Este viernes salgo a la calle. Con vosotras, un #8M más.
Lo hago por mi abuela, que tuvo que dejar pronto la escuela por la pobreza de la guerra, para ayudar en el campo. Por ella y otras miles de su generación, que nunca pudieron estudiar una carrera, que se dedicaron a cuidar y a criar a los suyos como si no hubiera más vida que aquella. Mi abuela y otras tantas que nunca pudieron salir de su provincia y ver otros mundos.
Salgo a la calle por mi madre que ha renunciado a mucho por dedicarse a nuestro cuidado, a la casa, a la cocina. A hacerlo todo, sin que nadie se lo dijera y se diera por sentado, como si fuera su trabajo.
Hoy salgo por todas las mujeres de mi familia. Por mis bisabuelas, que vivieron enlutadas por la guerra toda su vida, por mis tías, que se ajaron las manos fregando suelos y amasando pan para que sus hijos pudieran hacer lo que a ellas se les privó: estudiar.
Hoy salgo por mis amigas, con las que comparto el miedo de volver a casa los fines de semana y los mensajes de: “Ya he llegado, estoy bien”. Las mismas que te recuerdan cuando todo se derrumba lo preciosa que eres y lo mucho que vales, que lo primero eres tú y que esos que no lo entienden, no merecen la pena.
Salgo a la calle por todas esas mujeres a las que una vez me enseñaron a odiar.
Hoy voy a la calle para decir que la belleza es más que una 36, para gritar que nos da igual lo que piensen, si parecemos feas o bonitas, porque solo nos importamos nosotras.
Hoy recordaré a todas las mujeres que, sin conocerlas, me han ayudado en algún momento de mi vida. Solo porque somos mujeres y sin quererlo nos entendemos. Esas chicas de los baños de las discotecas que te suben la cremallera del vestido, que te prestan su barra de labios, te pasan un kleenex por debajo de la puerta o comparten contigo el bajón por el chaval que te gustaba. Ellas son sororidad, con todas sus letras.
Hoy salgo por ti, Gemma, que me ayudaste cuando no sabía dónde estaba, que me escuchaste y me hiciste volver a creer en mí misma. Por ti Lucía, para que tu generación pueda mirar todavía más alto.
Hoy salgo por todos los que intentaron hacerme creer lo peor de mí, los que me hicieron dudar de mí misma, los que intentaron callarme y convertirme en un modelo de perfección que no existe.
Pero, sobre todo, hoy salgo a la calle por mí. Para demostrar lo que soy y lo que somos juntas. Para decirte que hoy estoy aquí, que este es el camino y que ya no tengo miedo.
Marta, Andrea, Patri, Carmen, Rebeca, Lidia, Gema, Arantxa, Ana, Sonia, Bea… Por nosotras y por todas vosotras, compañeras, para que todos los días sean siempre 8 de marzo.
Nos vemos en las calles.