Vivir confinados en una sociedad desconfinada, es ahora, todo lo que debería preocuparnos. Por eso, esta es una oda a las grandes series con las que aprender a desconfinarse y vivir fuera de la caverna.
El confinamiento es un estado que se ha extrapolado a todos los ámbitos de la vida. Social, económico, civil. El desconfinamiento es, por tanto, y en gran parte, la superación de un estado de confinamiento total que ha supuesto un cambio de paradigma en la forma de vivir con nosotros mismos y en el modo en el que nos relacionamos con los demás.
Desde el síndrome de la cabaña, al sentimiento de habernos pasado la vida sin haber aprendido a vivir con lo que realmente teníamos a nuestro lado, la condición limitada de nuestra libertad y el estado de aburrimiento catatónico, hemos pasado por diferentes fases de esta desescalada emocional, que tienen consecuencias para la sociedad de la nueva normalidad, a la que no nos acostumbramos.
Como si fuese otro de los escenarios ideados por Black Mirror, en los últimos meses hemos vivido una situación que bien podría recordarnos a todas y cada una de las situaciones en las que Black Mirror priva de libertad, coarta y enclaustra a sus personajes y los hace esclavos de una condición, en su estado más metafórico.
El virus
Si bien en esta ocasión la condición era un virus, el confinamiento ha devengado en un sinfín de problemáticas sociales, para las que el bien común se ha convertido en la única forma posible de afrontar esta nueva realidad social.
El virus ha resultado ser mucho más que un simple bicho de la familia de los coronavirus, que hasta donde sabemos, puede provocarnos una grave afección pulmonar; sino que la propia infección ha pronunciado el peso de nuestros traumas, dolencias y conflictos sin resolver, encontrando un refugio en la cabaña.
Sin embargo, la realidad es que el confinamiento era un estado en el que vivíamos mucho antes del estallido del coronavirus.
Desde los tiempos de Platón, la sociedad cavernícola debía salir de la cueva para hallar el verdadero conocimiento. Con el confinamiento solo hemos vuelto a la casilla de salida, a la cueva de pinturas rupestres, a medio camino, con suerte, de haber alcanzado algo de iluminación espiritual y conocimiento verdadero en nuestra vida pasada.
Desconfinarse solo ha traído de vuelta el mayor miedo del ser humano: la vida social. ¿Por qué? Ya lo dijo Platón, en la caverna se está seguro, pero no se halla el verdadero conocimiento.
Hemos hallado en el individualismo y la representación más literal del mismo, nuestro hogar, un refugio, una cabaña, el espacio donde poder vivir sin las consecuencias de estar en sociedad. En cambio, para otros, aprender a vivir con uno mismo, alejado de la mayor parte de nuestras distracciones sociales, ha sido el verdadero problema.
Por eso, el desconfinamiento no tiene tanto que ver con el virus, como con el miedo que nos provoca estar o dejar de estar presentes en la vida social.
Vivir confinados en una sociedad desconfinada, es ahora, todo lo que debería preocuparnos.
La caverna
Superar el síndrome de la cabaña implica algo mucho más profundo que superar las fases de esta desescalada nacional. Desconfinarse supone aceptar el viaje de la experimentación hacia el conocimiento verdadero. ¿Acaso podemos conocer algo, sin haberlo experimentado en todas sus dimensiones?
Quizá el problema sea ese, que no nos hemos dado la oportunidad. Por vivir en la zona más segura. Por miedo… Pero el miedo solo se sufre por desconocimiento. Platón lo sabía bien.
Desconfinarse es conocer, experimentar el mundo en todas sus dimensiones y actuar con conocimiento verdadero. Quizá no siempre tengamos la posibilidad de verlo por nosotros mismos, de poder compartirlo con alguien que lo comprenda, pero por suerte: aún el conocimiento y la experiencia se pueden transmitir, y eso sí que nos abre las puertas del cielo.
El conocimiento
Por eso hoy, esta es una oda a las grandes series con las que, a mi modo personal, yo aprendí a desconfinarme en algún sentido y vivir fuera de la caverna.
Transparent (Amazon Prime, 2014)
Transparent, dirigida y guionizada por Jill Solloway, fue la primera serie original de Amazon producida en 2014, inspirada en la experiencia personal de su padre, quien ya jubilado, decide contar que se siente mujer y vivir la vida que siempre había querido.
El padre del clan Plefferman, Morton (o Maura Plefferman), lleva muchos años sintiéndose mujer y un buen día, cuando reúne las fuerzas suficientes, se lo comunica a sus hijos. Cada uno se lo tomará de una manera y eso hará a cada uno echar la vista atrás para comprender quiénes son hoy.
Transparent es una experimentación necesaria, un doloroso viaje a nuestros orígenes y una revolución de género (desde el género). Una obra que arroja cuestiones sobre feminismo como el que pela capas de una cebolla: redonda, hiriente, sexual, tranformadora.
Una pena que el nombre de su actor principal, Jeffrey Tambor, tiñese de negro esta enorme obra. Otro de los nhombres del Me Too.
En los años 60, la pareja formada por el ginecólogo, William Masters y la psicóloga, Virginia Johnson, estudió y probó científicamente la biología tras la respuesta sexual humana publicando Human Sex Response, el libro que cambió la forma de entender el sexo en la sociedad americana del momento y muchos años más tarde.
Con la publicación de su segundo libro, Human Sex Inadequaty, introdujeron terapias para tratar disfunciones sexuales en las que el contacto físico cobraba la principal relevancia. Promulgaron que el sexo, la intimidad de la cama, era un medio y no un fin, un medio para establecer un vínculo placentero a través del contacto físico, las caricias, más allá del clímax.
Esta serie, enormemente asociada con Mad Men (Netflix, 2007), por la época que trata, la psicología de los personajes y el desarrollo de la trama en un entorno profesional, es una historia que justifica científicamente y muestra la lucha de estos y tantos otros sexólogos por la liberalización de la cultura ortodoxa impuesta sobre el sexo y el placer, sobre todo y principalmente, que ha recaído sobre la mujer y que ha influido de un modo determinante, en sus capacidades.
La gran obra de Lena Dunham. Escritora, directora, guionista y activista, creadora de la serie de ficción, Girls, y autora de la novela autobiográfica, I Am not that Kind of Girl (Espasa, 2014), entre otras muchas de sus producciones.
Su relación con los problemas mentales, las obsesiones, el miedo y las relaciones tóxicas, además de su capacidad de superación y su escaso sentido del ridículo, inspiran y empoderan a toda una generación y un género que sufre el paso de la vida posadolescente a la vida adulta, y que se extiende cada vez más en el tiempo, consecuencia de los muchos problemas sociales, económicos y culturales de la vida moderna.
Girls es la obra de mi vida, una magia bizarra, una tormenta arrasando tu pantalla, haciéndose notar a su paso. Es un clan de mujeres gritando a pulmón abierto que tienen un problema pero también un don. Es Hannah Horvath, Lena Dunham y la gran mayoría de todas nosotras.
The Affair, la otra obra de mi vida, muestra cómo cambia el rumbo de dos matrimonios cuyas vidas se ven afectadas por la infidelidad de uno de los miembros de cada pareja. Como punto de partida, a este conflicto se le suma un guion narrado bajo el prisma de la subjetividad individual, que muestra a cada personaje emitiendo un juicio de valor particular sobre una situación determinada.
Así es como la serie va construyendo el complejo entramado de las relaciones humanas, amorosas, sexuales, filiales, fraternales, de género… Poniendo sobre el escenario, el amor, el sexo, el trauma, la moral, la culpa, la frustración, el fracaso, la decepción, el dolor, la maternidad, la enfermedad…
Con una Maura Tierney que a lo largo de toda la serie acaba por convertirse en un personaje absolutamente redondo. Y un Dominic West, que, a ratos, nos recuerda a su mismísimo, Jimmy McNulty.
Muchas son las series que me dejo en el tintero, en cambio. Muchas otras, las que te habrán cambiado la vida a ti. (Y que por supuesto, si te animas a dejar tu recomendación, me gustaría leer en comentarios).
En mi más humilde opinión, el mundo se expande mucho más allá de los límites de nuestro propio conocimiento. Que más vale bueno por conocer, que malo conocido. Que el refrán de tu abuela ya no aplica, porque tampoco aplicaba para ella.
Desconfinarse o no, esa es ya la cuestión.
En nuestra vida, sobre todo antes del bicho y desde mi punto de vista, hemos tenido una gran lista de ofertas sociales y de ocio a dividir en nuestro escaso tiempo libre, quizá en la gran mayoría de veces no hemos sabido escoger adecuadamente; bajo mi punto de vista porque nos marcan las tendencias y no nos escuchamos a nosotros mismos.
Para mí, considero que ha sido un paréntesis para fijarse más en las pequeñas cosas, para atenderse a uno mismo y para pensar en las personas que queremos. ¡Gracias!
Shameless, al principio británica y después estadounidense, es una de las series la cual muestra que a pesar de estar rodeado de mierda, siempre hay un camino para salir. Trata sobre como una familia consigue salir adelante a pesar de que sus padres son alcohólicos y que no solamente no les cuidan, sino que les hacen la vida más difícil. Esto, junto al añadido de mucho sexo promiscuo y un humor irreverente e incorrecto hacen encantadora ésta historia.
No obstante, las buenas series en ésta situación excepcional las he guardado para desconfinarme de la actividad social, para tener un aliciente de querer volver a casa pronto y no tener que tomarme ‘la última’ diez veces.
Gracias María por las reseñas sobre esas 4 series.
Gracias Daniel, tan imprescindible es tomarse la última, como volver a casa y valorar el tiempo de autoconocimiento y exploración.
Desconfinarse en definitiva siempre será el acto de aprender vivir con nosotros mismos, en sociedad.