Se puso las gafas de observar, y logró determinar esa fina línea que dividía ese cuadro tan ambiguo a la par de enigmático. Había más después para poder deleitarse, pero se dejó llevar por el colorido tan potente que le alzaba a esa eterna terna del ser humano, la comparación. ¿Por qué no disfrutar de ese lienzo y no buscar similitudes ni nada rebuscado que nublara el día? Era una apuesta todo al verde naturaleza.
