El último traje es una road movie especial, emocional, no inquiriendo demasiado en el contexto del pasado si no del interior del protagonista, rozando el intimismo con toques cómicos, a veces recurrentes, pero que sorprenden gratamente para que el desarrollo de la película tenga un ritmo adecuado.
Abraham (Miguel Ángel Solá), es un sastre judío de 88 años, que ahora tenie que abandonar su casa por distintos motivos y tras encontrar un traje que hizo muchos años atrás, recuerda que lo tiene que entregar, que se lo prometió a la persona que le debe la vida. Ahora con la valentía de saber que puede ser su último viaje decide ir en busca de ese amigo al que prometió algo y que quiere cumplir, aunque sea lo último que haga, ya que para él la palabra dada tiene mucha más importancia que cualquier declaración de intenciones.
La historia narrada está basada en hechos reales, en la propia historia del abuelo director, un judío polaco que se tuvo que exiliar a Argentina durante el nazismo. En cierta manera es un reflejo de saber si la sociedad de hoy en día sigue teniendo presente lo ocurrido décadas atrás, no por el olvido ni rencor, si no por una memoria histórica que se debe reconocer al influir en la personalidad de muchos que siguen guardando todo lo que pasaron.
Pablo Solarz ha construido un personaje repleto de capas emocionales que se van abriendo, cerrando, cicatrizando y perdiendo en su viaje hacia Polonia, hasta volver a su verdadera mirada, a reencontrarse con su nacimiento como persona después del horror vivido.
El director después de haber escrito muchas versiones de la historia, ha llegado con los minutos de El último traje a poner voz, imagen, música y sentimientos que marcaron tanto a su familia como a él, pues según palabras suyas, creció con todo lo acontecido y que tanto les marcó, sobre todo por todos los que se quedaron por el camino. Por ello la película es un homenaje a su familia y un testimonio para los venideros, como si de un legado fuese, una herencia dura que aunque se quiera no se puede obviar ni olvidar.
La comprensión es uno de los temas que más se aborda en el guion, como se puede entender a todos los que se sufrieron, incluso haciéndolo en silencio, siendo una persona totalmente cerrada con sus pliegues y grietas del alma, incapaces de cicatrizar aun pasado los años, y no sabiendo hacer entender al resto del mundo como se siente sin parecer que está enfadado con el mundo entero, y teniéndose que perdonar por haber sobrevivido cuando otros no lo hicieron.
Un viaje emotivo, con partes que pudieran incurrir en el humor, pero por ese desatino recurrente en el ser humano de reír por no llorar. Una interpretación sólida y convincente la de Miguel Ángel Solá, que embauca con su mirada interna, recluido en sus recuerdos, solo queriendo avanzar en una sola dirección: su promesa.
Miguel Ángel Solá está en todos los planos del metraje, acompañado de sus compañeros de reparto, Ángela Molina, Martín Piroyansky y Natalia Verbeke, llena la pantalla con su mirada absorta en sus emociones, en sus sentimientos repletos de complejidades distantes y resistentes al presente, puesto en ese viaje están más en el pasado y en realizar su promesa y sueño.
Argentina 2017. Título: El último traje. Dirección: Pablo Solarz. Guion: Pablo Solarz. Música: Federico Jusid. Fotografía: Juan Carlos Gómez. Reparto: Miguel Ángel Solá, Ángela Molina, Martín Piroyansky, Natalia Verbeke,Julia Beerhold, Olga Boladz, Jan Mayzel, Maarten Dannenberg. Productoras: Zampa Audiovisual / Tornasol Films / Hernández y Fernández PC / Rescate Producciones AIE / Haddock Films / Patagonik Films Group. Distribuidora: Syldavia Cinema