus películas, y siempre cuenta con música mágica de artistas como Franco Battiato, Nacho Vegas, Christina Rosenvinge (otro de los referentes notables de Tulsa), Rafael Berrio, o El Hijo entre muchos otros, que tienen en común la magia del intimismo y que todos ellos podrían adscribirse a esa música indie, mucho menos comercial.
Podría hacer el símil con Trueba y decir que Jonás es en el cine lo que Tulsa en la música: ambos poseen un talento bestial y que desgraciadamente no han llegado a las grandes masas. Aunque yo no lo veo como algo negativo porque los hace más especiales todavía, pero me encantaría que todo el mundo los conociera.
Me parecería enorme que hubiera muchas más personas como yo que, cuando en agosto se les cae la casa encima, vuelvan a ver «La virgen de agosto». Que vieran mil veces «Todas las canciones hablan de mí» (que se trata de una de las películas que más veces he visto en mi vida), porque serían conscientes de que siempre se descubren mil detalles nuevos, sobre todo después del fin de cada etapa de tu vida.
O como cuando tuve la suerte enorme de contar con el Centre Pompidou para proyectar allí una película, y elegí una de Jonás Trueba, para que gente que no hubiera visto nunca «La reconquista», pudiera verla. O que la pasión por el cine tan especial de este director, me hiciera escaparme un día al Centre d’Art Santa Mònica en Barcelona, un día que estaba allí de vacaciones, sin teléfono, sin poder avisar a mi acompañante de que había entrado allí para poder ver la película de nuevo.
Este artículo en realidad es para que conozcáis más a Tulsa, pero si he hecho todo este inciso sobre Trueba, es porque en Cartagena nombró la película «Los exiliados románticos» antes de cantar uno de los temas que componen ese disco que publicó en 2016: If futuro e donna. Y en Cartagena me pregunté cuántas personas de las que estaban en el público conocerían las películas de Jonás Trueba.
En el 2017 apareció el álbum «Centauros». Allí hizo una colaboración Abraham Boba en la canción «Pequeñas embestidas». Habrá gente que no lo sepa, pero quizá haya fans de León Benavente y no sepan que su cantante tuve mucha más vida antes. A Boba era uno de los que por entonces también conocí «del mundo Subterfuge», y que hicieran una canción juntos me pareció una forma de recordar aquel tiempo que tuvieron en común.
Y llegó el 2021 y Tulsa sacó su último disco hasta la fecha: “Ese éxtasis”, que lo abre con el tema “Autorretrato”, que también pude disfrutar en directo en Cartagena. Canción con la que empieza diciendo «No temo hacerme daño hasta que es demasiado tarde», y posee un estribillo que es toda una declaración: “No me conmueve el horizonte. No me da miedo la muerte. No me importa tu desorden. Me asusta mucho perderte.”
Tras este repaso discográfico, donde he ido incluyendo algunas de sus canciones para ver si así os animáis a escuchar mucho más de ella, como curiosidad referiré que versionó «Frente a frente» de Jeanette junto a Bunbury y el videoclip lo dirigió J.A. Bayona. Miren Iza tuvo un grupo llamado Electrobikinis, adscritas al movimiento feminista riot grrrl, que nació cuando tenían unos 16 años. También habían sido fichadas por Subterfuge y empezaron a editarles compactos en el ’99.
Por entonces eran uno de aquellos «grupos de chicas» que apenas había y Miren Iza sólo tenía 20 años. Habrá a quien les suene la canción Boston city girls porque a principios de los 2000 se utilizó en el anuncio de la bebida Radical Fruit (que probablemente sólo bebiéramos los millennials). Solían aparecer canciones de grandes grupos al final de esos anuncios. En el ’99, el grupo elegido para el anuncio de esta marca fue Dover con su mitiquísimo «Devil come to me». Y ya van demasiadas referencias a Subterfuge, pero es que casualmente también fue la discográfica que ayudó a crecer a Dover.
Miren Iza llamó a su grupo Tulsa por la canción «Tulsa Country» de The Byrds (1969). También por referencias a otros cantantes como Neil Young con su «The last trip to Tulsa»; o por las constantes citas a Tulsa en el libro «Las uvas de la ira» de John Steinbeck. Todo ello hizo que el significado de «Tulsa» englobara una serie de cosas que le encantaban a su Miren. Creo firmemente que ella podría haber hecho con la adaptación cinematográfica de «Las uvas de la ira» lo mismo que hizo con «Los exiliados románticos», y habría sido capaz de ponerle música y voz al film de John Ford.
No sé si esto ha sido un repaso rápido a su discografía. Quizá es una manera de recordar ciertas cosas a algunos millennials y a los de los últimos años de la generación X con los que habría podido compartir gustos musicales. O puede que se trate de una pequeña oda a la música de Miren Iza. Sea como sea, espero que haya servido para poder ensalzar a esta artista y reivindicar el status que merece.