La revolución silenciosa de Lars Kraume (El Caso Fritz Bauer, 2016) está basada en hechos reales, y en el libro de Dietrich Garstka, uno de los participantes en los actos que se narran, siendo una visión personal e histórica ya que no es una etapa que se haya llevado demasiado a las pantallas ni a la literatura.
En muchas ocasiones cuando estamos visionando una película solo con el contexto, si quitáramos del metraje referencias ideológicas, nombres s o la época en la que se sitúa el episodio narrado, daríamos por hecho que la represión es lo que impera, sin saber si viene de un bando o de otro.
Cinco años antes de que se construyera el muro de Berlin, que dividiría Alemania, en 1956, un grupo de estudiantes del Este que son inquietos a nivel social, están al tanto de lo que ocurre con el pueblo húngaro y su levantamiento contra el ejército soviético, todo mediante escuchas clandestinas. Deciden con gesto simbólico, apoyar al país vecino, sin saber que un pequeño acto de solidaridad de un minuto cambiará el rumbo de sus vidas, en un país dividido y castigado por los revuelos políticos pasados y presentes.
Es lo que ocurre el La revolución silenciosa, que aunque sabemos en qué época está ambientada y todo explícito, podríamos pensar que estuviéramos en cualquier otra época pero con otros colores, pero el mismo fondo.
Una película narrada desde la fuerza de la juventud, pero con el pasado de telón de fondo y las mentiras agudizadas en los personajes que preceden a los protagonistas. Metáforica en su título en cuanto al guion, que resulta lento, sigiloso y descriptivo, con los suficientes giros y golpes de efecto para que la trama atraiga.
Son interpretaciones contenidas, que al igual que la temática requiere la quietud del paso de los minutos y de la explicación pertinente a cada personaje, que contiene una historia distinta pero paralela en el tiempo.
La revolución silenciosa no se recrea en ser visualmente atractiva, ni destacar por una fotografía que resalte, se centra en exponer los hechos reales con pausa, con sosiego y con la inocencia de la incredulidad de muchos y la experiencia de otros que hacen que el pasado sea presente, y que el ahora sea un esperanzador futuro, pensando que vendrán tiempos mejores.
Muestra como el arraigo familiar y el entorno de amistad en un detonante importante en la etapa de la adolescencia y la infancia, marcada por los hechos que sus padres tuvieron que soportar y que por momentos se van desvelando en un tono thriller emocional a la par que histórico. Una historia donde la complicidad es una aliada, la fidelidad una estabilidad y la verdad una encrucijada.
Lars Kraume es un director que ha ido de menos a más en su filmografía impregnando sus películas con el paso de los años con hechos históricos y sociales, intentando buscar el detalle minucioso con la cámara en cada mirada y en cada frase, dotando de humanidad a los protagonistas en sus gestos y en sus actos. Buscando la conciliación con la sociedad narrando la historia venga de donde venga, y plasmando las injusticias políticas pasadas a la parte humana.
Ficha técnica |
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