La resignificación por bandera
Como ya hicimos en el artículo anterior con Daniel García Andújar a propósito de explorar el trabajo de algunos de los creadores contemporáneos más significativos del país, a continuación trataremos de conocer la línea que sigue otro joven artista, Rogelio López Cuenca.
El trabajo de este malagueño tiene que ver con la creación de obras de participación colectivas. En sus obras se posiciona en contra de la figura del artista como genio individual que plasma su subjetividad, aseverando que dicha idea no es más que un ejercicio de marketing.
López Cuenca escribe un texto titulado J (E M)’ ACCUSE en referencia al texto homónimo que Émile Zola publica en 1898 [Yo acuso (J’accuse)] en el que nos muestra su posicionamiento frente al arte. Valga de ejemplo este fragmento para acercarnos un poco a su pensamiento:
“Me acuso de creer que la base de lo que llamamos creación artística no es sino la desviación del uso de la norma lingüística, y que desde la tradición oral a la contaminatio latina o a Pound, al collage y al montaje, al Pop Art, al Reddy made… la parodia, la manipulación, las recontextualizaciones, la cita, la ironía, el intertexto son los recursos en los que se basa esa “creación”. Y esto es así no sólo en esos casos y en el de quienes se reconocen en esa tradición, sino en todos, incluidos los de aquellos que defienden la ficción contraria a fin de preservar el estatuto que el senado y el pueblo (¡y el mercado!) confieren a la figura del genio individual y a su obra.[1]
Veamos ahora cómo lleva a la práctica sus ideas con el comentario de dos de sus piezas:
Esta intervención que realizó en el Museo Patio Herreriano de Valladolid a propósito de la muestra colectiva Identidades críticas consistió en utilizar una cinta de balizamiento como las que utiliza la policía para acordonar y acotar el espacio donde ha tenido lugar un delito, para rodear el retrato de los actuales reyes de España. En ella, se puede leer “Do not cross art scene”.
Esta pieza tiene la intención de cuestionar la idea del arte como territorio autónomo ajeno a la realidad, al cual se rinde culto en los templos habilitados –museos- en los cuales contemplamos objetos que se convierten en algo sagrado tras ser tratados por la mano del artista.
Sobre esta pieza y el juego con la polisemia de la palabra “real” (un retrato Real de estilo realista) escribe el propio artista:
“La rica polisemia del término “real” – que tiene existencia verdadera y efectiva”, “regio, grandioso, suntuoso” o “muy bueno”, entre otros sentidos- no puede, pues dejar de acompañar a la interpretación del conjunto escultórico. La operación de resemantización que Do not cross ejecuta sobre el monumento lo hace aún más real. Y redunda en el espacio museístico: un entorno, se diría, más real que la misma realidad, que de tan superreal es surrealista y deja ver menudencias enormes, titánicos enanos, cíclopes diminutos, que en su juego de espejos, toman a los molinos por gigantes.”
Para Rogelio López Cuenca esta utilización de algo común como las señales de tráfico para un uso diferente al habitual, «es como la poesía: se usan las mismas palabras que cuando hablamos, pero de diferente forma, en otro orden».
El artista trata de sacar el arte a la calle en respuesta al uso restringido del espacio público reservado casi en exclusiva a los poderes políticos, económicos y a la publicidad.
López Cuenca actúa con la convicción de que las ciudades no son un papel en blanco, que tienen inscrita una memoria, muchas veces teñida de sangre, aunque en esta suerte de construcción de ciudades-resorts en que se convierte cualquier ciudad con un interés turístico se intente proteger al visitante en una burbuja para obviar que a escasos kilómetros de ahí se produjo hace varias décadas una matanza, se sigue reprimiendo y torturando o todavía se repatrían a los sin papeles, expulsados del paraíso.
En esta intervención que hizo para la Bienal de Estambul del 2003 López Cuenca mezcla el nombre de ciudades fronterizas o polémicas por causas como el terrorismo de Estado con versos de poetas como Lorca, Octavio Paz o poetas oriundos como Nazim Hikmet (siguiendo estas ideas del artista como manipulador de signos y símbolos) en letreros sitos en las zonas turísticas de la ciudad.
Cuenta el propio artista que tuvo que ir persiguiendo señales y recolocándolas porque “desaparecían”.
Su obra tiene en general este “efecto sorpresa” y por lo mismo, no tiene sentido exponerla en una sala de exposición, ya que se le quita el potencial político y evocador de la misma.
Podemos ver uno de los “cadáveres” de López Cuenca a la entrada del MNCARS. Una de las señales que intentó poner en la expo de Sevilla del 92, pero que –como ya le ha pasado otras veces- le censuraron arguyendo cualquier excusa.
REFERENCIAS
Hojas de Ruta. Rogelio López Cuenca V.V.A.A. María Martín (Coord).
M. CARRASCO Estambul, en la señales de López Cuenca nombres de ciudades fronterizas. ABC 01/10/2003
[1] Hojas de Ruta. Rogelio López Cuenca V.V.A.A. María Martín (Coord.) P-68