El pasado 19 de agosto la fuga de una tubería obligaba a cerrar la playa de Calnegre en La Manga. Los vertidos fecales procedentes de la red de alcantarillado interrumpían de forma inesperada el baño de los turistas. Leo la noticia y me viene a la mente una cita subrayada en lápiz: «la tragedia suena a metáfora, pero la basura, literalmente atasca» el fragmento pertenece a Verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del Sol de Ana Geranios.
Las lectoras estamos de enhorabuena, la colección de libros del borde de la editorial Piedra Papel Libros sigue creciendo regalándonos lecturas sugerentes, lúcidas y combativas.
Verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del Sol es un relato bicéfalo escrito desde la urgencia del cuerpo sometido al cansancio de la explotación hostelera y, también, desde el corazón de quien quiere al territorio y asiste a su saqueo y asedio.
El texto híbrido de Geranios nos sumerge en Verano sin vacaciones en la dura experiencia del trabajo de la hostelería en la costa malagueña. La primera parte en forma de diario, nos introduce en el día a día de una curranta de la hostería a la vez que va poniendo sobre la mesa cuestiones que son estructurales a todos esos no-lugares del litoral mediterráneo «dice mi colega Q. que una ciudad es un conjunto de lugares unidos por espacios de tránsito, por no-lugares». Porque, aunque su vivencia esté contextualizada en la Costa del Sol, bien podría hablar de otros no-lugares Benidorm, San Juan de Alicante, Torrevieja, San Javier, La Manga del Mar Menor…
La autovía A7 proyecta una larga sombra en en el mapa que articula Verano sin vacaciones a través de eso que Yayo Herrero denomina zonas de sacrificio interior. La A7 y el modelo turístico han pasado a convertir muchos pequeños pueblos en espacios invivibles para quienes los habitan todo el año, así dictamina Geranios «¿y el presente de la historia? un lugar de vacaciones para quien viene y de servilismo para quien nace y vive aquí».
Por otro lado, para quienes visitan estos lugares solo en vacaciones son lugares donde pasar el rato, despreocuparse de todo y tomar lo que se desea de ellos. Son lugares de saqueo capitalista, se consume a la misma velocidad que se calienta la cerveza en agosto. No es casual por tanto que sean zonas de explotación en el más amplio sentido del término. No se trata solo de ir de vacaciones, sino que las dinámicas que se activan en estos entornos son de salvaje consumo. Habitar como consumidores los territorios turistificados parece otorgar el derecho a arrasarlos. Geranios hila muy fino en Las hijas de la Costa del Sol , ensayo que acompaña a la vivencia encarnada de Verano sin vacaciones. La autora interpela con sus preguntas al turista que llevamos dentro, así, cuestiona:
«¿Dónde se construye lo que colectivo cuando no existen espacios/tiempos de encuentro? ¿en qué entorno se relacionan nuestras vidas, fuera del trabajo, en los pueblos abarrotados de turismo? ¿Podemos satisfacer nuestras necesidades culturales y sociales más allá de ir a tomar una cerveza a un bar?».
Resulta complicado que algo no te resuene a lo largo de su lectura, Geranios lanza al centro de la diana conociendo la arquitectura del corazón de la bestia.
Es interesante señalar que Las hijas de la costa del sol tiene algo de espíritu fanzinero en su composición, en su parte más ensayística la autora recopila una buena amalgama de fragmentos que como lectoras obligatoriamente nos abocan al cuestionamiento de lo que significa el trabajo asalariado y lo que significa más concretamente, que nos sirvan y servir:
«Nadie debiera servir a nadie, pues no es necesario – otra cosa es ayudar, facilitar, promover, acompañar, disponer, prestar, dar compartir, colaborara, regalar».
Además de crear una breve genealogía del desastre de la Costa del Sol y regalarnos una guía incompleta con requisitos para que el trabajo dignifique.
Para mí Verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del Sol se suma al gran tótem de lecturas que exploran las consecuencias de lo que el turismo ha arrasado en el litoral mediterráneo y el violento sistema del binomio trabajo = vida que ha consolidado a su paso. Se podría establecer un diálogo muy potente entre este libro y Arde Torrevieja de J. M. Sala, Todo bajo el sol de Ana Penyas y Encarnando el territorio de Carmela Borrego.
Como lectora y ex ayudante de cocina, he disfrutado muchísimo con esta lectura. He subrayado muchas partes de este libro, pero este párrafo bien se merece un post propio, con él os dejo y reitero lo interesante de sumergirse en el libro de Ana Geranios:
«Si no estamos en los lugares que nos duelen, si no estamos cerca de quienes queremos y con quienes nos sentimos identificadas, defendernos resulta muy desgastante y complicado. Es por ello que nos vamos conformando, poco a poco, con estar bien, con buscar una vida cómoda dentro de este sistema. La globalización nos lo pone fácil: vivimos lejos de nuestros lugares solo por tener un trabajo y ganar dinero, nos comunicamos con nuestros seres queridos fácilmente y habitamos un lugar digital que nos brinda cierta satisfacción y una falsa sensación de compañía. Todo esto tiene como resultado que el desarraigo convierta a la sociedad del planeta en un sujeto único, con las mismas necesidades de consumo, y dispuesto a venderse, trabajar y ganar dinero para consumir eso que le es impuesto.»
Ana Geranios. Verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del Sol.