Corazón de piedra (Hjartasteinn) fue una de las películas que más me impactó en la pasada edición de Muces y conocer que el próximo año estará en nuestras carteleras de la mano de la distribuidora Abordar Casa de Películas, me alegra mucho, pues es una propuesta valiente.
A veces la palabra disfrute de una película lleva contradictorias con la palabra en sí, después de ver el argumento y guion expuesto. Una buena película no siempre es un camino de rosas, la dureza de la vida se impone en muchas propuestas y ahí es donde la verdad se reconoce y se deleita en imágenes, sonidos y palabras, aunque el fondo en sí, sea triste y amargo.
Llega el verano y en un pequeño pueblo islandés, Thor y Christian, amigos inseparables, tienen que disfrutar de esos días con todos los amigos. Quieren divertirse y Thor tiene un objetivo enamorar a una chica, está en etapa que el amor tiene mayor importante, pero poco a poco se da cuenta que su amigo le intenta mostrar sus propios sentimientos que no son recíprocos.
Corazón de piedra (Hjartasteinn) contiene estos argumentos, es una película excelente con un recorrido emocional que va desde el desconcierto hasta la crueldad de la sociedad y de los más jóvenes, para imponer un relato humano pero con tantas aristas que se cortan la felicidad de la edad juvenil que se plasma.
El director islandés Gudmundur Arnar Gudmundsson ha compuesto una historia de amor y desamor, en todos los sentidos, de la búsqueda de la libertad emocional y sexual, retratando la adolescencia y sus vertientes emocionales, dentro y fuera del hogar, donde se ve la influencia de las familias en el desarrollo de la personalidad en esa etapa de vida.
Una historia de prejuicios y de evolucionar con los sentimientos a flor de piel y al borde del abismo, sin saber si cada uno de los protagonistas quiere precipitarse en esa vorágine de sus años o echar marcha atrás y pararse por miedo a vivir con la verdad.
Hay tres factores que influyen en la potenciación del guion, las actuaciones de los más jóvenes, la fotografía y la música. Las interpretaciones rebosan sinceridad y naturalidad, por ello convencen desde el principio, creando una atmosfera de inocencia, con búsquedas de sus interiores y que se vuelve dura por momentos ante la realidad.
La fotografía, sobre todo de la naturaleza que se plasma, por momentos parece un personaje más, que envuelve al resto, que se combina a la perfección con la música, porque imponen el color y la nota adecuada en cada momento. Destacar que cuando hay cambios de escenarios la progresión y cambio son magníficos, que te trasporta de una manera liviana, pero al mismo tiempo enfatizando lo venidero.
La cámara retrata con pulcritud las miradas de los protagonistas, lo que solo se puede contar con ello y no con palabras, pues aquí en Corazón de piedra (Hjartasteinn) hay mucho más detrás de las expresiones que en los diálogos, que con su parte de ausencia realza los semblantes que tanto esconden.
El director no ha contado una ficción en su totalidad, si no que se ha inspirado en sucesos que vivió en su entorno en su etapa de adolescencia. Por ello el guion destila una gran serenidad y verdad, con el propio dolor de los hechos, desarrollando los hechos con lentitud, con calma, sosiego y gran profundidad emocional.
Corazón de piedra (Hjartasteinn) es una historia de aceptación de la realidad, de tolerancia y ante todo de la realidad ante la xenofobia en nuestros días.
Ficha técnica
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