Por fin terminó Él de crear el mundo y el séptimo día abrí la ventana ilusionada para mirar. Solo había una pulga y unos tristes hierbajos, ¡manda huevos! Mira que he querido yo a este hombre, pero se le ha subido la divinidad a la cabeza.
Total, que me tuve que poner manos a la obra. Retomé la fauna y me esmeré con la flora. Me inventé la luna y las olas y repasé el boceto del ser humano. El Todopoderoso me sugirió que aprovechara una costilla, pero fue en mi propio seno donde te engendré, mujer.
Con todo mi cariño, tu DIOSA.