Como bien hemos tratado, el tema de Latinoamérica es profundo, complejo, en ocasiones difícil de comprender cómo un territorio tan amplio vive sumergido en pobreza, en conflictos sociales, con gobiernos ineficientes y con una interminable violencia dominada por grupos de la delincuencia organizada, la corrupción y la impunidad como obstáculo del desarrollo económico de las naciones de América Latina.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, las naciones latinoamericanas entraron en un proceso modernizador, en muchos de ellos, se establecieron gobiernos dictatoriales y militares que tenían como encomienda ordenar las ciudades importantes en la mayoría de los países, incursionar en un progreso social, político y económico, incentivar la inversión que para aquellos años estaba potenciada por países como Estados Unidos o Inglaterra.
Una vez entrada la segunda mitad del siglo XIX, diversas naciones americanas entrarían en una estabilidad tanto social, política y en ciertos rasgos económica en los primeros años. Ejemplo de ello sería México, quien una vez finalizada la pugna entre liberales y conservadores y, superada la guerra contra los franceses en la que se impuso al emperador Maximiliano de Habsburgo, el territorio mexicano entraría hacia 1876 en el inicio de un periodo de prosperidad, orden, progreso y modernidad bajo la tutela del general Porfirio Díaz, quien, así como muchas otras naciones, vería en las ciudades europeas (especialmente Francia), el modelo urbanístico a seguir y replicar.
Sánchez Ruiz (2020) refiere que, “el auge económico de Europa y Estados Unidos permitió exportaciones de productos mineros y agrícolas, con la obtención de recursos y acceso a créditos para impulsar el desarrollo”. Este amplio desarrollo permitió que las grandes urbes para entonces, comenzaran a tener un crecimiento poblacional bastante rápido, muchos campesinos migraron a las ciudades para comenzar a trabajar en las industrias que se iban creando y de las cuales, muchas de ellas estaban en manos de los grandes hacendados extranjeros o terratenientes que fueron privilegiados por los gobiernos.
Es así que, desde el establecimiento del régimen liberal en distintas naciones de América Latina, se dejo ver un gran avance de una sociedad apegada al capitalismo predominante para la época por Inglaterra, Estados Unidos o Francia. Esa estructura liberal trajo diversas reformas que ayudaron a establecer privilegios a la inversión extranjera, especialmente en regiones donde el régimen colonial había sido mucho más arraigado como fue el caso de México, Colombia, Venezuela, entre otros países.
En ese aspecto, a finales del siglo XIX, la burguesía oligarca se posicionaría como un sector poderoso con grandes alianzas con la inversión extranjera, estableciendo un gran cambio en la estructura social de América Latina, entre ellos, la apropiación de tierras de comunidad que pasaron de ser propiedad de los indígenas a manos de los grandes terratenientes quienes las explotaron para su beneficio y esclavizaron a un sector mayoritario de población campesina e indígena para trabajar dichas tierras.
Un claro ejemplo de lo antes mencionado, lo refiere John Kenneth Turner en su libro México Bárbaro, quien hacía una referencia a la esclavitud e injusticias que se vivían en la época porfiriana en nuestro país y donde los indígenas yaquis o los mayas sufrirían los estragos de dichas injusticias en las haciendas de henequén en Yucatán, México a fines del siglo XIX. Esta gran obra histórica nos relata ese sistema de esclavitud, de injusticia, de control político de la oligarquía y terratenientes y del cómo gracias a estos sistemas políticos de entonces, se fue afianzando el control capitalista de las principales fuentes primarias de riqueza de México y que, a su vez, nos amplia el panorama de lo que también sucedía en otras naciones de América Latina.
Guerra (1997) refiere que el “vertiginoso desarrollo de la revolución industrial tuvo por consecuencia la destrucción de pequeños productores metropolitanos, como también aniquiló a los artesanos”, una competencia desleal que existió a finales del siglo XIX y que sentenció el mercado en Latinoamérica para muchos productores y artesanos locales, quienes se vieron fuertemente superados por los productos europeos importados a bajo costo y con una tarifa aduanera muy privilegiada a diferencia del resto de los productos locales.
Desde el siglo XIX y especialmente a finales de este, los países latinoamericanos sufrieron cambios importantes en su forma de ser vistos en el panorama mundial, se desarrollarían centros urbanos con mejores condiciones de higiene y constructivas, pero también se comenzó, como bien lo mención Guerra “en una estructura socioeconómica dependiente, en un esquema de división internacional del trabajo en el cual se asignó a las naciones latinoamericanas la simple condición de exportadoras de materia prima y alimento e importadoras de mercancía elaborada” (Guerra, 1997, pp. 32).
En ese sentido, la oligarquía creaba las condiciones propicias para que, en primer momento el capital extranjero y las grandes potencias europeas como la norteamericana se apropiaran de los recursos naturales y materias primas de toda América Latina; en segundo momento, los oligarcas conformaron una severa dependencia al capital extranjero, un elemento que hasta nuestros días todavía perdura y con ello, sepultaron las viejas prácticas coloniales para incentivar un nuevo colonialismo ahora desde la vía capitalista. Lo anterior, favoreció la venta y destrucción de propiedades eclesiásticas, el despojo de las tierras de comunidad que hasta entonces estaba administrada por las poblaciones indígenas y el crecimiento desmedido de haciendas y mineras que poco a poco se apropiaron de las tierras para explotarlas y exportar la riqueza al exterior de Latinoamérica.
Para concluir, Guerra (1997) nos refiere a personajes como Porfirio Díaz en México (1876-1911), Guzmán Blanco en Venezuela (1870-1889), Varela y Latorre en Uruguay (1875-1880) o Estrada Cabrera en Guatemala (1898-1920), como aquellos gobernantes de tendencia liberal que impulsaron la colonización capitalista en sus respectivos países y la dependencia al control extranjero.
Bibliografía
Guerra Vilaboy, S. (1997). Etapas y procesos en la historia de América Latina. Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, Cuaderno de trabajo No. 2, p. 63 https://biblioteca.clacso.edu.ar/Mexico/iih-s-uv/20170608043740/pdf_473.pdf
Sánchez Ruíz, G. (2020). Ciudades latinoamericanas entre mediados del siglo XIX y principios del XX: del Higienismo al Urbanismo. Arquitectura y Urbanismo, vol. XLI, núm. 2, pp. 31-45. https://www.redalyc.org/journal/3768/376864178004/html/