Notó como la lluvia hacía ruido en los cristales, se asomó y vio la lluvia caer, con aire y con viento. Ya se había vestido y no le apetecía cambiarse, iba con unas zapatillas, había cogido lo primero que había visto en la habitación. Pero aun así ese ruido le había cambiado el ánimo, sin darse cuenta ese agua que veía a través de los cristales le había afectado, no sabía que emoción se había despertado en él, pero algo había sucedido. Bajó las escaleras, con prisa, como cada día, y al salir del portal vio en frente en medio de la calle a un niño que chapoteaba en un charco, con alegría, saltaba, reía y se movía para ver el movimiento del agua. Esa imagen le trajo recuerdos y se quedó inmóvil con un rictus en su cara que poco a poco iba cambiando. En milésimas de segundo se vio imitando a ese niño y volviendo a vivir. Sonrió al ver que ese pequeño llevaba zapatillas y también eran rojas.