Miró a su alrededor y todo se le hacía un mundo de acumulaciones innecesarias, de espacios rellenos de objetos que tenían un significado, pero que ya había pasado su momento. Pensó, ¿y si hago paquetes y hago un reciclaje personal para dejarme espacio para mí?
Dicho y hecho, se puso manos a la obra, sin saber a dónde le llevaba todo esto. Fue haciendo pequeños montones, con la intención de hacer una pequeña bolsa con cosas que fueran similares, para no tirar todo al tuntún. Se le fue el día con esa tarea, todo a ritmo de blues, jazz y música indie, que sonaba en su cuenta musical, aleatoriamente, ya que el primer grupo que escogió se acabo horas atrás, y entro esa mezcla de música que tanto le gustaba y le dada paz.
Mientras retiraba, colocaba, abría y cerraba armarios y cajones, su cabeza soñaba e iba acumulando todo eso que iba dejando en un rincón en diferentes montones. Su estado físico y emocional poco a poco iba cambiando, se encontraba relajada, viendo que lo que se propuso estaba saliendo. Cerraba los ojos y visionaba una figura, pero no sabía que veía realmente.
De repente, y sin saber muy bien por qué, se vio sentada en su coche, con el maletero lleno de paquetes de diferentes tamaños y en unas horas se encontró sentada frente al mar en esa roca que tanto le gustaba y tanta paz acumulaba. Ahora veía claramente una pequeña montaña de recuerdos que ya no eran necesarios.