Vivimos en un cambio constante y permanente. Cuando parece que ya nada puede asustarnos, la vida nos sorprende una vez más y comprendemos entonces que nunca dejará de hacerlo. Ante cualquier novedad, temblamos, de miedo o de ganas, qué más da. Emoción, en todo caso. Piensa esto mientras clava su mirada en las vías del metro, con una maleta a sus pies. Pero dentro de ese caos, de las vueltas que da la vida, de ese tambalearse continuo, Alex siempre encuentra tierra firme. Puede ser un olor, un lugar, un alguien, reflexiona, que le haga sentirse en casa. Que, diciéndole nada, le haga saber que las cosas van a salir bien, que sí que sí, que se lo dice ella o él, que no se preocupe, no hacen falta más argumentos. También hay sabores que le trasladan a algún momento en el que tampoco había demasiadas preocupaciones, la tortilla de la abuela, por ejemplo. Son esos recuerdos, que almacenan nuestros sentidos, los que nos traen la calma cuando estamos a la deriva. Nostalgia, ¿no?
[…] Vivimos en un cambio constante y permanente. Cuando parece que ya nada puede asustarnos, la vida nos sorprende una vez más y comprendemos entonces que nunca dejará de hacerlo. Ante cualquier novedad, temblamos, de miedo o de ganas, qué más da. Emoción, en todo caso. Piensa esto mientras clava su mirada en las vías del metro, con una maleta a sus pies. Pero dentro de ese caos, de las vueltas que da la vida, de ese tambalearse continuo, Alex siempre encuentra tierra firme. Continúa en Amanece Metrópolis. […]