Si nos quedamos sin kleenex y solo tenemos a mano un catálogo de encimera deberemos pensar la metodología de elección de la página, no sea que el papel destiña y tu nariz acabe teñida.
Hay que advertir al leyente que la nariz a limpiar está manchada de comer nata de una tarta, y no queremos rebozarnos el resto de la cara. Primero de todo coger el catálogo de cocina, hojear y batirlo al viento con gran movimiento, para comprobar que no contenga nada más. Si ya hemos visto que simplemente es eso, un catálogo, buscaremos la página que más blanco tenga de fondo. Esperemos que a los diseñadores no les haya dado por poner colores fosforitos y pintones, en esta ocasión no nos vendría nada bien.
Cuando hayamos encontrado la página perfecta pediremos perdón al autor del catálogo por arrancar dicha hoja, y le daremos las gracias porque el papel sea delicado. Ahora pasaremos con suavidad ese papel por nuestra nariz.
Pasado todo este tiempo, buscando una solución, descubriremos que la nata se ha secado y la hoja ya no sirve. Hay que buscar algo más, así que habrá que realizar un manual de instrucciones y pautas diferentes si no queremos dejarnos la nariz como un payaso.