
Vivimos en un tiempo en el que el entretenimiento masivo parece tener una única misión: captar nuestra atención en lo vacuo. En un mundo dominado por el scroll infinito, la economía de la atención ha establecido nuevas reglas. Likes, vistas, clics. Todo lo demás es secundario. Lo importante es el impacto inmediato, el número de interacciones, y la apariencia de éxito que, a menudo, se traduce en luces y pirotecnia, pero no en profundidad. El cine ha caído en esta trampa. Y, con ello, hemos perdido mucho más que una simple forma de expresión artística mayoritaria. El contenido mainstream no nos invita a pensar ni a reflexionar. No importa lo que se nos presente, lo que importa es que nos entretenga, que nos haga pasar el tiempo sin incomodarnos. Las imágenes no tienen que ser profundas ni significativas, solo llamativas. Se construyen para ser consumidas y olvidadas, sin dejar huella.
CONSUMIR …la palabra que define el desastre.
¿Hemos perdido el verdadero poder transformador del arte?
Hay voces que se resisten a este modelo y defienden otro tipo de arte, uno que no se mide por su viralidad, sino por su capacidad de emocionar a las personas hasta el punto de conseguir cambiarlas y de que salgan del cine preguntándose ¿por qué?
Todavía se hace un cine donde se adivinan más las cosas cuando no nos las imponen…
En la edición del pasado año del festival de San Sebastián la película En Fanfare de Emmanuel Courcol fue el trabajo que me removió. La resignación, la ira, la soledad se intuyen en los rostros de los personajes del film, pero siempre con pudor…
Y es precisamente la decisión de mostrar esos rostros con humanidad y pudor el mayor éxito de la película.
Esas personas que vemos en la película de Courcol son un poco como mi familia, y se agradece que alguien las muestre felices, plenas, personas jodidas pero vivas.
Yo me reconozco en las arrugas y cicatrices de sus rostros…
La connivencia de los “condenados”…
Tengo un compañero de curro “clavado” a Johny Holiday.
El cine explica mejor que cualquier arte lo que nos define como seres humanos, siempre nos revela algún secreto de nosotros mismos que desconocíamos.
Yo lloro en el cine. Lloro mucho. Desde que tuve a las niñas lloro mucho más que antes, parece como si toda la testosterona de aquel joven sin miedo se hubiera transformado en algo diferente, quiero creer que en algo mejor y más fuerte.
Considero que si una película no me transforma no es interesante. El cine, Si no me cambia, puede ser divertido, pero lo veo siempre como un pequeño fracaso.
Hoy en día las imágenes arropan artículos de consumo, adornan cuerpos y objetos, las imágenes vuelven seductoras ideas dudosas y peligrosas.
Un aluvión de imágenes lo inunda todo, pero esas imágenes no nos cambian, no nos enseñan nada como personas “vivas”.
Aun así… Esta época que nos toca vivir no durará para siempre.
No podremos prescindir de lo que de verdad importa durante mucho tiempo, nos jugamos nuestro futuro.
¿Qué película será la que este año me remueva por dentro?
Las Candidatas son muchas y variadas…
En Perlas las favoritas son Nouvelle Vague de Richard Linklater y Jay Kelly la nueva película del nominado al Oscar Noah Baumbach

Una película donde se narra la historia detrás de la creación del movimiento cinematográfico francés conocido como Nouvelle Vague, centrándose en la producción de la innovadora película de Jean-Luc Godard À bout de souffle (Al final de la escapada) en 1959, NO ME PUEDE defraudar.
Bugonia de Yorgos Lanthimos, Le mage du Kremlin / The Wizard of the Kremlin (El mago del Kremlin) de Olivier Assayas y O agente secreto / The Secret Agent (El agente secreto) de Kleber Mendonça Filho serán, seguro, propuestas magnificas.
Pero la gran atracción del festival es sin lugar a dudas The Voice of Hind Rajab de Kaouther Ben Hania , la gran sensación del último festival de Venecia. El 29 de enero de 2024 voluntarios de la Media Luna Roja reciben una llamada de emergencia. Una niña de seis años está atrapada en un coche bajo el fuego en Gaza, suplicando ser rescatada. Mientras intentan mantenerla al teléfono, hacen todo lo posible por enviarle una ambulancia. Su nombre era Hind Rajab. Es indignante que todavía en España haya personas que se nieguen a usar el término de GENOCIDIO. LA HISTORIA LES JUZGARA. O eso quiero creer…
Mientras en la sección oficial varios títulos prometen:
Daniel Hendler con 27 noches seguro que no me falla, el argentino me emociona siempre. El filme cuenta la historia de Martha Hoffman, una excéntrica y adinerada mecenas que es internada en una clínica psiquiátrica por sus hijas. El perito Casares investiga si esto es un plan para controlar la fortuna materna o si realmente Martha sufre algún tipo de demencia que amenaza su integridad y la de su familia.
Edward Berger con Ballad of a Small Player es uno de los favoritos, al igual que Claire Denis con Le Cri des Gardes / The Fence.

Pero por encima de toda la sección oficial están las últimas dos propuestas del director Alberto Rodríguez.
Los Tigres nos cuenta la historia de Antonio y Estrella, son hermanos. Su padre era buzo. Llevan toda la vida en el mar. Antonio es el Tigre, un buzo imbatible, el compañero que todos quieren ahí abajo, cuando en unos segundos te juegas la vida y lo haces todos los días. Estrella asiste a su hermano en la barcaza en la que trabajan. Ella le mantiene unido a tierra, fuera del agua Antonio es un auténtico desastre. Ha vivido siempre hoy, sin pensar nunca en mañana, su situación económica es delicada. Antonio tiene un accidente y le comunican que sus días de buceo van a acabar pronto. El futuro se les presenta oscuro y complicado. Una situación que puede cambiar cuando dan con un alijo de cocaína escondido en el casco de un petrolero. Antonio no ve otra posibilidad, su hermana Estrella no lo ve claro. Como siempre.
Y fuera de concurso: Anatomía de un instante
Una miniserie que pretende desentrañar el preciso momento en que Tejero irrumpió en el Congreso pistola en mano, cuando la democracia española estuvo al borde del colapso. Mientras la mayoría de los representantes se arrodillaban para protegerse, tres hombres permanecieron sentados en sus asientos: Adolfo Suárez, Santiago Carrillo y Gutiérrez Mellado.
Pero la verdadera pregunta que esta serie, casi con total seguridad, dejará en el aire es: ¿qué representaban realmente estos hombres? Suárez, un producto del franquismo, que no pasó de ser un actor clave en la transición que, a costa de tantos sacrificios, impuso una democracia tutelada. Carrillo, por su parte, líder del Partido Comunista, que, pese a sus principios, terminó aceptando un modelo de conciliación que dejaba intactos los pilares del régimen anterior. Y Gutiérrez Mellado, militar que nunca dudó en seguir el sistema que había nacido de la dictadura.
La serie espero que profundice en los intereses que movían a estos hombres y en las profundas concesiones que hicieron para salvar un sistema que no cuestionaba la herencia franquista. Mientras tanto, los verdaderos vencedores del 23-F, los grandes poderes del capital, se mantuvieron en la sombra, manipulando la transición para que el cambio no fuera más que un maquillaje.
A su vez, Tejero, Milans y Armada, los hombres que intentaron imponer un golpe de Estado, los villanos oficiales de la historia, eran solo una manifestación más del malestar de un sector de las élites militares y franquistas, que nunca aceptaron perder el control total. Sin embargo, su fracaso no fue el triunfo de la democracia, sino el de un sistema que logró acallar las voces más disruptivas sin cambiar sus estructuras de poder.
La serie se puede quedar en una visión de la historia que no desafía el verdadero statu quo, o ir Mas allá y afirmar que El 23-F no fue solo un intento de golpe fallido, sino una muestra de cómo la élite política y económica española utilizó la transición como una herramienta para consolidar sus propios intereses, mientras mantenían a la clase trabajadora en la ignorancia y la sumisión.
