Partir de una premisa de hablar del más allá a hablar de lo más personal, eso es que hace Luis Tinoco en La paradoja de Antares.
Luis Tinoco arranca su primera película en solitario, tanto en guion como en dirección, con unos planos sencillos, con pocos ingredientes y con un escenario sobrio, llevándonos desde el primer instante a un cine muy independiente por su sencillez y con una gran pulcritud en su evolución.
De telón de fondo una historia de extraterrestres, la búsqueda de vida más allá de la tierra, para finalmente acabar en el interior más extremo de la protagonista, de su dolor, de su culpa, de sus anhelos sin que los haya visto con anterioridad.
Alexandra, científica de guardia de un radiotelescopio, recibe una señal que podría responder a una de las preguntas más trascendentales de la humanidad. Trabaja contra reloj para saber si es verdad o no las señales que le están llegando, y la tecnología que tiene a su alcance no ayuda, tampoco sus compañeros, otras empresas y mucho menos su situación personal, un padre muy enfermo que empeora justo en el instante donde ella no debería abandonar su puesto de trabajo. Eso puede que solo suceda una vez en la vida, hablamos de lo laboral, pero también lo personal.
La paradoja de Antares es un thriller dramático que se condensa en un solo espacio, que es un set creado en las instalaciones de la propia productora, y que recrea un estudio de investigación de radiotelescopio. Hay momento que para el espectador resulta agobiante ese recinto donde la protagonista encierra su cuerpo y alma a la entrega de un servicio en el cual solo parece creer ella.
Aquí se centra en saber qué es más importante si conocer y un descubrimiento de algo nuevo para nuestra sociedad o mantener viva la relación con la familia, y en la evolución de la cinta se ve la respuesta, poco a poco la protagonista va viendo en su interior lo que realmente quiere.
La duda es algo presente en todo momento, dudar de lo que está haciendo, de lo que debe hacer con respecto a su familia, aunque realmente ella mire fielmente hacia delante creyendo que no hay razón para pensar en negativo. Solo hay un video que hará que todo se tambalee, un mensaje de su padre. Ella tiene un caparazón puesto, que cierra con su faceta laboral en la que se centra para no pensar en nada más y es algo que está presente en todo el metraje.
En palabras de su director y guionista, Luis Tinoco, “La Paradoja de Antares es una apuesta por un tipo de cine independiente donde prima la originalidad del guion, la trama y las interpretaciones. El trabajo minucioso de investigación científica y los ensayos con los actores, quienes han tenido libertad para hacer suyos los diálogos, han sido claves para dar verosimilitud y naturalidad a la película”.
Andrea Trepat da vida a Alexandra Baeza, habiendo conseguido los premios a Mejor Actriz en FANTASPOA International Fantastic Film Festival (Brasil), SEVIFF, Sevilla Indie Film Festival y en el Festival Do Imaxinario Film Fest Vilagarcía (Galicia).
Está acompañada en el reparto con Aleida Torrent, David Ramírez y Jaume de Sans, y con la colaboración especial de José Luis Crespo (Quantum Fracture), youtuber y divulgador científico.