Puede que por deformación profesional siempre haya tenido una especial curiosidad por los mitos. Esas unidades de sentido que apelando a algo misterioso y profundo acaban consolidado una forma determinada de entender el mundo, de relacionarse con él. Eleusis es uno de esos misterios sobre los que merece la pena detenerse, investigar y tratar de buscar qué queda de Eleusis en nuestro imaginario colectivo . ¿Qué ocurrió durante casi dos mil años allí? Karl Kerényi en su ensayo titulado Eleusis aporta una visión muy particular de los rituales que allí se realizaban.
Estas son algunas de sus reflexiones más interesantes:
Deméter buscaba a su hija desaparecida como si hubiera perdido la mitad de sí misma y la encontró finalmente en el mundo inferior. Este mito se puede reconocer en la historia que se representa en los cielos en la segunda mitad de cada mes, cuando la luna es arrancada de sí misma y vaga en busca de la parte robada hasta que al fin llega a una oscuridad total; pero este fenómeno debe ser considerado en los términos del destino de la Madre y la Hija.
Juntos, los sucesos celestiales y terrenales constituyen el circulus mythologicus, el círculo indivisible en el que este mito, aunque no en su totalidad, apareció. Los misterios eleusinos se celebraban en el último tercio del mes, de acuerdo con el calendario lunar. Había un segundo elemento que tenía que ver con la vegetación, y un tercero que podría adoptar la forma de phasma, la visión beatífica de la Noche del Misterio. Otros mitos de la diosa buscadora que fue la primera en alcanzar el telos, el objetivo, de los misterios, e incluso los nombres petenecientes a sus mitos, son de importancia secundaria al lado de estos acontecimientos centrales en el cielo y en la tierra.
Puesto que la Madre era la madre trigo, la Hija tenía que ser la doncella trigo. La espiga de trigo en la mano del hierofante al final de rito mistérico manifestaba este aspecto de la Gran Diosa del mundo inferior. Este aspecto asumía una importancia especial en las lejanas regiones productoras de trigo a las que los griegos llevaron el mito eleusino, aunque no los misterios eleuisnos. […]
En la genealogía hesiódica de los dioses, que es aplicable también al Himno homérico, Deméter, como hija y madre, está en medio entre Rea y Perséfone. Pero no siempre ocupó esa posición. La genealogía órfica de los dioses muestra cómo los teólogos posteriores trataron de conciliar dos tradiciones. Según una, la madre de Perséfone era Rea; según la otra, Deméter. En la primera tradicón, además, Perséfone engendró de su propio padre al niño subterráneo Dioniso como una especie de segundo Zeus subterráneo. Sólo ella puede ser la aludida cuando se menciona un arretos entre las madres de Dioniso. El mito de Perséfone como madre de Dioniso es atribuido por Diodoro a los cretenses. Los nombres de Rea y Démeter para la misma diosa se alternan no sólo en los mitos de de Perséfone, sino también de Dioniso, y los nombres de Deméter y Perséfnoe se emplean para la madre del Dioniso niño. Obviamente, la diosa del grano era una recién llegada, adaptada a una genealogía más antigua. La concepción posterior de que Deméter y no Rra, era la madre de Perséfone triunfó y se hizo clásica. Las dos tradiciones fueron conciliadas por los teólogos órficos. […]
De este modo, la gran Diosa Madre de un mundo más antiguo, en parte pregriego, no quedó olvidada tras la figura de Deméter, la madre trigo, que no pudo ocultar totalmente a Rea en Eleusis. Y todavía menos oculta quedó la relación primordial del mito de Perséfone con una cierta planta y con toda una vegetación olvidada. Esta relación puede ser considerada primordial, pues en el mito ninguna otra planta es tan explícita y exclusivametne decisiva para el destino de Perséfone como la granada. El dios del mundo inferior dio a Perséfone «solo un único grano de dulce granada; Perséfone apenas se dio cuenta» ; y a partir de ahí, ella estuvo para siempre en su poder.