Hojas secas, crujientes pasos y una otoñal luz de mediodía. Al resguardo de las centenarias araucarias cruza la vida. Se miran a los ojos y con el corazón tal vez enamorado se dicen adiós en silencio. Un cálido beso junto a la emblemática fuente que durante estos meses ha sido su punto de encuentro. Llevados por el viento como hojas secas, sabían que este día llegaría. Llevados por el viento como hojas secas, han sido una casualidad, un otoño compartido, un refugio. Llevados por el viento como hojas secas, seguirá cada uno su camino. Les quedará el largo suspiro que traerá el recuerdo.
