VIAJE GEOSENTIMENTAL POR LOS ALREDEDORES DEL CORAZÓN
Todo iba bien hasta que ella se fue a Sevilla. Cuando volvió, me hice el sueco. Bajito y moreno, me pilló enseguida y se armó la de San Quintín. Intenté irme por los Cerros de Úbeda y acabé durmiendo a la luna de Valencia. Pero París bien vale una misa y, después de pasar un tiempo entre Pinto y Valdemoro, lo volvimos a intentar. Fue salir de Málaga y meternos en Malagón. Al final ella puso pies en Polvorosa, provincia de Palencia, y yo, para intentar olvidarla, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, tomé las de Villadiego, dirección Burgos. Ancha es Castilla y, sin embargo, el mundo no deja de ser un pañuelo, porque no hemos tardado demasiado en volvernos a encontrar. Ahora los dos estamos en Babia. Y mañana… ¡que salga el sol por Antequera! Por algo dicen que todos los caminos conducen a Roma que es amor, pero al revés.