Crai Nou (Blue Moon), de la directora debutante rumana Alina Grigore, ha sido la ganadora de la Concha de Oro a la mejor película en esta 69 edición de Zinemaldia 2021.
La película …bueno…la verdad, la peli es floja.
Nos narra asuntos personales, pero sin un minuto de puto silencio.
Nos habla de miserias y personas escarabajo, pero sin desarrollo de personajes.
¿Intenta? Denunciar la situación de la mujer en la Rumania rural, pero sin guion detrás.
Entonces que nos queda.
O lobotomía o muerte…
O vives en el limbo del retraso, todo el santo día comiendo mierdas animado por conversaciones delirantes, o te lanzas de cabeza al abismo de la huida a la gran ciudad.
No hay salida., o quizá si…
O al calor del hogar, con tu primo loco y el trabajo que nunca se acaba, o la ambición de una nueva vida a la vuelta de la esquina.
La familia o la barbarie. ¿Pretende la directora hablarnos de esa dicotomía?
Si nos atenemos al final de la película la respuesta parece clara, la pena es que ese final no tiene ni pies ni cabeza, como el resto del film, por otra parte.
Un disparate lo de este premio.
En cambio, la nueva Concha de Plata a la mejor actuación de reparto, que recayó en el elenco de adolescentes de Quién lo impide, de Jonás Trueba, ha sido un premio muy acertado. Una buena parte de estos chicos subieron emocionados al escenario y se lo dedicaron:
“a los más de 200 chicos que participaron en el proyecto; con este premio nos sentimos escuchados”. “No solo nos hemos interpretado, también nos hemos imaginado”.
Un merecido premio para una película diferente y honesta, la “pega” más importante de este último trabajo del Trueba Iluso, es la duración. Tres horas y media son una barbaridad y su recorrido comercial le preveo exiguo por este motivo. Por otra parte, tampoco creo que le preocupe mucho a Jonás Trueba esta cuestión.
El Premio Especial del Jurado ha recaído en Earwig, de la francesa Lucile Hadzihalilovic. Qué decir de este trabajo… ¿diferente? Desde luego, los primeros 30 minutos de metraje carecen de diálogos, por lo que solo podemos adivinar el argumento, y eso suele ser un problema, el otro hándicap de la película es… ¡Qué no se ve nada! La fotografía es tan oscura que muchas veces solo podemos intuir lo que ocurre. También es verdad que no ocurren demasiadas cosas, vamos que no es una action-movie.
Puede que en este caso la película sí que sea un gran éxito de taquilla, puede que la vean 100 personas en toda España.
Unos premios (para el que esto escribe) totalmente equivocados, pero también es verdad que como decía la famosa frase apócrifa de Clint Eastwood:
“Las opiniones son como los culos, cada uno tiene el suyo”
Y es en esta cuestión, que parece tan evidente, dónde se ha formado la POLÉMICA este año.
Las razones de los jurados suelen ser siempre inescrutables e inexplicables, a pesar de los razonamientos que acompañan el palmarés. Y este año, en las redes sociales y en algún medio de reconocido prestigio (para más pistas, dicho medio pertenece al grupo PRISA) se ha acusado al Jurado (compuesto de cinco profesionales de reconocido prestigio, cuatro mujeres y un hombre) de haber concedido los premios por razones… ¿políticas? Estas elucubraciones tienen un evidente “tufillo” rancio, clasista y machista, y hay que decirlo en alto.
Todas las decisiones en la vida son políticas, y por supuesto las decisiones de anteriores jurados también eran políticas, pero en otras ediciones los jurados estaban compuestos mayoritariamente por hombres, y un hombre se puede equivocar sin que nadie se pregunte por oscuras razones conspiratorias.
Se puede y se debe criticar las decisiones del jurado, pero no basándose en argumentos propios de siglos pasados.
En fin, todo ha sido bastante lamentable.
Por otra parte, el festival ha funcionado como un reloj en todos los aspectos y la cantidad de buen cine visionado ha sido altísima, este año las Perlas han sido magníficas.
El nivel medio de la sección oficial ha sido más que aceptable y hemos podido disfrutar de dos grandes películas: Arthur Rambo de Laurent Cantet y El buen Patrón de Fernando León de Aranoa.
De la primera ya hable el otro día aquí
https://laestrategiadelcaracol.com/2021/09/24/arthur-rambo/
En cambio, para hablar sobre la última película de Fernando León es imprescindible conocer unos cuantos hechos previos.
Para muchos “empresaurios” muy-mucho españoles el trabajo no es un derecho o un deber, ni siquiera una necesidad de reciprocidad en la que participamos todos aportando nuestro granito de arena, ni mucho menos algo a lo que obliga el sentido común si se quiere una sociedad justa y sana, no, se ha convertido, así nos lo venden cada minuto de cada día, en un bien precioso y muy escaso, oro puro, maná caído del cielo, milagro, o una aventura, por eso se pasan los ratos hablando de la famosa «creación de empleo«, porque consideran que hay que inventarlo, crearlo de la nada, sacarlo de algún sitio misterioso, arrancárselo a la tierra o al mismo Dios, ya que no existe ni se conoce su paradero. Todo ello acarrea consecuencias denigrantes, por ejemplo, la consideración del trabajo como un favor, pura compasión, que te hacen los susodichos “enpresaurios” para que no te mueras, por pena, y que por ello debes agradecer, además de aceptar el exiguo salario que te paguen como algo inevitable. De ahí la necesidad, la inevitabilidad, el interés por mantener siempre una hermosa cantidad de parados (es mentira que quieran erradicarlo), así entramos en un todos contra todos en la búsqueda del ansiado puesto de trabajo, la potenciación del sálvese quien pueda, la selva laboral, a ver quién acepta algo peor. Ahí aparecen los emigrantes como factor de cierre, atraídos por las empresas que buscan beneficios a cualquier precio, son expoliados, ya que saben que ellos están en peores condiciones, se van a quejar menos y se les puede contratar en régimen de semi-esclavitud.
Este es el panorama completo hoy en día en la sociedad occidental.
Este es el contexto en el que se sitúa esta película. Impecable y admirable ejercicio de mala leche y sarcasmo al más puro estilo Azcona.
¿Entonces esta situación como la cuentas en una película sin caer en el típico panfleto?
La respuesta para el director y guionista nacido en Madrid es “cargar” las tintas en el “empresaurio” muy-mucho-español, y hacerlo con humor. El humor corrosivo y el esperpento siempre le han sentado muy bien al cine español.
Para conseguir un buen esperpento hacen falta unos actores que dominen esos registros, como hacían José Luis López Vázquez o Pepe Isbert en las películas de Berlanga, y en esta película Javier Bardem esta superlativo en ese registro. Acompañamos a su personaje en su huida hacia delante, siempre al borde de la caída, siempre un paso más allá…pero al final como en la realidad estos “empresaurios” siempre caen “de pie”, salen indemnes a costa de los sufridos currantes, y el demoledor plano final nos lo deja claro.
La mejor película de Fernando León en años y se va de San Sebastián sin premio…
Para terminar, este año se celebraban los 30 años en antena del ya mítico programa Días de cine, y yo estuve allí.
Este escrito se lo dedicamos a Antonio Gasset, muchos le debemos nuestro amor al cine.
D.E.P.