El cine japonés suele abordar mucho los temas familiares, y la infancia suele ser reflejada. Pero la ópera prima de Hiroshi Okuyama une la infancia y las creencias, pero además incorpora la temática de la necesidad de amistad como algo importante en la vida de los niños.
La lentitud también es otras de las características del cine que proviene de Japón, pero no hay que confundir lentitud con falta de ritmo. Jesús tiene la necesidad de ver ese proceso de la infancia y de la creación de las relaciones, de cómo se crean por afinidad entre los niños, mucho más que en otras etapas de la vida.
Yura deja junto con su familia Tokio para irse a vivir con su abuela a una zona rural, ya que su abuelo acaba de fallecer. El niño tendrá que adaptarse al entorno, entre muchas otras cosas el colegio de educación cristiana. Un día cuando está orando la imagen de Jesús se le aparece en miniatura. Yura le pide deseos y se hacen realidad, por lo que su fe comenzará a coger fuerza. Ya está adaptado e incluso tiene amigos con los que puede jugar al fútbol y que son una referencia para él.
Cambiar de una gran ciudad a otra localidad más pequeña da lugar unas influencias que no se han tenido antes, posiblemente la proximidad y la cercanía de las emociones sea distinta, todo vira y surge a otro ritmo, y lo que se comparte es distinto.
Aquí hay una gran protagonismo más importante si cabe que el personaje principal, es la creencia, la fe, o el dogma que se quiere imponer a las personas, en este caso la infancia, de una manera sutil, sin pensar que está influyendo y que ahí queda. Es evidente que tal y como está plasmado en la cinta parece mucho más la imaginación que la realidad, pero a veces lo que se quiere imponer acaba siendo un sueño o una pesadilla en la realidad.
Jesús tiene un tono frío, distante en las personas, propio a veces de las iglesias y de los dogmas que marcan, y que aquí se junta con la forma de un país que no es nada físico, su contacto entre personal es mucho más visual y distante que a lo que nosotros estamos acostumbrados. La película no contiene barullo, ni algarabías ni siquiera cuando está reflejada la infancia, también es verdad que el fondo en sí, pudiera ser la decepción, entre otras muchas.
Pero hay que alabar esta ópera prima de la mano de Hiroshi Okuyama porque aunque el género que inunda la mayor parte del metraje es el drama por momentos parece que la intriga y el thriller esté inmerso en el personaje principal, no por lo que ve, si no por lo que su rostro parece ocultar y los hechos que desembocan y no se sabe muy bien la razón.
La fe desde la mirada y práctica de un niño le dio al director japones Hiroshi Okuyama con «Jesús» el Premio Kutxabank-Nuevos Directores en el 66º Festival de Cine de San Sebastián.
Titulo original: Jesús (BOKU WA IESU-SAMA GA KIRAI) 2018 País: Japón Duración: 77 ‘ Género: DRAMA Director: Hiroshi Okuyama Reparto: Yura Satô, Riki Okuma, Hinako Saeki Productor: Closing Remarks Guion: Hiroshi Okuyama Música: Koshi Kishita Montaje: Hiroshi Okuyama