La nueva novela de Tom Perrotta no trae nada nuevo que se salga de sus estándares. Pero, seguramente, nunca habrás leído una novela tan entrañable y cautivadora sobre la pornografía y el sexo. Aun así, no es una simple novela sobre sexo y pornografía. Sino una sátira sobre los problemas de identidad en el siglo XXI, donde también entran en juego el amor, el sexo…
Punto número uno: La señora Fletcher es una novela representativa del estilo de su autor. Ágil y prosa ligera, directa. Personajes reconocibles. Visual y susceptible de adaptarse a la pantalla, ya sea como serie de televisión, igual que la exitosa The Leftlovers; o al cine, como Election o Juego de niños por las que fue nominado al Oscar. De hecho, ya se han vendido los derechos para que se convierta en una serie de HBO.
Buena parte de lo que ha escrito Tom Perrotta gira entorno a la familia. The Leftlovers sobre una familia que ha sobrevivido a la desaparición de medio mundo; o The lucky winners que retrata a una familia a la que le toca la lotería. En La señora Fletcher presenta una familia de dos, madre divorciada e hijo, que deben separarse por el inicio de la nueva etapa de éste en la universidad. La historia marcha a través de los personajes, los dos ejes de la historia —madre e hijo—, de los que iremos descubriendo cómo les afecta ese gran cambio en sus vidas. Como en otras ocasiones, son los personajes los que hacen funcionar la historia, el motor de la narración. ¿Podríamos con esto clasificar a Tom Perrotta como escritor de personajes? Una crítica del The New York Times lo describió como «un Chéjov americano». El escritor ruso tan venerado en Estados Unidos y, éste sí, sin duda, maestro de los personajes. Aunque fue, por decirlo de algún modo, un retratista ruso o de los rusos, no lo fue del modo en que cualquier lector universal no pudiera comprender, identificarse o sentir empatía para con esos personajes. Quizá porque se inspiraba y casi reproducía a seres reales, dando por resultado personajes universales.
Lo que Tom Perrotta logra con sus personajes es que, pese a cualquier cosa, simpaticen. Pueden parecernos unos auténticos tontos, simples, opuestos a nuestras ideas y circunstancias. Pero al final, resultan entrañables y no los odiamos, los comprendemos.
Aquí está el hijo de la señora Fletcher, Brendan. Que puede parecernos un chico estúpido e inmaduro. Que al final nos provoca pena, comprensión o ternura. Porque, en realidad, es un joven que tiene que afrontar el paso a la edad adulta y encontrar quién es y qué hacer en este mundo. Y aquí es donde llegamos al Punto número dos.
Una sátira sobre la identidad en el siglo XXI
Cuando Brendan se marcha a la universidad, su madre Eve Fletcher se entrega a descubrir una nueva vida, a aprovechar el tiempo ahora que no está su hijo en casa. Se apuntará a un curso universitario, pero por las noches también descubrirá la pornografía en internet, las aplicaciones de citas y un nuevo mundo que transcurría en paralelo al suyo hasta ese momento. Así comienza una comedia sobre las tribulaciones en torno al sexo. La vida actual, el amor y la identidad en el siglo XXI.
Son dos personajes muy distintos, y dos historias llenas de paralelismos. Dos personajes que emprenden viajes distintos sobre los que cabe esperar que la madre sufra el síndrome del nido vacío, se sienta perdida… y el hijo, por su parte, experimente y disfrute el cambio a la vida adulta, y descubra una nueva identidad. Pero Perrotta invierte las situaciones. Será el hijo el que con este cambio se sienta desubicado, confuso y, finalmente, con la necesidad de regresar al nido. Mientras tanto, la madre experimenta una sensación de libertad, descubrimiento de una nueva vida y una nueva identidad. Toda esta historia lleva a tocar temas como el acoso, la identidad, identidad transgénero, las nuevas tecnologías y el porno amateur. O cómo el porno amateur llega a influir en las costumbres y la comunicación entre las personas, especialmente los jóvenes.
La señora Fletcher es una novela donde parece que no pasa nada, pero pasa de todo. Podía haberse sumergido un poco más, profundizar en alguno de los temas que pone sobre la mesa. Pero parece que no es el estilo del autor narrar el conflicto de principio a fin. Él es especialista en narrar la batalla primera y principal. Quedarse donde rompe la ola, y que sea el lector con sus reflexiones el que deba sumergirse, y abrir el debate.
Y punto número tres. Tom Perrotta ha construido una divertida sátira social y de costumbres. En definitiva, un retrato certero sobre los problemas de identidad del siglo XXI.
Título: La señora Fletcher |
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