Voces desde el huerto del amor no conocido
Ahora es Cristina Inogés, uno de los nombres más potentes dentro de la teología feminista, quien nos regala su propia entrada a este hortus conclusus; el memorial con el que escribe el preámbulo a este libro de mujeres, en el que hay tantos preámbulos, aunque uno de ellos, como el de la nota que dediqué a Hildegarda de Bingen, no tenga otra justificación que la de su generosidad.
Un portulano de llanto
Y es un golpe de genio, como el último acorde de una balada triste, un poco loca y perversamente naif, el que elige Christle para cerrar su itinerario. Por si nos ha dado pesadumbre, aunque lo hayamos devorado con los ojos chispeantes y una permanente media sonrisa, a lo que ayuda sobremanera la acogedora edición. Estimulante y depresiva, suministradora del estímulo de la depresión. En esto me recuerda Heather Christle a Cioran, si es que se puede comparar, sin dar un salto mortal, al mejor heredero de los moralistas francesas, con esta inteligente pitonisa, disfrazada de ese muñeco un poco raro y kawaῑ, que nos conmueve en una tarde de lluvia mientras escuchamos canciones de Belle & Sebastian en un tocadiscos.
Para salir de aquí
El otoño nos trae el recuerdo de algunos de los libros que leímos en playas más tranquilas. A lo mejor porque el verano siempre lo he vivido como un tiempo de alegre quietud, bajo el cielo límpido y el infinito mar. Es que veranear es también salir de aquí, obedecer a una llamada bien antigua, […]